LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

miércoles, 3 de agosto de 2016

¿ALCANZA PARA ALGO EL BLANQUEO?


En ocho meses de gestión el gobierno de Macri nos vendió varios buzones mágicos que por su propio peso dispararían la inversión, el crecimiento y la generación de empleo.

Primero fue el propio triunfo electoral de “Cambiemos” que -decían- dispararía la confianza, a punto tal que por entonces se ponía un compás de espera al levantamiento del “cepo”, y el acuerdo con los fondos buitres. Sobre éste último se decía incluso que no había apuro por cerrarlo.

Después vino el levantamiento del “cepo” y un eufórico Prat Gay hablaba de cifras y niveles de inversión que la realidad demostraría luego fantasiosos, y ese primer fracaso apuró el acuerdo con Paul Singer y los demás buitres, a como diera lugar. Que no podía ser de otro modo que en los términos en que los fondos lo planteaban: rendición incondicional de la Argentina a sus demandas.

Para que semejante sapo fuera tragado en el Congreso con acompañamiento opositor, se reavivó la esperanza: ahora el arreglo con los buitres sustituiría al levantamiento del “cepo” como la llave mágica del cofre de la felicidad; y bajo esa premisa y la “vuelta a los mercados para financiar el crecimiento” se votó el acuerdo, con amplias mayorías.

Como tampoco eso funcionó, el gobierno pasó en semanas de denostar los blanqueos del kirchnerismo (que no prorrogó en su vigencia) y jurar que no acudirían a esa vía, a impulsar su propia versión del blanqueo de capitales, corregido y aumentado. En esta oportunidad la estrategia para pasarlo por el Congreso fue meterlo adentro de una “ley ómnibus” cuyo caballo de Troya o cebo tentador fue la “reparación histórica a los jubilados”.

Así las cosas y con un 2016 cuesta abajo y que hasta los economistas afines al gobierno dan por perdido (las discusiones se centran en el nivel de la caída del PBI, que todos dan por hecha, luego de haber revisado sus pronósticos), el blanqueo de capitales aparece como la “bala de plata” del gobierno de Macri para empezar a pensar en un repunte para el 2017, que ya muchos están poniendo en duda.

Lo que nos lleva a analizar como puede impactar el blanqueo en la economía real, sin entrar en pronósticos sobre su “éxito”, es decir cual será la cifra final de activos que los argentinos tienen en negro en el país y en el exterior, y que “sincerarán”.

El blanqueo puede impactar en los números de la economía desde cuatro canales diferentes: la entrada adicional de divisas al país, la recaudación que logre el fisco por el impuesto especial que se cobraría a los activos blanqueados, la consecuencia ampliación a futuro de la base tributaria imponible por lo blanqueado, y las inversiones financiadas con los bonos del Estado que contempla la ley, sustitutivos del pago del impuesto especial que crea.

La posibilidad de que por vía del blanqueo ingrese efectivamente al país una cantidad importante de divisas es muy relativa, desde que el diseño del blanqueo que impulsó al gobierno (a diferencia de los anteriores aprobados durante el kirchnerismo) no exige obligatoriamente que los que blanquean traigan la guita al país. Se impuso así la estrategia de Sturzenegger para evitar la apreciación del peso por el excesivo ingreso de divisas, y al mismo tiempo la fórmula elegida es más “amigable” para lo blanqueadores; que pueden dejar sus dólares en lugares más seguros.

Aun así, las divisas que entren por esa vía están sujetas a los mismos usos prioritarios que el gobierno ha definido para las que entren por otros canales: pagar importaciones, repatriar utilidades y dividendos de las multinacionales que operan en el país, y financiar la fuga de capitales: el dólar que traiga uno, se lo llevará otro; con poco saldo para el desarrollo del modelo productivo.

El impacto del blanqueo en la recaudación impositiva (que viene cayendo en picada en términos reales, por la merma en la actividad y los “regalos” fiscales hechos por el gobierno a los sectores más concentrados) también es relativo no sólo porque depende del nivel de éxito que tenga el blanqueo, sino porque se trata de un impuesto excepcional que sólo se percibirá por ésta vez, y está destinado por la ley a pagar los reatroactivos a los jubilados que ganaron juicios al Estado, o que los tenían en trámite o estaban en condiciones de hacerlo.

También es bastante relativo el aporte que puede hacer el blanqueo en el ensanche de la base tributaria a futuro, porque el propio proyecto introduce cambios regresivos en Bienes Personales (aumentando el mínimo imponible y reduciendo las alícuotas), elimina Ganancia Mínima Presunta y si los fondos  blanqueados quedan depositados a plazo fijo en el sistema bancario, no pagan Ganancias.

Por otro lado hay crecientes presiones sobre las provincias para que adhieran al blanqueo eximiendo a lo blanqueado de impuestos provinciales como Ingresos Brutos, Inmobiliario (urbano y rural) o el impuesto a la herencia.

Lo que nos deja con los dos tipos de bonos públicos creados por la ley, que en caso de ser suscriptos por los blanqueadores reemplazan al impuesto especial; o sea lo que entra por un lado, deja de entrar por el otro y si se suma financiamiento para inversiones hay menos para cerrar las cuentas y pagarles a los jubilados.

En éste caso nos encontramos con un problema que tiene que ver con el enfoque político general del modelo económico del macrismo: nada hay en la ley ni en las reglamentaciones que se han dictado en su consecuencia que indique que los proyectos de inversión a los que se aplique la plata que provenga del blanqueo respondan a una estrategia de crecimiento, y no a generar por ejemplo una burbuja inmobiliaria; tal como ocurre con el “rediseño” del Procrear. ¿Acaso se aplicarán los bonos que hacen zafar del impuesto a comprar inmuebles que luego se venderán por el Procrear, recuperando la inversión?

Y si hay alguna estrategia de canalización de la inversión que se financie con el blanqueo, es indudable que no la estaría trazando el Estado, en función de las dificultades de la coyuntura (por ejemplo la generación de empleo) y las prioridades del desarrollo y de la superación de las restricciones del modelo productivo; empezando por generar las condiciones para superar la restricción externa de disponibilidad de divisas sin acudir al endeudamiento, o sumando capacidad de repago del mayor endeudamiento que están tomando las empresas y el Estado, en sus diferentes niveles.

Acaso las respuestas lógicas a las dudas apuntadas no sean sino la lógica consecuencia de una medida pensada más para resolver problemas de papales a los verdaderos dueños del país, que para impulsar su crecimiento con generación de empleo y mejora de los indicadores sociales.

1 comentario:

claudio maxl dijo...

Lo unico q genera inversiones reales es asegurar a inversionistas un incremento constante d la demanda agregada (gradiente positivo d ingresos reales a salarios y jubilaciones e incremento del numero d consumidores) el resto es HUMO NEOLIBERAL. Empiricamente kedo comprobado q el record historico d inversion en Argentina se dio en la decada K, 21% PBI, resultado del estimulo ininterrunpido a la demanda agregada.