Mientras
en la plaza enfrente a la Casa de Gobierno sonaban las cacerolas, a un par de
cuadras la Legislatura alumbraba la reforma tributaria reclamada por el
gobierno de Bonfatti, siete meses después de que el Ejecutivo enviara el
proyecto.
Primero
los Diputados modificaron la media sanción que venía del Senado con 33 votos a
favor, 13 en contra y 1 abstención: la del diputado Darío Mascioli (FPV), que
responde directamente al presidente del PJ José Luis Freyre; luego los
senadores aceptaron tratar de inmediato el proyecto sobre tablas (moción
apoyada por el conjunto de los senadores del PJ), y la votación terminó en un
empate (los 8 senadores del FPCyS a favor, los 8 del PJ en contra), que terminó
dirimiendo el vicegobernador Jorge Henn; cuyo voto decidió el destino de la
reforma; asumida como crucial por el gobierno de Bonfatti.
Entre
los 13 diputados de los diferentes bloques del PJ que votaron en contra se
contaron los que responden a Oscar “Cachi” Martínez, de “100 % Santafesino”, el
obeidismo y los legisladores que responden a María Eugenia Bielsa y el diputado
nacional Omar Perotti, los primeros rechazando todo aumento de impuestos, y los últimos oponiéndose en particular al revalúo fiscal de los campos para el
Inmobiliario Rural, y a gravar a parte de la industria con Ingresos Brutos.
Los diputados del flamante bloque del PRO votaron a favor en general, para luego oponerse en la votación en particular a los artículos que incrementan la carga tributaria sobre el campo, y la restablecen sobre parte de la industria (la de mayor volumen y facturación), conjugando su apoyo a la sustentabilidad financiera de la administración de Bonfatti, con la defensa de su propia base electoral de sustentación.
Los diputados del flamante bloque del PRO votaron a favor en general, para luego oponerse en la votación en particular a los artículos que incrementan la carga tributaria sobre el campo, y la restablecen sobre parte de la industria (la de mayor volumen y facturación), conjugando su apoyo a la sustentabilidad financiera de la administración de Bonfatti, con la defensa de su propia base electoral de sustentación.
Lo
que terminó saliendo recoge el despacho de Diputados, donde los legisladores
kirchneristas y los de Producción y Trabajo (que responden a Alberto Maguid, el
líder de UPCN) votaron a favor y posibilitaron en definitivas la sanción de la
ley; que grava con el 0,5 % de Ingresos Brutos a las empresas que facturan más
de 80 millones de pesos al año, establece un 120 % de revalúo de los campos
para el Inmobiliario Rural (el Senado había aprobado un 70 %), y deja sin revalúo
al Urbano, cuyas cuatro categorías más bajas (casas y departamentos de menor valor) no tendrán aumento.
Una
reforma de sentido más progresista que la que había enviado el Ejecutivo, y
mucho más aun que la que obtuvo la media sanción original del Senado: basta pensar
en que en febrero Bonfatti había aumentado por decreto la alícuota de Ingresos
Brutos para las actividades ya gravadas como el comercio y los servicios, pero manteniendo la exención a toda la industria; o
contemplaba actualizar los revalúos de los campos pero en forma progresiva en seis
años, para evitar el impacto de la medida sobre el pago de Bienes Personales y
Ganancia Mínima Presunta (esto alentado por el radicalismo para no favorecer a la Nación con recursos).
Del
mismo modo el mantenimiento de la unidad económica agraria mínima (que el Senado había
suprimido) evitará que se subdividan artificialmente campos para disminuir la
carga tributaria; y la sanción se completa con el gravamen de Ingresos Brutos a
la construcción, el adicional a los grandes propietarios de inmuebles rurales y
el impuesto a las embarcaciones deportivas que estaban en la propuesta original del
Ejecutivo.
En
la reforma que en definitivas se sancionó tuvieron una participación destacada
los dos legisladores del Movimiento Evita, que lograron encolumnar detrás de la
mayoría de sus propuestas al conjunto de los diputados kirchneristas puros (lo
que no es un dato menor); y el socialismo debió ceder ante la UCR aceptando
gravar con Ingresos Brutos a parte de la industria, así como los radicales en
el Senado aceptaron el mayor revalúo de los campos: el propio vice Henn debió
convencer a los senadores remisos de su propio partido de apoyarlo, para que la
reforma no naufragara.
El
Frente Progresista Cívico y Social (que comenzó dividido la discusión de la
reforma) terminó cerrando filas ante los apremios financieros del gobierno,
mientras que el PJ (que al principio de la discusión miraba desde afuera las
desavenencias del oficialismo provincial) evidenció con toda crudeza sus
fracturas internas, que la unidad alcanzada en la renovación de las autoridades
partidarias no logró disimular: por el contrario, una de las tareas que se
autoimpuso Freyre al asumir en el PJ (encuadrar a los bloques legislativos del
peronismo provincial) sigue pendiente, y nada hace prever que se logrará en lo
inmediato.
Para
el PJ la encerrona es compleja: los sectores que acompañaron con su voto la aprobación
de la reforma, lo hicieron a favor de una mayor equidad tributaria, con una
mayor coherencia respecto de la identidad política tradicional del peronismo y los sectores sociales cuya representación históricamente asumió éste; y de un modo
conteste con lo que el kirchnerismo representa como proyecto político, desde su
aparición en el 2003.
De
hecho, si pudo discutirse un aumento del Inmobiliario Rural sin tractorazos en
la Legislatura, es ni más ni menos que porque hubo antes un conflicto con las
patronales agrarias por las retenciones móviles que se terminó desgastando
socialmente; una ventaja lograda por el kirchnerismo para el conjunto del sistema político que el socialismo (que se alineó por entonces con el reclamo de la Mesa de Enlace) no supo ni quiso
aprovechar, para imponer desde el inicio una propuesta más progresiva de
reforma, y eligió priorizar sus compromisos políticos con las patronales del campo (en
especial la Federación Agraria), y atendiendo a su propia base electoral.
Sin
embargo el kirchnerismo provincial deberá cargar en lo inmediato con el costo
de haberle apoyado al gobierno provincial un aumento de impuestos (al menos
hasta que la gente común vea que efectivamente no paga más, o que otros más
poderosos hacen un mayor aporte), sin obtener a cambio alguna
reciprocidad política hacia el gobierno de Cristina, como la propia presidenta
se lo reclamó por teleconferencia días pasados a Bonfatti: por el contrario,
Binner y Barletta recorren el país en una cruzada anti-reeleccionista (cuando no hay siquiera un proyecto formal en ese sentido planteado por el Ejecutivo nacional); y hasta
el propio intendente Corral quiso sacar en la semana estatura de dirigente allende el
municipio, polemizando con la presidenta por la distribución de los recursos en
Santa Fe, cosa que en rigor debe discutir con el propio gobierno provincial del Frente Progresista.
Por
el contrario, los que votaron en contra de la reforma disfrutarán en lo inmediato del rédito
de no haber apoyado un aumento de impuestos (discurso enraizado en el peronismo
provincial cuando era gobierno hasta el 2007, y que también exhibió De La Sota, con los
resultados conocidos para las finanzas cordobesas), pero objetivamente no
podrán ocultar que expresaron con su voto una idea del PJ como partido-garante
de ciertos privilegios fiscales obtenidos en los 90’ por sectores concentrados
de la economía provincial, que hoy deben ser rigurosamente reexaminados.
Del
mismo modo la fractura pone en entredicho la viabilidad del acuerdo de unidad
partidaria, y no habrá demasiado tiempo para lamentaciones: a más tardar el 30
de septiembre (de acuerdo a las pautas constitucionales), el Ejecutivo
provincial debe remitir a la Legislatura el Presupuesto 2013, cuyos números
reflejarán el impacto de la reforma por el lado de los recursos, y como se
distribuirá el oxígeno financiero obtenido por Bonfatti, por el lado de los
gastos.
Se
abre allí una nueva discusión que bien podrían aprovechar las distintas
fracciones del PJ para intentar saldar sus diferencias (a menos que sean
insalvables) poniendo la lupa en los gastos del gobierno, con la autoridad de
haberle aprobado la reforma o facilitado su tratamiento; como hicieron incluso
los senadores del PJ apoyando la moción de sobre tablas para convertirlo en ley la
misma noche que los Diputados lo modificaron.
El Presupuesto se presenta así como la oportunidad por excelencia para un análisis descarnado de los números de la provincia, y si es posible, para meter mano en el mismo remediando en parte los desmanejos financieros de los gobiernos del Frente Progresista; que se traducen además en una menor inversión en términos cuantitativos en áreas críticas (como educación o desarrollo social), y una caída ostensible en la inversión pública, pese a contar con recursos líquidos y disponibles, como el Fondo Federal Solidario que llega de la Nación.
El Presupuesto se presenta así como la oportunidad por excelencia para un análisis descarnado de los números de la provincia, y si es posible, para meter mano en el mismo remediando en parte los desmanejos financieros de los gobiernos del Frente Progresista; que se traducen además en una menor inversión en términos cuantitativos en áreas críticas (como educación o desarrollo social), y una caída ostensible en la inversión pública, pese a contar con recursos líquidos y disponibles, como el Fondo Federal Solidario que llega de la Nación.
En ese mismo contexto podrían todos los legisladores del PJ poner el foco en discutir el manejo que hace el Frente Progresista de
las empresas estatales (la EPE y ASSA); donde el nivel de los recursos no
depende -como pasa con los impuestos- de la discusión legislativa, y ha ido creciendo
todos estos años a partir de decisiones del propio Ejecutivo (diez aumentos en
un caso, seis en el otro); sin que eso se refleje en mayores inversiones y
mejores servicios, sino todo lo contrario; como se ha demostrado en este blog en diferentes oportunidades.
Desde
el punto de vista estrictamente político, el culebrón de la reforma tributaria
dejó también enseñanzas hacia el interior del Frente Progresista: Bonfatti
tendrá de ahora en adelante una excusa menos para intentar justificar los ostensibles baches de su gestión, y los radicales (a partir del voto decisivo de
Henn) tienen a mano un ejemplo más actual sobre como debe comportarse un vice en una votación decisiva, en la que está en juego un proyecto crucial para el
gobierno del que forma parte; y que (para mayores semejanzas aun) tiene que ver con
cargas fiscales que deben afrontar grupos económicos concentrados; del sector
agropecuario, para más precisiones.
Sobre todo
ahora que están tratando de reinstalarlo a Cobos como candidato en el plano
nacional, de cara al 2015, y lo pusieron a recorrer los medios nacionales en la noche de los recientes cacerolazos.
Sin embargo fíjese Freyre: “Estoy analizando renunciar a la presidencia del PJ provincial” …. http://www.launo.fm/2012/09/18/freyre-estoy-analizando-renunciar-a-la-presidencia-del-pj-provincial/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=freyre-estoy-analizando-renunciar-a-la-presidencia-del-pj-provincial
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