El cuadro de apertura se lo
tomamos prestado al amigo Hernán Pablo de su muy recomendable blog y
está exponiendo la relación entre la inflación (en color naranja) y los
salarios (en azul), desde el 2000 hasta mayo de éste año.
Para despejar suspicacias, las
cifras de la inflación no son del INDEC sino del estudio Bein (el mismo que
está pronosticando un crecimiento del PBI del 5 % para el año que viene), y las
de los salarios corresponden al RIPTE; es decir el promedio de los aumentos por
paritarias de los trabajadores estables registrados en la seguridad social, que
elabora el Ministerio de Trabajo de la nación.
Lo que el cuadro demuestra es que
aun en un contexto de inflación persistente el kirchnerismo buscó atacar el
problema por el lado de las políticas de ingresos, y los salarios de los
trabajadores (al menos los registrados) le empataron o ganaron a la evolución
de los precios, en prácticamente todo el período considerado; es decir que
mantuvieron su poder adquisitivo, o lo mejoraron, lo cual es consistente con un
proceso de crecimiento sostenido, sustentado en el mercado interno y el consumo
popular.
El gráfico no registra a los
asalariados informales (cuyos ingresos casi seguro estuvieron por debajo de los
registrados) que son un tercio aproximadamente de la fuerza laboral, pero
tampoco contabiliza a los jubilados y pensionados o beneficiarios de la AUH;
que a través de los aumentos periódicos primero y la ley de movilidad después
(en el caso de los jubilados y pensionados) estuvieron casi siempre por arriba
del promedio de las paritarias, y por ende de la inflación. Algo parecido sucedió con el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM).
En la determinación de los
niveles de inflación producidos en el período analizado hay que tener en cuenta
otras políticas de ingresos indirecto sostenidas por el kirchnerismo, y hoy en
trance de desaparición con el gobierno de “Cambiemos”.
Tal es el caso de las retenciones
a las exportaciones de productos básicos de la canasta familiar (los
denominados “bienes salarios”) que desacoplaron los precios internos de los que
regían en el mercado internacional en una etapa de alza de los commodities.
Y por supuesto -de mayor
actualidad- la política de subsidios a las tarifas de los servicios públicos
esenciales (luz, gas, agua y transporte) que generaban mayores niveles de
ingresos disponibles para otros consumos, esto sin excepción entre trabajadores
formalizados o no, y de activos, pasivos o beneficiarios de programas sociales.
El cuadro también deja claro
-como puntualiza Hernán- los efectos regresivos que tienen siempre sobre la
distribución de los ingresos los shocks devaluatorios: pasó en 2002, volvió a pasar
en 2014 y está pasando ahora, en versión corregida y aumentada; porque a la
devaluación consecuencia de la salida del “cepo” le siguió la eliminación de
las retenciones, y el progresivo desmantelamiento de la política de subsidios.
Además y bajo la amenaza del
creciente desempleo, se pactaron paritarias a la baja en relación a la
inflación, y el aumento por movilidad correspondiente a los jubilados y
pensionados fue menor a la inflación real porque las políticas económicas de
Macri afectaron los componentes de la fórmula.
Así como el gráfico de apertura
muestra la evolución de precios y salarios durante todo el período kirchnerista
y aun antes (desde la salida de la convertibilidad) el de abajo mide en un
período más amplio (que abarca el menemismo) la variación del coeficiente de
Gini, que mide la desigualdad entre los deciles de mayores y menores ingresos
de la sociedad: como tantas veces se ha explicado, cuanto mayor sea el índice,
más desigual será una sociedad y a la inversa, cuanto menor sea, más
igualitaria será.
Si en el análisis en perspectiva
de los procesos económicos y sociales lo que importan son las tendencias, el
gráfico no podría ser más claro: durante el kirchnerismo el proceso de
redistribución de ingresos en favor de los que menos tienen fue constante, con
diferencia de intensidades en todo caso y según las coyunturas.
Ese aspecto nos parece -por lo
menos a nosotros- crucial para juzgar un proyecto político, sea el que gobernó
la Argentina hasta el 10 de diciembre pasado, o el que hoy lo hace. Lo demás
-si no es puro cuento- tiene una relevancia bastante menor.
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