Y finalmente llegó el día, ese en el que tenés que entrar al cuarto oscuro con el sobre, elegir la boleta y ponerla adentro de la urna.
El día en el que cerrás la puerta del aula y quedás solo, sin nadie que te sople al oído lo que tenés que hacer, ni te vea cuando elegís la boleta por la que te terminás decidiendo. Solo sin Lanata ni "678", sin cadenas nacionales ni TN: solo vos, el sobre, las boletas y tu decisión.
Esa que en ese momento de soledad nadie te puede reprochar, salvo vos mismo. Porque si la pifiás (y mirá que la hemos pifiado de veces los argentinos) al único que no le podrás decir el día de mañana "yo no lo voté", es a vos mismo.
El día en el que cerrás la puerta del aula y quedás solo, sin nadie que te sople al oído lo que tenés que hacer, ni te vea cuando elegís la boleta por la que te terminás decidiendo. Solo sin Lanata ni "678", sin cadenas nacionales ni TN: solo vos, el sobre, las boletas y tu decisión.
Esa que en ese momento de soledad nadie te puede reprochar, salvo vos mismo. Porque si la pifiás (y mirá que la hemos pifiado de veces los argentinos) al único que no le podrás decir el día de mañana "yo no lo voté", es a vos mismo.
Esta vez no hay parvas de boletas, ni listas sábanas, ni festival de colectoras ni tijeritas: solo dos papeles, que expresan dos ideas del país que esperás para los próximos 4 años, y del que puede ser; más allá de lo que cada uno espere.
Es así de sencillo, aunque algunos te digan que "son lo mismo" y llamen a votar en blanco: no lo son, porque cada candidato que vas a encontrar hoy en el cuarto oscuro es mucho más que él mismo, en todo sentido.
Por lo que dice y por lo que calla, por los que lo apoyan y los que lo critican, por los que ganarán o perderán con las decisiones que tome si es elegido.
Es así de sencillo, aunque algunos te digan que "son lo mismo" y llamen a votar en blanco: no lo son, porque cada candidato que vas a encontrar hoy en el cuarto oscuro es mucho más que él mismo, en todo sentido.
Por lo que dice y por lo que calla, por los que lo apoyan y los que lo critican, por los que ganarán o perderán con las decisiones que tome si es elegido.
Aunque seas de los que creen que la política no influye ni tiene nada que ver con tu vida cotidiana y concreta, con tu futuro y el de tu familia y seres queridos, pensálo un poco; hacé un pequeño esfuerzo de memoria y te vas a dar cuenta que sí, influye. Y mucho.
Y si sos de los que creen que todo lo bueno que te pasa es fruto y consecuencia de tu propio esfuerzo, aun así seguro pensarás que lo malo que puede pasarte, viene de la política y de los gobiernos. Por eso tenés que pensar muy bien lo que decidís.
Está todo mas o menos dicho (aun lo que no se quiso decir, o no se quiso escuchar), lo que implica que información para decidir no falta. Lo que puede faltar en todo caso es algo de memoria, pero es cuestión de ejercitarla un poco.
Porque un país es como un jenga, y el gobierno la mano que mueve las piezas, si no la única, al menos la más importante en papeles, y la que vos podés elegir. Y si la pifia con el movimiento adecuado, la torrecita se viene abajo y hay que empezar a armarla de nuevo, de cero. Ya lo vivimos, ya nos pasó.
Porque vos no elegís a los que forman precios, a los que fabrican y producen, a los que venden o especulan, o a los que guardan dólares en el colchón, o los fugan del país.
Pero sí elegís al que te tiene que cuidar los garbanzos para hacer que todos esos hagan menos daño, o puedan hacer más bien; para tratar de ponerlos en cintura, o conducirlos para el beneficio del conjunto.
No es un concejal ni un diputado, ni siquiera un intendente o un gobernador: estás eligiendo al tipo que tiene la responsabilidad de conducir el barco donde vamos todos; y si lo hace naufragar, será tarde para descubrir (como nos pasò en el 2001) que -al igual que en el Titanic- cuando se hunde no hay salvavidas para todos.
No es el programa de Marley ni una encuesta en las redes sociales, no es la compra de un electrodoméstico que podés devolver si no funciona y está en garantía; y una vez que metiste el voto adentro del sobre, y el sobre en la urna, no hay vuelta atrás, ni arrepentimiento; ni botón para resetear y empezar de nuevo, ni aviso que te pregunte si querés guardar los cambios que hiciste.
Por todo eso, simplemente pensálo.
No es el programa de Marley ni una encuesta en las redes sociales, no es la compra de un electrodoméstico que podés devolver si no funciona y está en garantía; y una vez que metiste el voto adentro del sobre, y el sobre en la urna, no hay vuelta atrás, ni arrepentimiento; ni botón para resetear y empezar de nuevo, ni aviso que te pregunte si querés guardar los cambios que hiciste.
Por todo eso, simplemente pensálo.
Este triunfo se le dedico de todo corazón al Colo y a ram.
ResponderEliminarFelicitaciones Mariano, se ve que comenzó con todo la revolución de la alegría que viene a unir a los argentinos. Y terminó tu vagar en busca de un candidato por donde empezó: en Mauricio, un genuino liberal que jamás vivió al amparo de los negocios con el Estado, y un hombre de trabajo que -como vos- tiene las manos callosas de la pala y el arado. A disfrutarlo
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