martes, 9 de noviembre de 2021

EL NEGOCIO DE LA INDIGNACIÓN

 

Puede ser el asesinato de un quiosquero, la pensión de ex presidenta de Cristina, un funcionario que se vacunó antes de lo que le hubiera correspondido, o un caso de abuso de menores: para el caso cualquier tema da más o menos lo mismo.

En realidad, cualquier tema no: nunca los verás indignarse porque Macri confiese abiertamente que pidió el préstamo al FMI para financiar la fuga de capitales, o porque quiebren miles de Pymes. Y si te dicen que se indignan por la pobreza te están mintiendo, como todas y cada una de las veces que impostan indignación: en el fondo todo, incluso los temas que suelen agitar como bandera como la inseguridad y sus víctimas, les chupan un huevo.

Lo importante es indignarse (o hacer como que) e indignar, calentar cabeza, aturdir sentidos, embotar razonamientos hasta convertirnos a todo en una turba enfurecida dispuesta a ejecutar linchamientos, o votar a nuestros propios verdugos, creyendo que nos van a salvar, eliminando todas las indignaciones y sus causas.

Y no se trata solo de un frío cálculo mercantil, de negocios, pensando en el ráting, el encendido o los anunciantes, es más complejo: hoy, los medios no son de derecha sino que "son" la derecha, vertebran su discurso, le bajan línea, los organizan políticamente, les marcan la agenda, los blancos, los objetivos, las prioridades.

Vamos para una generación -o dos, según como se cuente- de políticos de derecha moldeados al calor de los discursos de odio gestados desde los medios, como para suponer que estamos ante un fenómeno pasajero. Durán Barba no lo inventó, simplemente lo explicitó: la derecha hoy es un contenedor de emociones, que trafica impunemente para defender con más eficacia los intereses puros y duros que defendió siempre.

Necesitan al votante indignado, decepcionado, frustrado, impotente e incapaz de organizarse para algo más complejo que tomar una comisaría para linchar a un delincuente, o protestar para que los enfoquen las cámaras de la televisión. Y una vez sembrado el terreno adecuado, te ofrecen candidatos "anti sistema", que en realidad son sus mejores y mayores defensores: hace unos años Macri, hoy Milei o Espert.

Frente a eso, nosotros seguimos pensando en términos de la política tradicional, apostando a convencer con razones, argumentos, datos, estadísticas: estamos claramente en desventaja. Más, si le sumamos un gobierno que no entusiasma ni siquiera a los que lo votamos, porque parece entregado ante la situación, y tampoco es que les demos a los votantes muchas razones objetivas para entusiasmarse; y ya está visto que la simple apelación al miedo de que vuelvan los horribles, no funciona.

Así las cosas, el panorama preocupa más allá del resultado de las elecciones del domingo, sino en términos del retroceso objetivo que supone hacer política e intentar organizar una sociedad para hacerla más justa en éstas condiciones, con éste contexto.

Porque además disponen -en buena parte por las medidas que nosotros mismos no quisimos tomar- de todo el poder fuego mediático indispensable para bombardear durante las 24 horas del día, los 365 días del año, sin parar ni un instante; ni siquiera en las vísperas de una elección en la que la mayoría de las encuestas anticipan que les irá bien. 

4 comentarios:

  1. El de marzo de 2013 Feinmann se babeaba por la asunción de Bergoglio. Hoy se indigna por el "Papa Populista".

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  2. Pero la inseguridad si está aumentando rápidamente.
    Acá opinamos que un tipo que sale de chumbo es una víctima del sistema? Víctima es el tipo que tiene que laburar de lunes a lunes para no llegar a fin de mes, aún si no lo matan.
    Muchachos, para esto ganaba Macri. Basta.

    Por si fui muy ambiguo... Mano dura muchachos. O va a ser peor.

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  3. Coincido en todo. El problema es que si nos quedamos en esto, habría que cortarse los huevo; y me parece que deber haber soluciones menos cruentas. Alguna vez fuimos mayoría en contextos no muy distintos a estos. Falta liderazgo. Alberto parece un buen tipo y el problema es precisamente ese.

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  4. Siempre que se ganaron elecciones, se ganaron con los medios en contra.
    Siempre que se perdieron elecciones, se perdieron con los medios en contra.
    Pero nada le impide al Gobierno derogar el decreto de Macri que destrozó la Ley de Medios y restaurar su vigencia.

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