martes, 5 de febrero de 2013

ESCRACHES, DEBATES Y VOTOS


Por Raúl Degrossi

Los insultos de Miguel Del Sel a Cristina fueron un aparente exabrupto personal de alguien que participa activamente en política (no una simple figura del espectáculo), y todo indica que hasta la posterior disculpa es parte de un modus operandi de campaña, que implica pegar primero (como guiño al electorado propio), y disculparse después (para cazar en campo ajeno).

Los silbidos a Boudou en el acto de conmemoración del combate de San Lorenzo pueden haber sido orquestados por el FPCyS, haciendo blanco en la figura más vulnerable del kirchnerismo y aprovechando que no estaba Cristina presente; como una forma de hacer catarsis por la crisis de seguridad de la provincia (que atribuyen a puras operaciones del kirchnerismo), o como una revancha esperada por los silbidos a Binner en el acto del día de la bandera del 2011, en plena campaña.   

El escrache a Kicillof fue protagonizado por gente común, o no tan común: era sencillo adivinar un componente de cacerolos indignados porque no pueden comprar dólares para fugar al exterior, porque viajar, estaban viajando; concretamente a Uruguay.

O todas esas interpretaciones pueden ser erróneas, o no compartidas; y se nos podría objetar que ponemos el acento en tres episodios donde los insultos partieron desde ellos, hacia nosotros.

La verdad, en el fondo, ninguna de todas esas cuestiones es relevante.

Como tampoco lo es el falso (porque alienten todo el tiempo que estas cosas pasen) aire de indignación que asumen los medios (y al que infaltablemente se adhiere la dirigencia que eligió secundarlos siempre, como estrategia de acumulación política) por la "escalada del clima de confrontación que se vive en el país"; del que incluso responsabilizan al gobierno, en una elíptica (o no tanto) justificación de los insultos o los escraches.

Lo que sí es más importante analizar es que estos episodios expresan otras cosas, a las que habría que prestarle más atención, como la insoportable chatura del nivel de debate político en el país; contexto en el cual a la agenda del gobierno (al que se le critica su "relato"), le sigue la crítica sistemática del complejo opositor (medios + dirigentes/dirigidos); sin que alumbre la menor perspectiva de una propuesta alternativa, sin que se caiga una idea, sin que exista el más mínimo esbozo de como sería el país del post kirchnerismo.

Hay intuiciones, sospechas, que tienen más que ver con nuestras experiencias del pasado, que con la certeza de lo que podría pasar si otros, que no fueran Cristina (incluyendo a Scioli), estuvieran en el gobierno.

Certeza que se suma a la mediocridad del debate (por momentos obsesivamente planteado como una guerra de declaraciones propias de un programa de chimentos de la farándula), para darnos otra seguridad: la hoja de ruta de un programa de gobierno alternativo al que se está ejecutando desde el 2003, no vendría desde la política.

Esto es más nítido si se pone la mirada en algunos movimientos de la economía (en especial la pulseada para forzar al gobierno a devaluar), y en como hasta los silencios de la dirigencia opositora convalidan prácticas predatorias en lo económico, con potencial desestabilizante en lo político; al menos en el pasado.

Una oposición que se limita a tomar nota de algunos efectos visibles económicamente (la inflación, el alza del dólar ilegal), pero sin hacerse cargo de sus causas profundas, y mucho menos de los efectos que produciría a futuro que el poder político (hoy circunstancialmente a cargo del kirchnerismo, al menos en el Ejecutivo), vuelva a abdicar su capacidad de intentar arbitrar ante los intereses corporativos.

Discutir sobre escraches e insultos, o sobre el clima de crispación,  no es sólo discutir cuestiones irrelevantes; sino eludir el debate de lo que importa.

Con lo paradojal de terminar alimentando formas rústicas de la anti-política, que pueden proyectarse circunstancialmente sobre funcionarios del gobierno (porque además es lo que hoy paga mediáticamente, visibilizando algo), pero que -a no dudarlo- harán blanco -más tarde o más temprano- sobre el conjunto de la política; como en los tiempos del 2001.

Ahí allí un enorme contrasentido: mientras el gobierno que expresa al proyecto político que corporizó la salida de la crisis poniendo el acento en la política, intenta resistir el intento de imponer un nuevo stop and go que vuelva las cosas al punto de inicio (como sucedería si devaluara al ritmo del dólar blue, por ejemplo), muchos de los responsables directos o indirectos de aquélla crisis (porque la fogonearon, o porque no la supieron conducir)  aceptan el debate político en esos términos ramplones; reducidos casi a una pelea de vedettes por el cartel.

Y lo hacen esperando de ese modo capitalizar electoralmente a eso que Gerardo llama acá la Argentina garca; que adquirió visibilidad pública en los cacerolazos, pero no se agota allí; y nos remite a un debate pendiente sobre las formas y grados concretos de repolitización de la sociedad a partir del 25 de mayo del 2003.

O en todo caso, sobre las nuevas formas de politización, porque una sociedad siempre está politizada, en un sentido o en otro.

Allá ellos si, cuando se abran las urnas, se sorprenden una vez más porque esa estrategia de acumulación política no hace más que fortalecer el núcleo duro de adhesiones al gobierno de Cristina (por encima incluso del juicio de valor puntual sobre el desempeño de la gestión); o no les depara beneficios, porque alimentar a la bestia anti-política del "uomo cualunque" indignado se traduce en votoblanquismo, o abstención electoral.

Porque si algo dejaron en claro las elecciones del 2011 y los cacerolazos del año pasado (tan distintos entre sí, en apariencia) es la crsis de representación política y de modelo de acumulación de todo el espectro opositor; y nada indica que eso haya cambiado sustancialmente.

Quizás sea el momento en que nosotros empecemos a resistir la tentación de reducir el debate político a esos términos, apurados por la réplica veloz al insulto fácil (aun con los señalamientos oportunos de algún exabrupto), para concentrarnos en los temas que importan; promoviendo incluso hacia el interior del propio kirchnerismo (sobre todo allí) los verdaderos debates pendientes.

4 comentarios:

  1. cuando ganemos este año de nuevo que van a hacer estos odiadores seriales comandados por sanata?

    ResponderEliminar
  2. En lo de el Pibe, aparecen los tweets de Mora Furtado, pavoneando de haber sido una de las agresoras, sería bueno conseguir que dicen las leyes uruguayas al respecto, creo que el barco tenía esa bandera, para denunciarla y no dejar hacer, dejar pasar, porque podemos discutir desde polos opuestos nuestras convicciones, pero agredir a una familia en patota demuestra su intolerancia y poco respeto por las normas democráticas y el voto del pueblo.
    Nunca menos y abrazos

    ResponderEliminar
  3. El abucheo a budu "la figura más vulnerable del gobierno" no hay duda que fue orquestado por el FPCyS. Seguro en estos días sale el gobernador o algún ministro a pedir la interveción de la vicepresidencia jeje

    ahhh nostalgia de esos días de campera de cuero... girando con la mancha de rolando

    ResponderEliminar
  4. El anónimo de arriba no siquiera terminó de leer el post parece, sobre todo la parte que dice: "O todas esas interpretaciones pueden ser erróneas, o no compartidas; y se nos podría objetar que ponemos el acento en tres episodios donde los insultos partieron desde ellos, hacia nosotros.

    La verdad, en el fondo, ninguna de todas esas cuestiones es relevante."

    ResponderEliminar