La imagen está tomada de la encuesta que colgó Infobae hace un par de días, y por supuesto que al leer ésto los resultados pueden haber variado, pero apuntamos a otra cosa.
Desde ya que este tipo de encuestas tienen todo tipo de vicios y errores metodológicos que las hacen poco confiables como para marcar una tendencia de algo, empezando por lo mal planteada que está la pregunta; que debió haber sido por ejemplo "si usted piensa participar de la marcha del 8N (no por Infobae, no se marcha por un día determinado del almanaque, se marcha justamente ese día), ¿cuál es su principal preocupación?", o algo por el estilo.
Es como cuando le preguntan a la gente quien cree que va a ganar las elecciones, en lugar de por quien va a votar, que sería el dato relevante.
Sin embargo ese "¿Cuál cree usted..." no deja de cabalgar (quizás involuntariamente) sobre un aspecto central de los cacerolazos de esta noche, y es el carácter gaseoso de la protesta, y disperso de los reclamos. De hecho, ni siquiera entre los propios caceroleros hay unanimidad respecto a lo que es no ya el reclamo principal que los moviliza, sino el conjunto de los más significativos.
Lo cual no es un hecho menor (y no es que lo revela la encuesta de Infobae, sino que se puede palpar claramente en las redes sociales o en el contacto personal con los que marcharán hoy), pues a partir de esta noche misma escucharemos a los medios y a la dirigencia opositora repetir hasta el cansancio el latiguillo de que "el gobierno tiene que escuchar a la gente que se manifestó, y tomar nota de sus reclamos".
Pues bien entonces, cabe preguntarse ¿cuáles son esos reclamos, que orden de urgencia o prioridad les asignan ellos mismos y en todo caso, la solución de todos depende de algo que pueda hacer o dejar de hacer el gobierno?
A lo ya dicho sobre la escasa consistencia de estas encuestas así planteadas como elementos de análisis de la realidad social, añadiremos que tampoco se puede saber si las personas que contestaron participarán o no de la marcha, y si lo harán, si expresaron lo que a ellos más les preocupa para movilizarse, o lo que creen que más les preocupa a los que estarán junto con ellos en los cacerolazos.
Aun así, adviértase que la desocupación (que es el disparador por excelencia de las protestas sociales en Europa y EEUU, ya que los cacerolos quieren convertirse en los "indignados argentinos") prácticamente no existe como preocupación, y el nivel de los salarios no figura siquiera en el menú de opciones, o a lo sumo está subsumido en el escaso porcentaje asignado a "otros".
Y la inflación (tema preocupante si los hay, y donde legítimamente se le puede reclamar al gobierno que tome medidas para corregirla) pesa menos en la percepción de los motivos de la protesta que tienen los que contestaron la encuesta, que la posibilidad de re-reelección de Cristina, el cepo cambiario y las "actitudes intolerantes".
A propósito de éstas útimas, como no aclara la encuesta si se refiere a las que se le pueden atribuir a la presidenta, a los funcionarios o al gobierno en general y en que consitirían (¿hay acaso presos políticos, estado de sitio, censura previa, prohibición del derecho de reunión, ley marcial o algo parecido?), el alto porcentaje que tiene asignado en la ponderación de las opiniones (tercero detrás de la inseguridad y la corrupción) es conteste con lo de "¿usted por qué cree que protestan?", digamos: es más una sensación, que una realidad sustentada por hechos concretos.
A menos que cuando se hable de actitudes intolerantes, se refieran a cosas como ésta, con la que amanecimos en Santa Fe el 8N:
Alguien podrá decir que la inseguridad y la corrupción (que figuran en los dos primeros puestos de la tabla de preocupaciones de los cacerolos, según la percepción de los encuestados por Infobae) son cosas más tangibles, y que preocupan a mucha gente; marche o no al cacerolazo hoy a la noche, y es cierto.
Tanto como que estaban presentes el 23 de octubre del año pasado cuando Cristina obtuvo más del 54 % de los votos, lo que no implica negar que existan, sino poner en tela de juicio que verdaderamente puedan motivar un comportamiento político, al menos uno con las características de organización y cuidadosa preparación que tuvo el famoso 8N.
O que es poco serio sostener que el único lugar donde hay corrupción es en el Estado, y más precisamente en el gobierno nacional; o que los demás gobiernos no tienen nada que hacer y decir respecto al problema de la inseguridad: pregúntenle a Bonfatti si no.
O que es poco serio sostener que el único lugar donde hay corrupción es en el Estado, y más precisamente en el gobierno nacional; o que los demás gobiernos no tienen nada que hacer y decir respecto al problema de la inseguridad: pregúntenle a Bonfatti si no.
En su momento Blumberg encabezó una movidad con la preocupación por la inseguridad como bandera (a partir de una tragedia personal que generaba indudable empatía con la gente), y tuvo su acompañamiento masivo inicial, para luego diluirse.
Más aun: intentó desde ese protagonismo adquirido socialmente pasar a la arena electoral, con los magros resultados conocidos. Lo mismo sucedió antes con Rico, Patti o Bussi: tenían un techo de crecimiento, o una capacidad geográficamente limitada de penetrar con su discurso.
Porque la inseguridad (aunque esto le cueste digerirlo a la derecha manodurista) tiene efecto limitado como aglutinante político y discurso de acumulación electoral; tanto en el tiempo como en su capacidad de captación de sectores sociales: es una especie de "muletto" para usar cuando todo lo demás (centralmente, la economía y sus efectos sociales) falla.
A la gente le preocupa vivir segura, pero también le preocupa (y con seguridad más, día a día) tener trabajo, salario, vivienda, casa o los servicios básicos elementales; cosas todas esas que la mayoría de los cacerolos tienen garantizada y que por ese motivo ni aun en una encuesta armada por Infobae, y a título conjetural, forman parte de sus preocupaciones primordiales.
Sería interesante hacer hoy en los cacerolazos una encuesta de campo, en el terreno, con los que vayan, para saber cuáles son sus preocupaciones centrales y más acuciantes, dichas por ellos mismos (sin el filtro de lo que los demás "creen" que les preocupa); y poder conocer los resultados, si es que se pueden difundir en algunos casos.
Porque entonces (como dijo Cristina) la cosa sería más sincera, y nos podríamos entender más fácil, o no, pero saber para donde va cada uno.
A mí la encuesta que me hubiera gustado hacer es: ¿a quién votó el año pasado? Estoy seguro que más del 95% diría que no a Cristina. Pero hoy los medios están meta que meta con que "muchos votaron a Cristina".
ResponderEliminarNestornautas los cacerolos nacieron hace 40 años en Chile, en que la oligarquía salió con sus cacerolas a mostrarle al Presidente Allende que no tenían para comer y él se tenía que ir porque era un asqueroso comunista.
ResponderEliminarFea la actitud, cacerolos.
Hablar de intolerancia es poco, lo que pasó ayer en la plazoleta Walsh es una tremenda hijaputez. Este escritor y periodista tuvo el coraje de dejar la osamenta por enfrentar con la pluma a la Junta Genocida mediante su Carta Abierta.
Muchos hablan y pocos la conocen, sería bueno que la publicaran, porque es un documento político y periodístico que debe permanecer en la memoria.
Juan el anónimo.
Compañeros no se adelanten porque todavía no hemos escuchado las reflexiones del inefable gurú local Rogely el Gordo Sorete.
ResponderEliminarTambién contengamos nuestras ansias hasta el domingo en que el Gordo Bufarra analice el exitazo de la movilización cacerola.
Ojo al piojo, no sea que el primero escriba una novela al respecto y el otro organice un caceroleo en Venezuela.
Esta oposición es más aburrida que el canal local SI televisión.
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