La imagen de apertura corresponde a esta nota de Juan Carlos Tizziani en Rosario 12 de ayer, donde se da cuenta del hecho de que los tres precandidatos a gobernador por el kirchnerismo santafesino nucleado en Unidad Ciudadana declinarían sus postulaciones; para no aumentar el grado de dispersión de la oferta electoral del peronismo en la provincia, donde ya se perfilan las candidaturas de Omar Perotti y María Eugenia Bielsa.
Tizziani atribuye la especie a fuentes del kirchnerismo, y a fuer de ser sinceros, la información que da coincide con la que nosotros veníamos manejando desde hace algunos días, y preferimos esperar a publicar a que se confirmara tomando más trascendencia pública. La nota da cuenta además de que los sectores que confluyen en Unidad Ciudadana negocian con ambos candidatos (Bielsa y Perotti) las condiciones de un apoyo en la interna, lo cual supone obviamente lugares en las listas y, por que no, hasta en la propia fórmula para la gobernación (ninguno de los dos dio a conocer formalmente hasta ahora su compañero/a de fórmula); interrogantes que solo se develarán el viernes 22 a la noche, cuando cierren las listas.
Por otro lado, acá en el portal Letra P atribuyen el hecho a una orden de Cristina (en reunión con Máximo Kirchner y Agustín Rossi) a los candidatos K en la provincia de darse "un baño de humildad", como hiciera con los precandidatos presidenciales en la previa de las elecciones del 2015, para allanarle el camino de la candidatura a Daniel Scioli.
Sin que tengamos elementos para dar por confirmada o no la noticia, lo cierto es que el anuncio es consistente con la estrategia que Cristina viene desplegando en otras provincias, para favorecer acuerdos amplios de unidad que comprendan a la mayor parte posible del peronismo, y otras fuerzas afines: así ocurrió en La Rioja, Catamarca, Tucumán, La Pampa y esta misma semana, en Entre Ríos. Estrategia que es a su vez el preludio del armado de una candidatura presidencial de la propia Cristina, porque obviamente supone exigir reciprocidad en los apoyos, llegado el caso de las elecciones nacionales.
El gesto del kirchnerismo en su conjunto (es decir, de la propia Cristina y de sus candidatos en la provincia) lo coloca en posición de desacreditar en los hechos las acusaciones de ser sectario, o apostar a la división del espacio peronista y opositor, en un sentido más amplio, tanto en la nación como en la provincia: si alguien no ha sabido dejar a un lago los egos y vanidades personales en todo esto, no hemos sido precisamente los kirchneristas. La frase "unidad hasta que duela" es fácil decirla, hasta que llega el momento de hacer la unidad, en condiciones que a alguien le pueden llegar a doler, ahí es cuando hay que ponerla a prueba.
La unidad del peronismo como estrategia ya se ensayó en 2015, con la candidatura única de Omar Perotti acompañado entonces por Alejandro Ramos, hombre del riñón del hoy preso político Julio De vido, como Secretario de Transporte de la nación; y con la sola excepción del sector liderado por UPCN que se transfugó al PRO acompañando la candidatura de Del Sel, tres senadores que armaron lista propia en sus departamentos (uno de ellos, ahora pasado con armas y bagaje al Frente Progresista) y la mayoría de los otros haciendo discretamente campaña por el candidato del PRO, o poniéndole pocas ganas a la candidatura de Perotti. Por entonces no alcanzó para ganar, pero se estuvo cerca (apenas a 25.000 votos de distancia de Lifschitz), aunque ninguna fórmula garantiza a priori el éxito o determina el fracaso de una estrategia: solo se sabrá si fue acertada, cuando se abran las urnas y se terminen de contar los votos.
Desde allí para acá, pasaron cosas: pasó el gobierno de Macri con todo lo que eso implica, pasó Perotti con sus agachadas en el Senado (la última de ellas, dar quórum para los allanamientos a las propiedades de Cristina) y pasó también la reaparición política de María Eugenia Bielsa, que arrancó su campaña con críticas a la corrupción durante el kirchnerismo. No seríamos honestos si no recordáramos esos hechos, y siguiéramos adelante como si no hubieran ocurrido.
Antes había pasado también la elección legislativa nacional del 2017 (hace apenas 16 meses), cuyas PASO demostraron que el voto peronista en Santa Fe es mayoritariamente kirchnerista; y tal como van las cosas, todo indica que ese voto hoy no tendrá un candidato a gobernador "propio" (para lo cual se había generado una gran expectativa en la militancia); por lo menos para dar la pelea interna; aun sabiendo que si se decide participar en esa instancia, se asume el compromiso político y moral de apoyar al que la gana, aun cuando no sea el que uno haya votado.
Sería injusto decir que estas cosas pasan porque Agustín Rossi no es candidato, o porque está abocado a construir su candidatura presidencial recorriendo el país más que la provincia; sobre todo injusto con compañeros como Leandro Busatto, que se pusieron al hombro el desafío de encarnar una candidatura que representara al kirchnerismo dentro de las PASO del frente vertebrado por el PJ provincial. Los problemas de construcción política del kirchnerismo en Santa Fe vienen de más larga data, y a estos dilemas recurrentes de tener que bajar candidatos para apoyar a otros no se llega en un solo día. Alguna vez tendremos que sentarnos a discutirlos, cuando las urgencias del momento lo posibiliten, y se genere la convocatoria amplia para hacerlo.
El voto kirchnerista es mayoritario dentro del peronismo (así lo demostraron claramente las últimas PASO), y tanto María Eugenia Bielsa como Perotti lo necesitan para ganar las primarias, y llegado el caso la elección general, y por eso cada uno a su modo están intentando captarlo: Bielsa dejando para otra oportunidad sus críticas al kirchnerismo y reivindicando las políticas centrales de los gobiernos de Néstor y Cristina, Perotti no subiéndose al carro del experimento "Alternativa Federal" ni apareciendo en sus encuentros, acaso porque olfatea que los gobernadores del PJ empiezan a converger en torno a una candidatura de Cristina, rendidos ante la evidencia.
Habrá que ver como se traduce esa necesidad, en la capacidad de apertura que tengan a la hora de integrar las listas, incorporando candidatos con los que el kirchnerista promedio santafesino de a pie (más allá de la organicidad de la dirigencia con los acuerdos a que se llegue, o las decisiones de Cristina) se pueda sentir identificado a la hora de votar. De lo contrario, después será tarde para lágrimas por votos fugados, que pueden costar un triunfo posible.
El marco de la elección provincial de este año es también distinto al del 2015: el peronismo ha logrado evitar (por lo menos en la confluencia de sectores) divisiones que le cuesten votos, y esta misma semana el PJ provincial selló un acuerdo amplio con 14 partidos políticos, que incluyen a sus tradicionales aliados, más el Frente Renovador (massismo) y el partido que había armado en la provincia Hugo Moyano, cuando estaba distanciado de Cristina.
El oficialista Frente Progresista Cívico y Social afronta la elección con cuatro años más de desgaste de una gestión que no supo dar respuestas a problemas graves de los santafesinos, desde la inseguridad creciente (sobre todo en las grandes ciudades), hasta lograr amortiguarles a los santafesinos los efectos letales de las políticas económicas y sociales del gobierno de Mauricio Macri: por el contrario, a fuerza de tarifazos en la luz, el agua, los peajes y el transporte público (como viene haciendo desde que gobierna la provincia) no hizo más que agravarlos. Es un proyecto agotado, que no tiene más para ofrecer, solo más de lo mismo.
Y la marca "Cambiemos" que fue ganadora como tal en el 2017, carga con el estigma de defender en Santa Fe el modelo que encarna y ejecuta Macri, con todo lo que eso supone; para peor, con una interna entre sectores del PRO y la UCR (cruzados entre las fórmulas que competirían) que promete ser intensa, y con los efectos de las políticas del gobierno nacional palpables de modo elocuente en cada rincón de la provincia. Todo eso aderezado con la crisis del radicalismo provincial, cuya conducción acaba de ser intervenida por el Comité Nacional, para forzar la entrada a "Cambiemos".
Como hemos dicho otras veces, las condiciones son propicias para ganar, pero las condiciones en política no lo son todo: a las victorias hay que buscarlas, haciendo lo que sea necesario.
La evaluación respecto a Agustín es, cuanto menos, benévola. Con su esfuerzo (y el apoyo militante) se gestó un triunfo "novedoso" en el peronismo santafesino que luego dilapidó persiguiendo un sueño en la nacional. Ahora tendremos que remar desde atrás.
ResponderEliminarSi, pero tampoco caigamos nosotros en el error de creer que ese fue el único problema.
ResponderEliminarCreo q Bielsa se tendría q dar un baño de humildad y bajarse, ya q aparecio a lo ultimo como siempre. Hubiese estado en las elecciónes anteriores ayudando al peronismo
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