En ocho meses de gestión el
gobierno de Macri nos vendió varios buzones mágicos que por su propio peso
dispararían la inversión, el crecimiento y la generación de empleo.
Primero fue el propio triunfo
electoral de “Cambiemos” que -decían- dispararía la confianza, a punto tal que
por entonces se ponía un compás de espera al levantamiento del “cepo”, y el
acuerdo con los fondos buitres. Sobre éste último se decía incluso que no había
apuro por cerrarlo.
Después vino el levantamiento del
“cepo” y un eufórico Prat Gay hablaba de cifras y niveles de inversión que la
realidad demostraría luego fantasiosos, y ese primer fracaso apuró el acuerdo
con Paul Singer y los demás buitres, a como diera lugar. Que no podía ser de
otro modo que en los términos en que los fondos lo planteaban: rendición
incondicional de la Argentina a sus demandas.
Para que semejante sapo fuera
tragado en el Congreso con acompañamiento opositor, se reavivó la esperanza:
ahora el arreglo con los buitres sustituiría al levantamiento del “cepo” como
la llave mágica del cofre de la felicidad; y bajo esa premisa y la “vuelta a
los mercados para financiar el crecimiento” se votó el acuerdo, con amplias
mayorías.
Como tampoco eso funcionó, el
gobierno pasó en semanas de denostar los blanqueos del kirchnerismo (que no
prorrogó en su vigencia) y jurar que no acudirían a esa vía, a impulsar su
propia versión del blanqueo de capitales, corregido y aumentado. En esta
oportunidad la estrategia para pasarlo por el Congreso fue meterlo adentro de
una “ley ómnibus” cuyo caballo de Troya o cebo tentador fue la “reparación
histórica a los jubilados”.
Así las cosas y con un 2016
cuesta abajo y que hasta los economistas afines al gobierno dan por perdido
(las discusiones se centran en el nivel de la caída del PBI, que todos dan por
hecha, luego de haber revisado sus pronósticos), el blanqueo de capitales
aparece como la “bala de plata” del gobierno de Macri para empezar a pensar en
un repunte para el 2017, que ya muchos están poniendo en duda.
Lo que nos lleva a analizar como
puede impactar el blanqueo en la economía real, sin entrar en pronósticos sobre
su “éxito”, es decir cual será la cifra final de activos que los argentinos
tienen en negro en el país y en el exterior, y que “sincerarán”.
El blanqueo puede impactar en los
números de la economía desde cuatro canales diferentes: la entrada adicional de
divisas al país, la recaudación que logre el fisco por el impuesto especial que
se cobraría a los activos blanqueados, la consecuencia ampliación a futuro de la
base tributaria imponible por lo blanqueado, y las inversiones financiadas con
los bonos del Estado que contempla la ley, sustitutivos del pago del impuesto
especial que crea.
La
posibilidad de que por vía del blanqueo ingrese efectivamente al país una cantidad
importante de divisas es muy relativa, desde que el diseño del blanqueo que
impulsó al gobierno (a diferencia de los anteriores aprobados durante el
kirchnerismo) no exige obligatoriamente que los que blanquean traigan la guita
al país. Se impuso así la estrategia de Sturzenegger para evitar la apreciación
del peso por el excesivo ingreso de divisas, y al mismo tiempo la fórmula
elegida es más “amigable” para lo blanqueadores; que pueden dejar sus dólares
en lugares más seguros.
Aun así, las divisas que entren
por esa vía están sujetas a los mismos usos prioritarios que el gobierno ha
definido para las que entren por otros canales: pagar importaciones, repatriar
utilidades y dividendos de las multinacionales que operan en el país, y
financiar la fuga de capitales: el dólar que traiga uno, se lo llevará otro;
con poco saldo para el desarrollo del modelo productivo.
El impacto del blanqueo en la
recaudación impositiva (que viene cayendo en picada en términos reales, por la
merma en la actividad y los “regalos” fiscales hechos por el gobierno a los
sectores más concentrados) también es relativo no sólo porque depende del nivel
de éxito que tenga el blanqueo, sino porque se trata de un impuesto excepcional
que sólo se percibirá por ésta vez, y está destinado por la ley a pagar los
reatroactivos a los jubilados que ganaron juicios al Estado, o que los tenían
en trámite o estaban en condiciones de hacerlo.
También
es bastante relativo el aporte que puede hacer el blanqueo en el ensanche de la
base tributaria a futuro, porque el propio proyecto introduce cambios
regresivos en Bienes Personales (aumentando el mínimo imponible y reduciendo
las alícuotas), elimina Ganancia Mínima Presunta y si los fondos blanqueados quedan depositados a
plazo fijo en el sistema bancario, no pagan Ganancias.
Por otro lado hay crecientes
presiones sobre las provincias para que adhieran al blanqueo eximiendo a lo
blanqueado de impuestos provinciales como Ingresos Brutos, Inmobiliario (urbano
y rural) o el impuesto a la herencia.
Lo que nos deja con los dos tipos
de bonos públicos creados por la ley, que en caso de ser suscriptos por los
blanqueadores reemplazan al impuesto especial; o sea lo que entra por un lado,
deja de entrar por el otro y si se suma financiamiento para inversiones hay
menos para cerrar las cuentas y pagarles a los jubilados.
En éste caso nos encontramos con
un problema que tiene que ver con el enfoque político general del modelo
económico del macrismo: nada hay en la ley ni en las reglamentaciones que se
han dictado en su consecuencia que indique que los proyectos de inversión a los
que se aplique la plata que provenga del blanqueo respondan a una estrategia de
crecimiento, y no a generar por ejemplo una burbuja inmobiliaria; tal como
ocurre con el “rediseño” del Procrear. ¿Acaso se aplicarán los bonos que hacen
zafar del impuesto a comprar inmuebles que luego se venderán por el Procrear,
recuperando la inversión?
Y si hay alguna estrategia de
canalización de la inversión que se financie con el blanqueo, es indudable que
no la estaría trazando el Estado, en función de las dificultades de la
coyuntura (por ejemplo la generación de empleo) y las prioridades del
desarrollo y de la superación de las restricciones del modelo productivo;
empezando por generar las condiciones para superar la restricción externa de
disponibilidad de divisas sin acudir al endeudamiento, o sumando capacidad de
repago del mayor endeudamiento que están tomando las empresas y el Estado, en
sus diferentes niveles.
Acaso las respuestas lógicas a las dudas apuntadas no sean
sino la lógica consecuencia de una medida pensada más para resolver problemas
de papales a los verdaderos dueños del país, que para impulsar su crecimiento
con generación de empleo y mejora de los indicadores sociales.
Lo unico q genera inversiones reales es asegurar a inversionistas un incremento constante d la demanda agregada (gradiente positivo d ingresos reales a salarios y jubilaciones e incremento del numero d consumidores) el resto es HUMO NEOLIBERAL. Empiricamente kedo comprobado q el record historico d inversion en Argentina se dio en la decada K, 21% PBI, resultado del estimulo ininterrunpido a la demanda agregada.
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