lunes, 22 de agosto de 2016

INFLACIÓN, SALARIOS Y DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO


El cuadro de apertura se lo tomamos prestado al amigo Hernán Pablo de su muy recomendable blog y está exponiendo la relación entre la inflación (en color naranja) y los salarios (en azul), desde el 2000 hasta mayo de éste año.

Para despejar suspicacias, las cifras de la inflación no son del INDEC sino del estudio Bein (el mismo que está pronosticando un crecimiento del PBI del 5 % para el año que viene), y las de los salarios corresponden al RIPTE; es decir el promedio de los aumentos por paritarias de los trabajadores estables registrados en la seguridad social, que elabora el Ministerio de Trabajo de la nación.

Lo que el cuadro demuestra es que aun en un contexto de inflación persistente el kirchnerismo buscó atacar el problema por el lado de las políticas de ingresos, y los salarios de los trabajadores (al menos los registrados) le empataron o ganaron a la evolución de los precios, en prácticamente todo el período considerado; es decir que mantuvieron su poder adquisitivo, o lo mejoraron, lo cual es consistente con un proceso de crecimiento sostenido, sustentado en el mercado interno y el consumo popular.

El gráfico no registra a los asalariados informales (cuyos ingresos casi seguro estuvieron por debajo de los registrados) que son un tercio aproximadamente de la fuerza laboral, pero tampoco contabiliza a los jubilados y pensionados o beneficiarios de la AUH; que a través de los aumentos periódicos primero y la ley de movilidad después (en el caso de los jubilados y pensionados) estuvieron casi siempre por arriba del promedio de las paritarias, y por ende de la inflación. Algo parecido sucedió con el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM).

En la determinación de los niveles de inflación producidos en el período analizado hay que tener en cuenta otras políticas de ingresos indirecto sostenidas por el kirchnerismo, y hoy en trance de desaparición con el gobierno de “Cambiemos”.

Tal es el caso de las retenciones a las exportaciones de productos básicos de la canasta familiar (los denominados “bienes salarios”) que desacoplaron los precios internos de los que regían en el mercado internacional en una etapa de alza de los commodities.

Y por supuesto -de mayor actualidad- la política de subsidios a las tarifas de los servicios públicos esenciales (luz, gas, agua y transporte) que generaban mayores niveles de ingresos disponibles para otros consumos, esto sin excepción entre trabajadores formalizados o no, y de activos, pasivos o beneficiarios de programas sociales.

El cuadro también deja claro -como puntualiza Hernán- los efectos regresivos que tienen siempre sobre la distribución de los ingresos los shocks devaluatorios: pasó en 2002, volvió a pasar en 2014 y está pasando ahora, en versión corregida y aumentada; porque a la devaluación consecuencia de la salida del “cepo” le siguió la eliminación de las retenciones, y el progresivo desmantelamiento de la política de subsidios.

Además y bajo la amenaza del creciente desempleo, se pactaron paritarias a la baja en relación a la inflación, y el aumento por movilidad correspondiente a los jubilados y pensionados fue menor a la inflación real porque las políticas económicas de Macri afectaron los componentes de la fórmula.

Así como el gráfico de apertura muestra la evolución de precios y salarios durante todo el período kirchnerista y aun antes (desde la salida de la convertibilidad) el de abajo mide en un período más amplio (que abarca el menemismo) la variación del coeficiente de Gini, que mide la desigualdad entre los deciles de mayores y menores ingresos de la sociedad: como tantas veces se ha explicado, cuanto mayor sea el índice, más desigual será una sociedad y a la inversa, cuanto menor sea, más igualitaria será.

Si en el análisis en perspectiva de los procesos económicos y sociales lo que importan son las tendencias, el gráfico no podría ser más claro: durante el kirchnerismo el proceso de redistribución de ingresos en favor de los que menos tienen fue constante, con diferencia de intensidades en todo caso y según las coyunturas.

Ese aspecto nos parece -por lo menos a nosotros- crucial para juzgar un proyecto político, sea el que gobernó la Argentina hasta el 10 de diciembre pasado, o el que hoy lo hace. Lo demás -si no es puro cuento- tiene una relevancia bastante menor.


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