Está claro a esta altura que la cuestión de la pobreza y sus números ha venido a reemplazar a la polémica por las cifras de la inflación: en esta nota de Clarín del sábado a la que corresponde la imagen de apertura se toma nota de las distintas "mediciones privadas alternativas" de la pobreza, que oscilan en ubicarla entre un 27,5 % (el OSO de la Universidad Católica) al 36,5 % de la consultora montada por Lozano con los "desplazados del INDEC"; pasando por el 30,9 % de la CGT moyanista .
Lo cual de por sí ya revela que metodológicamente serían poco serios, dado que la brecha entre las "puntas" de sus propias mediciones sería de 9 puntos porcentuales, o lo que es lo mismo, un diferencial del 33 % entre sí.
Sin embargo la cuestión a analizar es otra, y tiene que ver con que se trata de instalar ya desde la tapa de Clarín (sin que sea el único medio que incurre en tal práctica) la idea de que es falso que los principales indicadores (incluyendo la pobreza y la indigencia) hayan mejorado sustancialmente en el país en los últimos años; es decir la famosa polémica por "la década ganada", o la realidad versus el "relato". Hoy por ejemplo lo complementan diciendo acá que la industria tiene el mismo peso en el PBI que en el 2001.
Volviendo a la pobreza, desde el punto de vista estrictamente técnico o estadístico (y aun prescindiendo de las cifras oficiales) se podría apuntar que (como se dice por ejemplo acá) hay organismos internacionales de las más variadas tendencias ideológicas como la CEPAL, el Banco Mundial o la FAO que han reconocido en múltiples oportunidades y hace muy poco los logros del país en ese campo, marcando incluso que sobresale en una región -como América Latina- que en los últimos años ha registrado sensibles avances en la reducción de la pobreza, la indigencia y la desigualdad.
O se podrían arrimar al debate los argumentos y circunstancias objetivas que aporta Artemio López acá.
O se podrían arrimar al debate los argumentos y circunstancias objetivas que aporta Artemio López acá.
Pero la disputa sobre la pobreza no es técnica, sino política; y es parte de la vieja discusión sobre cuanto influyen los medios en la percepción ciudadana, y en la configuración de las opciones electorales.
Ellos piensan que de un modo decisivo, y por eso operan políticamente con decisión lanzándose a construir subjetividad política, para influir en ese campo; y desde el sistema político (al menos en nuestra visión) el imperativo es -sin rehuir el debate- no perder de vista que la gente termina definiendo sus opciones electorales, según sus condiciones materiales de existencia; o al menos la percepción que tenga de ellos en el presente, y de cara al futuro.
Cuando la polémica por las cifras de inflación del INDEC, la inmensa mayoría de la población descreía de las cifras oficiales, y sin embargo también una amplia mayoría le ratificó la confianza en las urnas al kirchnerismo en dos oportunidades; por la simple y sencilla razón de que sus políticas públicas objetivas, le mejoran las condiciones materiales de existencia.
De modo que, ante el empeño redoblado del dispositivo mediático opositor en convencer a muchos de que la "década ganada" fue en realidad perdida, hay que resistir la tentación de entrar en una disputa que ya fue saldada por los argentinos con millones de votos en el 2007 y el 2011; incluyendo en el amplio espectro de aprobación de sendas candidaturas presidenciales de Cristina (para desechar el socorrido argumento del clientelismo), el concurso de vastos sectores de las clases medias; de los cuales no pocos votos fugaron hacia otras opciones cuando las elecciones no eran ejecutivas como en el 2009 y 2013.
Este es el dato que preocupa al complejo mediático opositor (que editorializa y pretende organizar la oferta electoral opositora), porque lo el año que se viene se elige es -ni más ni menos- quien ha de gobernar el país los próximos cuatro años.
Y para entonces el ciudadano común volverá a tomar nota no tanto de lo que le dicen los medios, sino de la evolución de sus condiciones materiales de existencia (básicamente: empleo, salario y consumo), y optará en consecuencia.
Lo que supone un desafío para el gobierno que tiene que trabajar objetivamente para minimizar las dificultades reales (inflación desacelerándose pero en niveles altos, amenazas al empleo, merma en los niveles de actividad); pero también para el amplio y variado archipiélago opositor; que tiene que convencer a los argentinos de que ellos están en mejores condiciones que el kirchnerismo para encarar esa tarea.
Lo cual vale tanto para los que cargan en sus alforjas con ostensibles fracasos anteriores (como los que componen el FAUNEN), como para los que pretenden encarnar "la nueva política", como Macri o Massa.
Este empeño mediático por incidir en el humor social y la percepción ciudadana de la situación tiene que ver -exclusivamente- con ese dilema de hierro: si la situación del país fuera tan caótica y desastrosa como la plantean, no sería necesario discutir tanto sobre cuantos pobres o indigentes hay, porque la verdad objetiva se abriría paso por su propio peso.
Empeño que llega a extremos francamente risibles, como en ésta nota de La Nación también del sábado, en la que nos decían que el país estaba pésimo en un "ránking mundial de miseria":
Nota en la que nos contaban cosas como ésta: "Pero el economista Steve Hanke, de la universidad Johns Hopkins, -y que en la década del 90 fue asesor del ministro Domingo Cavallo y presidente del fondo de inversión Toronto Trust Argentina- comenzó hace más de una década a aplicarlo a la situación de todo el mundo. En diálogo telefónico con LA NACION, desde Baltimore, Hanke dijo que la situación de la economía argentina es "desastrosa".
Además, advirtió que el índice de miseria muestra una fuerte correlación inversa entre la situación social de un país y la popularidad de su presidente."La economía argentina es un desastre; los Kirchner han generado una situación muy mala", dijo. Cuando se le aclaró que el kirchnerismo gobierna desde 2003, dijo que esto se debe a que "la competencia no ha sido vigorosa", desde los otros partidos." (las negritas son nuestras).
El teorema sería entonces sencillo: el país es un desastre, desde hace años; y si el kirchnerismo ganó una elección presidencial tras otra (y les preocupa que lo vuelva a hacer el año que viene) es -simplemente- porque los opositores son bastante pelotudos.
Cosa que en parte es cierta, para que lo vamos a negar; pero traten de no ventilarlo en público chicos, porque se les complica la cosa.
en inflacion la Alemania de Weimar, en delincuencia Ciudad Juarez o Chicago en los 30,en salud la curandera de la esquina y en politica Ceasescu,Stalin ,Hitler y Papa Doc...estamos archicagados
ResponderEliminarHago mi comentario y digo que Clarín y La Nación son tan cagones como la oposición convertida en rejuntadero de inútiles, viejos chotos y desquiciadas y por el otro de lúmpenes y mafiosos. Porque son cagones? porque no se animaron a poner una foto de la miseria en Abisinia (Etiopía) cuando el emperador era Hailé Selassié I. Entonces sí, el último que apague la luz, pero dejen el tele prendido así la gorda reina Jorge se masturba revoleando concheros y mentiras.
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