Leíamos en la semana El Cronista la discusión en el
Congreso del proyecto de ley enviado por Macri para modificar el régimen del
“compre nacional” establecido en la ley 25.551 (2001), que establece márgenes
de preferencia para las empresas nacionales en las compras y contrataciones del
Estado, y los concesionarios, permisionarios y licenciatarios de servicios
públicos.
El proyecto eleva los márgenes de
preferencia hoy vigentes (del 5 y el 7 % en el caso de las Pymes) al 8 y 12 %
respecto de la mejor oferta obtenida dentro de las licitaciones o concursos,
pero los empresarios apuntan a elevarla aun más e incluir a otros sectores
(como el energético); mientras desde el gobierno el secretario de Industria
dice que “lo ideal (sic) sería que no hubiera que dictar una ley” para proteger
y favorecer a la industria nacional.
Lo cual es ciertamente revelador
del verdadero pensamiento del gobierno al respecto: presionado por los
acontecimientos, envió un proyecto que no tiene ninguna convicción de defender
o aprobar, y que no representa para sus objetivos ninguna prioridad; tanto que
por ejemplo Macri jamás lo mencionó siquiera al pasar en sus habituales pases
de factura al Congreso por las hipotéticas “trabas” que le pone a su gestión.
¿Acaso alguien recuerda hoy la tan
promocionada “ley Pyme” impulsada por el gobierno y el massismo, y sus
presuntos beneficios para las pequeñas y medianas empresas nacionales? Por el
contrario, según vemos acá las Pymes industriales acumulan
20 meses consecutivos de caída en su producción.
Y siguiendo con los hechos
concretos (“las efectividades conducentes” de las que hablaba Ubaldini), vemos acá el caso de las net books: desde que se implementó la
eliminación de los aranceles a la importación hace apenas tres meses, solo subsiste una de las 12 fábricas que las producían en el país, y dependiendo del agonizante "Conectar
Igualdad”.
Mientras tanto vemos acá la queja de los mismos industriales por los cambios en la Aduana, que
prácticamente han eliminado el “canal rojo” (es decir el procedimiento que
incluye la verificación física de los productos ingresados al país) para las
importaciones industriales; y lo más grave de todo: nos cuentan en La Nación los avances en la negociación del acuerdo UE-Mercosur, sin decirnos
con todas las letras lo más importante: que implica abrir nuestro mercado a la
producción industrial europea, y a las compras del gobierno, eliminando todo
margen de preferencia para las empresas nacionales.
O sea, exactamente todo lo contrario
de lo que -en teoría- plantea el proyecto de “compre nacional” que discute el
Congreso; pero en la misma línea de todas las medidas del gobierno ya señaladas
y que están en ejecución; y que suponen ni más ni menos que la puesta en marcha
del “plan de reconversión industrial” que varias veces hemos analizado acá, la
única política del gobierno para la industria que se está poniendo en marcha,
en forma concienzuda y sistemática; destruyendo a su paso “industrias no
competitivas” y los empleos que generan.
Como le recordó Merkel al propio
Macri en su visita al país, si el acuerdo UE-Mercosur está trabado no es por la
falta de voluntad del gobierno argentino de desproteger la industria nacional y
el mercado interno, sino por la reticencia europea a desmantelar los subsidios
a su producción agrícola, por las grandes presiones internas de sus propios
productores. Allá sí saben cuidar sus propios intereses -incluso los
electorales- y por eso llegaron a ser grandes potencias.
Más allá de que no se puede cuestionar
que la dirigencia industrial le ponga pilas al proyecto de “compre nacional”,
es difícil en éste contexto no verlo como un cazabobos para mantenerlos
entretenidos; tal como sucede con el discurso anti-obrero del gobierno (“mafia
de los juicios laborales”, críticas al sindicalismo, “bajar los costoso
laborales”, baja de los aportes patronales), que suena agradable a sus oídos
(incluso de las Pymes), mientras los asfixian hasta morir con la depresión del
consumo interno (justamente por la “baja del costo salarial”), la apertura de
las importaciones, los tarifazos y las siderales tasas de interés.
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