domingo, 6 de octubre de 2019

DOCUMENTOS, POR FAVOR


Todos tenemos en claro que la absurda disposición de Patricia Bullrich "facultando" a las fuerzas de seguridad federales a su cargo para pedirles el DNI a quienes circulan por las estaciones de trenes o abordan las formaciones, es simplemente otro ejemplo de las dosis homeopáticas de bolsonarismo que el gobierno dispensa a su núcleo duro de votantes en intento desesperado por contenerlos, y que no se le vayan con otras propuestas electorales de derecha como Espert o Gómez Centurión. Es decir, el mismo fin que persigue Pichetto con sus irrefrenables muestras cotidianas de fascismo y xenofobia.

Está muy claro que la eficacia electoral de estas payasadas es bastante acotada, pues si el estómago y el bolsillo no son los únicos motivos por los que la gente vota, andan bastante cerca; y no parece probable que por ese camino el gobierno logre la hazaña de "dar vuelta la eleccción". Sin embargo, no por eso deberíamos dejar pasar estas barbaridades, ni minimizarlas en términos de construcción democrática; porque representan conceptualmente una vuelta a un pasado que todos deberíamos repudiar, sin distinción de banderías políticas. 

Si es que nos reconocemos y decimos democráticos, claro; algo de lo que por ejemplo el gobierno abusa, al punto de pretender para sí el monopolio de la democracia, arrojándonos a nosotros fuera de sus bordes.

El requerimiento de documentos en la vía pública por las fuerzas de seguridad "por las dudas" (es decir, sin ninguna causa concreta) no tiene nada que ver con mejorar la seguridad ciudadana, como pretende Bullrich: se trata simplemente de un mecanismo de control social, resabio de las dictaduras y los tiempos de los estados de sitio, los toques de queda y las razzias policiales con detenciones al voleo "por averiguación de antecedentes"; una facultad que por ejemplo acá en Santa Fe la policía provincial perdió ya en 1997, por la Ley 11.516, durante el primer gobierno de Obeid.

Y quitarle esa "atribución" fue precisamente consecuencia de los abusos que la policía cometía (y sigue cometiendo) con ciudadanos que lo único que hacían era ejercer el derecho constitucional de transitar (ese por el que tanto claman cuando hay piquetes y cortes de calle), para ir a estudiar o trabajar. Con ostensible sesgo de clase además: cualquiera sabe que las probabilidades de que le pidan el DNI crecen de acuerdo con su corte de pelo, vestimenta, color de piel o aspecto físico, en general; tanto que por ejemplo acá en Santa Fe las organizaciones sociales de los barrios del borde oeste de la ciudad difundieron un "instructivo" para que la población conozca sus derechos en estas cuestiones, y los haga valer llegado el caso.

De allí que la "autorización" de Bullrich, además de carecer de todo fundamento legal, es una entronización no solo de la arbitrariedad policial, sino de las distintas formas de "segregación racial" que la derecha nos dispensa, mientras habla de "cerrar la grieta". En su absurda resolución (una más de tantas, como el "protocolo antipiquetes", el que refiere al uso de la fuerza letal por las fuerzas de seguridad, o el "servicio cívico voluntario"), Bullrich mencionaba como fundamento el artículo 13 Ley 17671; que establece la obligatoriedad de cualquier ciudadano de exhibir su DNI "en toda circunstancia en que sea necesario probar la identidad de las personas".

Pues bien, para ir por la calle o para intentar abordar un tren para el que ya se compró el pasaje, no es necesario acreditar la identidad ni probar quien uno es, no existe norma legal o reglamentaria que así lo disponga; y tiene dicho la Corte Interamericana de Justicia (como órgano de interpretación del Pacto de San José de Costa Rica) que toda detención transitoria de personas sin causa justificada (orden judicial de captura, o búsqueda de prófugos o sospechosos de un delito, por ejemplo) aunque fuere con el propósito de establecer su identidad, es atentatoria de la libertad personal protegida por el artículo 7 del Pacto. Incluso aunque la persona "tuviere antecedentes" (lo que puede incluir, precisamente, ser "detenido por averiguación de antecedentes"), eso no le impide ni circular por la calle, ni tomar un tren. 

Libertad personal, dijimos, esa que nuestro liberales (libertarios y de las otras layas) dicen defender, y sin embargo justifican estos experimentos fascistas, pues como bien decía Alberti, los liberales argentinos son devotos de una deidad que desconocen: no son pocos los que en otros tiempos se negaban a contestar las preguntas del censo, o defienden a muerte el secreto bancario o fiscal, y sin embargo defienden que se pidan documento al voleo, con el absurdo argumento de que "si no tenés nada que ocultar, no tenés que tener problemas en mostrarlo". 

Si, hay un problema amigos: los argentinos recuperamos la democracia -entre otras cosas- para no tener que someternos a estos absurdos sin sentido ni eficacia comprobada para combatir delito alguno, o ayudarnos a vivir más tranquilos. Menos dejándolo al arbitrio de  las fuerzas de seguridad, cuya plena adaptación a los cánones democráticos es uno de los más graves compromisos pendientes desde 1983.

Ayer reclamábamos acá que el futuro gobierno hiciera derogar por el Congreso todos los oprobiosos DNU dictados por Macri durante su gobierno, pues bien: el mismo destino deberán seguir todas y cada una de las delirantes arbitrariedades de Patricia Bullrich, que incluso y en estricta justicia, debería ir presa por haberlas dictado, por abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público (artículo 248 del Código Penal).

Ninguno de los graves problemas que tiene el país es consecuencia de la vigencia de las libertades democráticas, y en consecuencia ninguno de ellos será solucionado restringiéndolas, o tolerando pasivamente el avance de distintas formas de autoritarismo fascista: ese es un camino que los argentinos ya recorrimos durante mucho tiempo, con los resultados conocidos. 

No nos dejemos correr con la vaina en esta cuestiones y no tengamos miedo de decirlo con todas las letras, por temor a -supuestamente- perder algunos votos porque "la gente pide mano dura", cosa que además es falsa, sino Pichetto le hubiera aportado un montón de votos a Macri. Tuits relacionados:

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