martes, 25 de septiembre de 2012

LANATA O EL SÍNDROME DE PETER PAN APLICADO A LA POLÍTICA


Y allá va de gira por el país el gurú cacerolero, el Ravi Shankar cama adentro del Grupo Clarín, el nuevo pastor electrónico que dispensa ansiolítico social y político a la clase media en forma de talk show o stand up, con la excusa del periodismo de investigación.

Un periodismo de investigación bien pero bien berreta, que ni siquiera se detiene en constatar un mínimo de datos o fuentes (como señala acá Barricada con el caso de Alicia Kirchner), pero no importa: hay un pacto de tolerancia recíproca al taradismo entre Lanata y su público; no se sabe si se aman (por el contrario, es sospechable que en el fondo se detestan), pero claramente se necesitan.

Lanata los necesita, porque por medio de ellos consiguió por fin su lugar al sol en el kirchnerismo, ciclo histórico durante el cual vegetó en la intrascendencia y los sucesivos fracasos empresariales porque no daba con el target adecuado.

Que lo haya hecho de la mano de las urgencias y apremios de Clarín (corrido por las leyes de la democracia a desmantelar su pulpo comunicacional) es para un cultor de la superficialidad como Lanata un dato menor: tratándose de Lanata, todo lo que no sea la contemplación de su propio ombligo es un dato menor.

Y ellos (los cacerolos que replican el fuck you, los miles que lo fueron a ver a Córdoba) también lo necesitan: Lanata les proporciona un formidable anti depresivo contra la pesadumbre que les causa el rumbo de un país que no quieren y menos entienden, pero que no los ha tratado nada mal.

Esa sensación de sentirse insatisfechos no porque les vaya mal, sino porque a otros (a los que siempre les fue mal) les está yendo un poco mejor: en esa zona de desasosiego actúa Lanata calmándolos, haciéndoles ver que ellos no hicieron nada malo ni tienen la culpa de nada (ni de evadir impuestos, ni de ser racistas, u odiar); todo lo execrable que en la sociedad existe está afuera (como dicen los manuales new age de autoayuda), y proviene del Estado, de la política y de los políticos.

Les hace sentir que si se fueran todos (empezando por Cristina) el país estaría mejor, porque lo que jode es la política, lo demás anda bárbaro y sobre rieles: acá Gerardo apunta con tino que es la plataforma y el liderazgo de un partido pensado para no presentarse nunca a elecciones.  

Y ahí están desnudos los límites de esta forma de ver la sociedad y entender la política que comparten Lanata y sus viejos y nuevos seguidores: una visión sencillita de la cosa, donde puteando contra el Fútbol Para Todos (con lo cual retribuye a su vez a sus patrones mediáticos el espacio que le dan) porque esa plata hay que gastarla en educación, creen que ya está todo dicho y hecho: que una cosa sean 1300 millones de pesos y lo otro el 6,47 % del PBI (justo gracias al kirchnerismo) es un dato menor, como son siempre menores los datos relevantes para las mentes superficiales; como Lanata.

Junto a sus seguidores, todos víctimas de una especie de síndrome de Peter Pan aplicado a la política: gente que se niega a crecer y a madurar, a aceptar que los tiempos cambian, que son complejos y que no se los puede seguir explicando siempre con fórmulas sencillas y tranquilizadoras; como las que les permitían sobrevivir sin culpa al derrumbe de la Argentina integrada socialmente que ejecutó con precisión el menemismo, sobre la huella dejada por la dictadura.

Gente que prefiere seguir viviendo en una especie de eterna adolescencia política, en la que no tienen que hacerse cargo de nada (ponéle de haber votado a De La Rúa, o a Macri, quizás antes a Menem), y cuyo mayor aporte al debate político consiste en refritar brulotes de Fontevecchia en "Noticias" desde el 2006, o temas que fueron tapa de "Crítica de la Argentina" allá por el 2008; y creen que desde ahí, desde esa ristra de lugares comunes de peluquería, pueden explicar el país, interpretar al kirchnerismo y superarlo.

Lástima para ellos que la política sea una cosa bastante más compleja y (al menos mientras no cambien las reglas de juego de la democracia), se siga resolviendo en las urnas y haciéndose cargo de los problemas (como Néstor, como Cristina); sin preocuparse tanto por ver quién los generó, sino como se resuelven. 

5 comentarios:

  1. El fútbol es la alegría del laburante. Que gente de mierda. Cuanta gente de mierda.

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  2. NAAAAAAAAAAAAAAA, ES VERDAD ESTO????????? Y BUENO, SI VOTARON A MIGUEL DEL SEL Y A MACRI SE PUEDE ESPERAR CUALQUIER COSA, LASTIMA QUE LARRATA NO SE PRESENTA NO??? LE HARIAMOS SONAR EL ESCARMIENTO.

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  3. Bufarra presidente, no. Le está tendiendo puentes de plata a Don Gato de la Sota, porque en Córdoba está tratando de construirse el polo opositor junto a Moyano y los radicales de Canaleta Sanz y el enano Barletta. Clarín está tan desorientado, que los manda a todos juntos a ver si pueden construir algo antes del inminente final.

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  4. Esta noche en el programa del Sr Jorge Sanata...

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