Aunque la noticia no esté en la
primera plana de los diarios porteños ni digan nada en las radios o la tele, la
municipalidad de Las Rosas (Departamento Belgrano) vive un prolongado conflicto
desde diciembre del año pasado, cuando asumió como intendente Javier Meyer del
PRO (con Macri en la foto de apertura).
El conflicto empezó cuando Meyer
procedió a descontarles a los delegados gremiales de la FESTRAM (el gremio de
los municipales santafesinos) de sus sueldos mensuales determinados
adicionales, con el argumento de que su cobro era ilegal.
La medida generó las previsibles
protestas y paros, y desde el gremio pidieron la intervención del Ministerio de
Trabajo de la provincia; que decretó la conciliación obligatoria, que ya fue
desconocida tres veces por el intendente.
Mientras tanto, a pedido de Meyer
llegaron a Las Rosas más de 100 gendarmes que pusieron el pueblo bajo su
virtual control, en medio de un clima enrarecido que incluye amenazas y el
despliegue de patotas que amedrentan a los trabajadores en conflicto.
El Concejo Municipal de la ciudad
votó el acatamiento de la conciliación obligatoria para poder zanjar el
conflicto, pero el intendente sigue sin darle pelota al asunto, y se mantiene
firme en sus trece.
El proceder de este típico
representante de “la nueva política” que plantea el PRO es ilegal por donde se
lo mire: al convocar a los gendarmes por su cuenta y sin la intervención del
gobernador de la provincia ha violado la Ley 24.059 de seguridad interior, que
en su artículo 24 establece claramente que es la máxima autoridad política de
la provincia la que debe requerir el concurso de las fuerzas federales.
Claro está que esta presencia de
los gendarmes (que continúan en Las Rosas hasta hoy) no se hubiera dado sin la
complicidad del Ministerio de Seguridad de la Nación que conduce Patricia
Bullrich, que para defender a un intendente “del palo” se pasó a nado el
federalismo, la autonomía provincial y la ley de seguridad interior.
Es difícil además encuadrar el
pedido de Meyer para que llegara la Gendarmería en lo que dice el artículo 23
de la misma ley que establece las causales en que procede: “Cuando estén en
peligro colectivo la vida, la libertad y el patrimonio de los habitantes de una
región determinada”, “Cuando se encuentran gravemente amenazados en todo
el país o en una región determinada del mismo, los derechos y garantías
constitucionales o la plena vigencia de las instituciones del sistema
representativo, republicano y federal” y “En situación de desastre según
los términos que norman la defensa civil.”.
Recordemos que se trata de un conflicto gremial entre el
intendente, parte de sus empleados y la FESTRAM, y que estaba interviniendo el
Ministerio de Trabajo de la provincia. Probablemente el intendente PRO de Las
Rosas haya sido un precursor del “protocolo de la protesta social” del gobierno
nacional, y pensara resolver el conflicto a lo Cresta Roja: con palazos y balas
de goma dispensados por los gendarmes.
Pero además al no acatar (por 3
veces) la conciliación obligatoria dispuesta por el Ministerio de Trabajo de la
provincia, Meyer ha violado la Ley 10.468 de Santa Fe, y se hace pasible de las
sanciones más graves que la misma contempla, por ser reincidente.
Por supuesto que no la acata
porque eso lo obligaría a retrotaer la situación al inicio del conflicto, cesar
en los descuentos de los salarios a los trabajadores, devolverles lo descontado
y abstenerse de tomar cualquier medida en contra de ellos (artículos 15 y 16 de
la ley cit.)
Y al desconocer el hecho de que
el Concejo votó para que la acepte, Meyer hizo pasar la situación a otro plano,
generando un conflicto institucional de poderes que pone a la municipalidad en
condiciones de ser intervenida, y a él de ser removido de su cargo.
En efecto, así lo dispone la
Constitución de la provincia en su artículo 108: “La Provincia puede
intervenir por ley, o por decisión del Poder Ejecutivo, en receso de la
Legislatura, con cargo de dar cuenta inmediata a ésta, los municipios y comunas
a los solos efectos de constituir sus autoridades en caso de acefalía total, o
de normalizar una situación institucional subvertida.”
El gobierno de Lifschitz
consintió hasta acá la degradación de su autoridad por el intendente, que
cuenta con un fuerte apoyo del gobierno de Macri: el gobernador permitió que
ingresaran y se instalaran gendarmes en una ciudad de Santa Fe para suplir a la
policía provincial sin que él lo haya pedido, y que sea desconocida por
completo la autoridad y la competencia de su cartera laboral.
Y pese a que el conflicto está
instalado desde que asumió y fue escalando en gravedad, esperó hasta que el
domingo pasado la Legislatura comenzara sus sesiones, para “conversar” con los
bloques legislativos si interviene o no la municipalidad, para lo cual sobran
los motivos.
Tamaña desidia solo se puede justificar desde la interna
del frente progresista (Lifschitz debe temer alguna estocada de Corral, el
autoerigido representante de Macri en Santa Fe), o por el miedo del gobierno
provincial a algún tipo de represalia del gobierno nacional, por eyectar de su
cargo a un intendente del PRO.
Ayer anduvo por acá Patricia Bullrich, y cuando la
consultaron por el tema se limitó a decir que “tenía que consultar con el
Secretario de Seguridad” para saber si la llegada de los gendarmes a Las Rosas
fue o no pedida por el gobernador (el único autorizado para hacerlo, como
vemos) o su ministro de Seguridad, pero eso sí: se ocupó de exigir que “dejen
gobernar” a Meyer, como si fuera un perseguido político o un obstruido en su
gestión. Acá pueden acceder al audio de "El hormiguero".
Habrá que ver como termina decantando la cosa, pero tal
parece que el socialismo no aprendió nada de los episodios de la triple fuga, y
tiene pánico de tomar medidas que caigan mal en la Casa Rosada, aunque
claramente correspondan.
Perotti apoya todo lo actuado. El nuevo peronismo.
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ResponderEliminarCabe aclarar que el conflicto se origina, no sólo por adicionales, sino porque el Intendente no cumple un acuerdo celebrado en diciembre en el Ministerio de Trabajo que involucraba: el pase a planta permanente de personal contratado, la creación de una comisión de seguimiento de salarios que cuestionaba el propio Intendente, la puesta en revisión del salario de TODOS los trabajadores y la rebaja salarial eliminando suplementos y adicionales al 20% del personal