Lo de Nielsen es insostenible ya. Parece que estuviéramos en los tiempos de Repsol.
— La Corriente K (@lacorrientek) December 28, 2020
Cuando el Estado nacional decidió recuperar el control de YPF expropiando el 51 % de sus acciones, el artículo 16 de la Ley 26741 que así lo dispuso estableció lo siguiente: "La gestión de los derechos accionarios correspondientes a las acciones sujetas a expropiación, por parte del Estado nacional y las provincias, se efectuará con arreglo a los siguientes principios: a) La contribución estratégica de YPF Sociedad Anónima al cumplimiento de los objetivos de la presente; b) La administración de YPF Sociedad Anónima conforme a las mejores prácticas de la industria y del gobierno corporativo, preservando los intereses de sus accionistas y generando valor para ellos; c) El gerenciamiento de YPF S.A. a través de una gestión profesionalizada.".
Eso suponía -y supone- que los objetivos perseguidos (según el artículo 1º de la misma ley: "...el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos, así como la exploración, explotación, industrialización, transporte y comercialización de hidrocarburos, a fin de garantizar el desarrollo económico con equidad social, la creación de empleo, el incremento de la competitividad de los diversos sectores económicos y el crecimiento equitativo y sustentable de las provincias y regiones.") al retomar el control estatal de la petrolera no eran incompatibles con una eficiente gestión empresarial de la misma, y con que su conducción estuviera en manos de una gerencia o dirección profesional, y especializada: no se trataba simplemente de colocar a miembros de la Cámpora en el directorio, y listo.
Pero esa gestión profesional debía estar siempre subordinada a los objetivos señalados, y al hecho de que es el Estado el accionista mayoritario de la compañía, con todo lo que ello implica. Por ejemplo que si bien ésta no está destinada forzosamente a perder plata ("preservando los intereses de los accionistas y generando valor para ellos"), su único objetivo no es maximizar ganancias, o que le cierren los números.
Durante el macrismo, esa rara forma de gobierno de empresarios meritocráticos que terminó destruyendo el valor de las empresas, YPF siguió más o menos el derrotero de muchas grandes compañías del país: su valor de libros, patrimonial y bursátil cayó drásticamente medido en moneda dura, y estuvo muy lejos de ser -como se había pensado al recuperar el Estado su control- una herramienta estratégica clave para el desarrollo del país.
Lamentablemente y transcurrido hasta acá más de un año de mandato del gobierno del "Frente de Todos", no se puede decir que hayamos avanzado mucho en dirección a revertir ese proceso -reconociendo, sí, las dificultades que como en todo crea la pandemia-; cosa por otro lado esperable si aun subsisten cargos de los mandos gerenciales medios en manos de quienes designó el macrismo, y al frente de la empresa colocamos a alguien como Guillermo Nielsen, que no es precisamente lo que se diga de lo más representativo del pensamiento nacional y popular.
Alguien a quien por ejemplo el propio presidente debió desautorizar en un par de oportunidades obligándolo a retrotraer aumentos de combustibles (aunque en muchas otras lo haya convalidado, sin que sepamos a ciencia cierta cuáles son los beneficios que esos aumentos suponen), y que hace unos días pretendió justificar la insólita compra en Pakistán de las pelotas de la promoción del Serviclub (repitiendo así lo que hizo el macrismo en su momento, pero con China), diciendo que en el país no se fabricaban pelotas perfectamente esféricas, o que picaran bien.
O que ahora decide, de modo unilateral e inconsulto como si fuera una inmobiliaria o un desarrollador del "real state", vender el predio de su propiedad en el que tiene su sede la Universidad Nacional Arturo Jauretche; que dicho sea de paso -acaso Nielsen lo ignore, o lo sepa y no le importe- tiene una carrera de Ingeniería en Petróleo, es decir, forma mano de obra calificada para la industria.
No puede durar un minuto más al frente de la principal empresa pública del país -y hasta no hace mucho la empresa más grande de él, sin distinción entre públicas y privadas- alguien que expresa con sus actos una visión ideológica completamente contrapuesta con lo que la gente votó al votar el año pasado al "Frente de Todos".
No importa a esos fines si se termina dando marcha atrás con la venta de la sede de la Universidad AJ: Nielsen para no entender para que está puesto allí, y cree que su función es ahorrarse unos pesos comprando pelotas importadas, o hacerse de unos mangos vendiendo un terreno, en ambos casos además por cifras irrisorias, en el contexto del volumen de negocios de YPF. ¿O acaso pensará Nielsen -como pensaban los macristas- que hay demasiadas universidades públicas, en especial en el conurbano?
Es un contrasentido que el Estado (o el gobierno) que piensan invertir 800 millones de dólares en el tren de Vaca Muerta cuyo principal beneficiario sería el Grupo Techint a través de Tecpetrol ande pichuleando monedas con su petrolera, en perjuicio de la industria nacional o las universidades públicas.
Se trata de algo más profundo y complejo, y de naturaleza política: no estamos antes jueces y otros funcionarios que gozan de inamovilidad o deben ser removidos por juicio político o algún otro procedimiento complejo: fue designado por éste gobierno, haciendo uso de su mayoría accionaria, y es éste mismo gobierno el que lo debe remover. Ya, ayer, como gesto aleccionador.
Sin pruritos nostalgiosos por sus supuestos méritos en el canje de deuda del 2005 (en el que, por cierto, no fue la experticia técnica suya o de Lavagna sino la voluntad política de Néstor Kirchner las que determinaron el éxito final), ni en los padrinazgos políticos por los que pudiera haber llegado a su cargo, sean éstos de Sergio Massa, o el del propio Lavagna, que por lo demás por estas horas salió a tirarle con munición gruesa al gobierno.
Se trata en síntesis no sólo de enderezar el rumbo de una errática gestión de YPF -finalidad que por sí sola justificaría el despido-, sino de reafirmar la propuesta política e ideológica (aunque a muchos la palabra les cause escozor) que votó el 48 % de los argentinos, y la autoridad presidencial. Tuits relacionados:
Raro que Guillote Moreno, tan crítico de la gestión de Galluccio en YPF, no diga nada de la de Nielsen. Debe ser porque es su amigo, algo que tienen en común con Milei.
— La Corriente K (@lacorrientek) December 28, 2020
Por favor echen ya a este pelotudo liberal amigo de Espert y Milei del gobierno nacional. No votamos esto. https://t.co/9wHaqNyVro
— La Corriente K (@lacorrientek) December 25, 2020
Cuál es el mérito de Nielsen para seguir al frente de YPF, ser recomendado por Lavagna?
— La Corriente K (@lacorrientek) December 25, 2020
"En este suelo hay fútbol" dice la propaganda de YPF. Pero las pelotas las compraron en Pakistán.
— La Corriente K (@lacorrientek) December 27, 2020
Teléfono para guillermo.
ResponderEliminarahora, eso de "reafirmar la propuesta política e ideológica... y la autoridad presidencial" suena a exageración.
ResponderEliminarLa culpa no la tiene el chancho....y Nielsen no es una excepcion dentro d los funcionarios, si no uno mas d un ekipo casi homogeneo en cuanto a su ideologia, este no es un gobierno peronista, empezando por el presi, q jamas lo fue.
Mientras mas se demore en asumirlo, peores seran las consecuencias economicas-sociales-poliicas y electorales.
Suscribo. Parece que no la hubiésemos recuperado.
ResponderEliminarCK
Queridos cumpas..., guarda la tosca... Moreno ya ha expresado que para él Nielsen no es la mejor designación para estar al mando de YPF (chequeen por favor).
ResponderEliminarEn todo caso "no es la experticia técnica suya (la de Nielsen) o de Lavaban sino la voluntad política de Alberto Fernández las que determinaron el ¿éxito? final...".
Esto que digo es con la mejor, con respeto y cariño.
Que tengan un feliz año.
Abrazo V