El gobierno de Néstor
primero y de Cristina después fueron consecuentes en diseñar -desde
la política- una estrategia cuyo objetivo es la maximización de
inversiones y de los recursos empleados para el logro del
autoabastecimiento de hidrocarburos, en el corto, mediano y largo
plazo.
Con marchas y contramarchas, ensayos pruebas y errores; desde la "ley corta" de hidrocarburos y el intento de "argentinización" de YPF con la fallida incursión de Eskenazy, a las retenciones móviles a las exportaciones de petróleo, la nacionalización de YPF, la Ley 26.741 (que impregnaba un nuevo paradigma a la anterior 17.319) y el Decreto 1277/12 fueron las herramientas de esa decisión política.
Con estas herramientas y la posterior modificación de la Ley 17.319 se enfrentó la realidad; que además es cambiante por definición: pensemos en los valores del petróleo hace una década, y hoy.
Con marchas y contramarchas, ensayos pruebas y errores; desde la "ley corta" de hidrocarburos y el intento de "argentinización" de YPF con la fallida incursión de Eskenazy, a las retenciones móviles a las exportaciones de petróleo, la nacionalización de YPF, la Ley 26.741 (que impregnaba un nuevo paradigma a la anterior 17.319) y el Decreto 1277/12 fueron las herramientas de esa decisión política.
Con estas herramientas y la posterior modificación de la Ley 17.319 se enfrentó la realidad; que además es cambiante por definición: pensemos en los valores del petróleo hace una década, y hoy.
Por la Resolución Nº
14/15 de la “Comisión de Planificación y Coordinación
Estratégica del Plan Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas”
(creada por el Decreto 1.277/12) se diseñó una política sectorial
para reducir la brecha entre la producción de crudo (del tipo
Medanito que es el que se refina en el país por su mejor aptitud
para este proceso) de dos vías: (1) incrementando en el corto plazo
la producción de petróleo crudo, reduciendo de esta forma las
importaciones y, por ende, el flujo creciente de divisas, y (2)
estimulando la inversión en exploración y explotación para contar
con nuevos yacimientos que permitieran recuperar el horizonte de
reservas y lograr el autoabastecimiento de hidrocarburos.
Consecuencia de este
decisión se debió resolver que hacer con el excedente de producción
que no pudiera ser procesado en las refinerías locales, y que por
ende debía ser vendido, en un contexto de caída del precio
internacional del barril de crudo.
La circunstancia de
estímulo a la producción y precios bajos requirió contar entonces
de una intervención estatal de asistencia para ser posible. Y esto
para contar con petróleo a precios razonables y en cantidad
previsible en el tiempo, para asegurar otras políticas, como fueron
la de “industrialización + producción + empleo” y la de “aumento
de las exportaciones e ingreso de divisas”.
Esa política dispuesta
fue establecer compensaciones económicas temporales pagaderas en
pesos destinadas a fomentar la producción de petróleo: “de
hasta TRES DÓLARES ESTADOUNIDENSES POR BARRIL (3 USD/BBL), por la
producción total de cada empresa que resulte beneficiaria, siempre y
cuando su producción trimestral de crudo sea mayor o igual a la
producción tenida por base para el presente programa, y que el
precio de venta de referencia en el mercado al que destine su
producción sumado al compensación que reciba como estímulo a la
producción no supere los valores por Cuenca definidos en el apartado
I.9 del Anexo I de la presente; por otro lado, si debido al excedente
de producción de petróleo crudo generado y que por sus
características técnicas no puede ser refinado en su totalidad en
el territorio nacional, para estimujlar la exportación de los
saldos, de una compensación económica de hasta DOS DÓLARES
ESTADOUNIDENSES POR BARRIL (2 USD/BBL) de “Petróleo Crudo”
exportado, a favor de las empresas beneficiarias que destinen parte
de su producción al mercado externo; y para aquellas empresas que
destinen parte de su producción al mercado externo cuyo promedio de
exportación trimestral se encuentre por encima de la exportación
tenida como base para el presente programa, de hasta TRES DÓLARES
ESTADOUNIDENSES POR BARRIL (3 USD/BBL) de petróleo crudo exportado,
aplicable a la exportación de cada beneficiaria, montos que no
podrán ser acumulables con el referido en el párrafo previo.”
(Res. 14/15 CPCEPNIH)
El programa de asistencia
se planteó hasta el 31/12/2015, donde sería reconsiderado a la luz
de las circunstancias que se dieran a esa fecha.
Al día de hoy, de esas
circunstancias, se dan dos relevantes: (1) el precio del barril de
crudo se desmoronó hasta la linea de los U$S 31/32, el más bajo
desde 2003; (2) el gobierno de Macri, con el área concentrada en
manos de Aranguren (ya que por Decreto 272/15 disolvió la Comisión de
Planificación y Coordinación Estratégica del Plan Nacional de
Inversiones Hidrocarburíferas y le transfirió sus competencias al
ex CEO de Shell, ver acá), discontinuó el pago de las
compensaciones.
Se advierte en esta
medida que los anuncios de Aranguren se están cumpliendo: no le
interesa el nivel de producción local de petróleo, porque para él
el autoabastaecimiento (la soberanía energética) es una política
que no comparte ni entiende estratégica para el país; si declina la
producción local se suplirá con importaciones; no está entre sus
preocupaciones de funcionario estatal el mantenimiento del nivel de
actividad, y con ello de ocupación de mano de obra local y la
participación de las provincias en las regalías petroleras.
No por sabido es menos
grave. Los diarios de hoy dan
cuenta de los encuentros en Chubut del gobierno provincial, empresas y
sindicatos.
Ellos rubricaron una acta
de 7 puntos donde reclaman se restituyan los mecanismos o se
implementen nuevos que “permitan morigerar los efectos de esta
situación", exigieron un "tratamiento equitativo al precio
del petróleo de exportación para el mantenimiento de la paz social"
y advirtieron que de no existir esos mecanismos “se generará una
caída significativa de la actividad".
Es al gobierno nacional (que parece desentenderse de la cuestión) al que le exigen respuestas; y los dichos y las medidas que hasta acá vinieron planteando Macri y Aranguren y su predisposición a alentar o practicar despidos de personal, no transmiten precisamente tranquilidad.
Es al gobierno nacional (que parece desentenderse de la cuestión) al que le exigen respuestas; y los dichos y las medidas que hasta acá vinieron planteando Macri y Aranguren y su predisposición a alentar o practicar despidos de personal, no transmiten precisamente tranquilidad.
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