LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

sábado, 8 de julio de 2017

UN CAZABOBOS PARA LA INDUSTRIA


Leíamos en la semana El Cronista la discusión en el Congreso del proyecto de ley enviado por Macri para modificar el régimen del “compre nacional” establecido en la ley 25.551 (2001), que establece márgenes de preferencia para las empresas nacionales en las compras y contrataciones del Estado, y los concesionarios, permisionarios y licenciatarios de servicios públicos.

El proyecto eleva los márgenes de preferencia hoy vigentes (del 5 y el 7 % en el caso de las Pymes) al 8 y 12 % respecto de la mejor oferta obtenida dentro de las licitaciones o concursos, pero los empresarios apuntan a elevarla aun más e incluir a otros sectores (como el energético); mientras desde el gobierno el secretario de Industria dice que “lo ideal (sic) sería que no hubiera que dictar una ley” para proteger y favorecer a la industria nacional.

Lo cual es ciertamente revelador del verdadero pensamiento del gobierno al respecto: presionado por los acontecimientos, envió un proyecto que no tiene ninguna convicción de defender o aprobar, y que no representa para sus objetivos ninguna prioridad; tanto que por ejemplo Macri jamás lo mencionó siquiera al pasar en sus habituales pases de factura al Congreso por las hipotéticas “trabas” que le pone a su gestión.

¿Acaso alguien recuerda hoy la tan promocionada “ley Pyme” impulsada por el gobierno y el massismo, y sus presuntos beneficios para las pequeñas y medianas empresas nacionales? Por el contrario, según vemos acá las Pymes industriales acumulan 20 meses consecutivos de caída en su producción.

Y siguiendo con los hechos concretos (“las efectividades conducentes” de las que hablaba Ubaldini), vemos acá el caso de las net books: desde que se implementó la eliminación de los aranceles a la importación hace apenas tres meses, solo subsiste una de las 12 fábricas que las producían en el país, y dependiendo del agonizante "Conectar Igualdad”.

Mientras tanto vemos acá la queja de los mismos industriales por los cambios en la Aduana, que prácticamente han eliminado el “canal rojo” (es decir el procedimiento que incluye la verificación física de los productos ingresados al país) para las importaciones industriales; y lo más grave de todo: nos cuentan en La Nación los avances en la negociación del acuerdo UE-Mercosur, sin decirnos con todas las letras lo más importante: que implica abrir nuestro mercado a la producción industrial europea, y a las compras del gobierno, eliminando todo margen de preferencia para las empresas nacionales.

O sea, exactamente todo lo contrario de lo que -en teoría- plantea el proyecto de “compre nacional” que discute el Congreso; pero en la misma línea de todas las medidas del gobierno ya señaladas y que están en ejecución; y que suponen ni más ni menos que la puesta en marcha del “plan de reconversión industrial” que varias veces hemos analizado acá, la única política del gobierno para la industria que se está poniendo en marcha, en forma concienzuda y sistemática; destruyendo a su paso “industrias no competitivas” y los empleos que generan.

Como le recordó Merkel al propio Macri en su visita al país, si el acuerdo UE-Mercosur está trabado no es por la falta de voluntad del gobierno argentino de desproteger la industria nacional y el mercado interno, sino por la reticencia europea a desmantelar los subsidios a su producción agrícola, por las grandes presiones internas de sus propios productores. Allá sí saben cuidar sus propios intereses -incluso los electorales- y por eso llegaron a ser grandes potencias.

Más allá de que no se puede cuestionar que la dirigencia industrial le ponga pilas al proyecto de “compre nacional”, es difícil en éste contexto no verlo como un cazabobos para mantenerlos entretenidos; tal como sucede con el discurso anti-obrero del gobierno (“mafia de los juicios laborales”, críticas al sindicalismo, “bajar los costoso laborales”, baja de los aportes patronales), que suena agradable a sus oídos (incluso de las Pymes), mientras los asfixian hasta morir con la depresión del consumo interno (justamente por la “baja del costo salarial”), la apertura de las importaciones, los tarifazos y las siderales tasas de interés.

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