Discurso completo en el acto por los 100 años de YPF y los 10 de su recuperación.#100AñosYPF https://t.co/5rfnsrR77h
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) June 3, 2022
Se cumplieron ayer 100 de la creación de YPF por Hipólito Yrigoyen en los meses finales de su primer gobierno. La empresa petrolera que es (o era) la empresa más grande del país, que el país volvió a controlar por decisión de Cristina hace 10 años y que es (en más de un sentido) una metáfora de la Argentina. Y si no nos creen, repasemos los hitos fundamentales de su historia, que son el, parte los del país. (Léase como si lo hiciera Lalo Mir).
Yrigoyen la crea y pone al frente a Enrique Mosconi, un militar, de la línea de San Martún, Savio y Perón. Alvear lo sostiene en el cargo, en el que desempeña una patriótica gestión, y lo mismo Yrigoyen en su segundo mandato, que termina en 1930 con un golpe de Estado que Waldo Frank llamó "con olor a petróleo", porque el presidente estaba a punto de conseguir en el Congreso los votos necesarios para nacionalizar el petróleo, la otra medida trascendente y complementaria de la creación de la petrolera estatal.
Después de la "Década Infame", el golpe juniano y el 17 de octubre, llega el peronismo al gobierno y en 1949 reforma la Constitución nacionalizando en su artículo 40 -entre otros recursos- los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía con excepción de las vegetales. YPF alcanza los mayores niveles de producción de su historia, pero aun así, un país que crecía no podía lograr el autoabastecimiento petrolero. No obstante, Perón logró lo que Yrigoyen no pudo, en el punto más alto del poder popular en la Argentina.
En 1955 el gobierno inicia tratativas con la California, una subsidiaria de la Standard Oil, para que extrajera petróleo en Santa Cruz, por cuenta y orden de YPF. Es una de las excusas (junto con el conflicto con la Iglesia) que los gorilas utilizan para organizar el golpe contra Perón: los comandos civiles de lo que sería luego la Fusiladora reparten la conferencia de Silenzi de Stagni (profesor de Minería en la UBA) impugnando el contrato, y Arturo Frondizi (entonces en la UCR) escribe su libro "Petróleo y política", propugnando el monopolio fiscal de la explotación.
Caído Perón, la historia sería muy distinta: el gobierno militar derogó por un decreto de Aramburu la Constitución del 49', y con ella cayó la nacionalización del petróleo. Frondizi sucedería en el poder a la Libertadora, y pese al pacto con Perón se tragó -como decía Jauretche- su propio libro, y lanzó la "batalla del petróleo", firmando contratos mil veces más leoninos que el que le impugnaran a Perón, para que empresas extranjeras extrajeran nuestro petróleo. Años más tarde y en otro gobierno surgido en el contexto de la proscripción del peronismo, Illia los anularía.
La dictadura militar del 76' puso al frente de YPF a Suárez Mason, uno de los genocidas más infames de ese régimen infame, quien se encargó concienzudamente de vaciarla y endeudarla hasta casi quebrarla en línea con la política económica de Martínez de Hoz, cumpliendo así la regla de hierro de los golpes de Estado en el país con la excepción del de 1943: los dan los pretendidos nacionalistas, para que los terminen aprovechando los pretendidos liberales.
Vuelta la democracia, el alfonsinismo claudicante en sus horas postreras tuvo su "Plan Houston" pergeñado por Terragno, el proto-menemista y llegamos a Menem, y el período más oscuro en la historia de YPF: privatizada en 1992 (con el apoyo de las provincias petroleras, incluida la Santa Cruz de Kirchner) y desnacionalizada en 1998, cuando el Estado nacional cedió aun más control de la empresa a los capitales extranjeros, a través del grupo español Repsol. El proceso de entrega se profundizó gracias a la provincialización de los recursos naturales en la reforma constitucional de 1994 (artículo 124 de la Constitución), y la entrega de la "acción de oro" del Estado nacional en la petrolera, por parte de De La Rúa y a manos de Repsol.
Después de años de vaciamiento por los españoles, Cristina tomó en 2012 la histórica decisión de recuperar para los argentinos el control mayoritario de YPF, lo que se concretó con la Ley 26741 de soberanía hidrocarburífera; a la que el entonces Jefe de Gobierno porteño y luego presidente Mauricio Macri, se opuso enfáticamente, y los legisladores del PRO votaron en contra. Con el Estado de nuevo al comando de YPF, la empresa recuperó el rol que nunca debió perder, el de la nave insignia del desarrollo petróleo e industrial en el país, en la búsqueda del autoabastecimiento energético.
Hasta que llegó Macri, con su extraño capitalismo que destruye el valor de las empresas para abaratarlas y que las compren sus socios y amigos: si él y Aranguren no lograron volver a privatizarla fue porque no pudieron, no porque no quisieran. Y llegamos al presente, donde conviven en YPF todas las ambigüedades y contradicciones del FDT: lidera la producción y comercialización de gas, petróleo y combustibles en el país como en sus mejores tiempos, pero también los aumentos de precios para el mercado interno que alimentan la inflación, cuando conducida por el Estado debería ser un factor de estabilización.
Genera divisas que necesitamos para sostener el crecimiento, pero se coaliga con las petroleras privadas para conseguir (con éxito) que el gobierno les permita disponer libremente de ellas, esperemos que en su caso realmente para adquirir equipos para aumentar la producción, y no como subterfugio para la fuga de capitales. Y si su valor ha descendido -como señalan los macristas, eludiendo sus responsabilidades en ello- ¿no sería una buena oportunidad para intentar recuperar el 49 % restante de su capital accionario, en lugar de regalarles dólares a Paolo Rocca y los vivos de siempre, o a las empresas para "que limpien sus balances" de supuestas deudas como dijo Guzmán?
Porque como dijimos, YPF es una metáfora del país, en la que están contenidas todas las Argentinas posibles, sea una con desarrollo, industria, tecnología, empleos de calidad con buenos salarios y desarrollos sectoriales y regionales agregados; u otra que simplemente extraiga nuestras riquezas naturales sin otra perspectiva que llevárselas afuera, sin dejar nada acambio.
En estos 100 años, su creación por Yrigoyen, la nacionalización de los recursos que explota por Perón y la recuperación de su control por Cristina (sin lo cual no estaríamos hablando del potencial de Vaca Muerta, o de las posibilidades de aprovecharlo) son los hitos fundamentales. Lo cual da una idea del privilegio que hemos tenido de ser sus contemporáneos. Tuits relacionados:
Eso sin contar que la UCR apoyó el golpe del 55' hecho (entre otras excusas) por el contrato con la California para luego terminar derogando por un bando militar la Constitución del 49' que nacionalizó el petróleo y los recursos naturales estratégicos.
— La Corriente K (@lacorrientek) June 3, 2022
...que 10 años atrás se la expropié a Repsol para que volviera a ser nuestra. Y que no hablen ahora estos boludos de Vaca Muerta, que si le podemos sacar el jugo es gracias a mi". Y como si además dijera "Vengo aunque este el boludo éste que no me atiende el teléfono ni le da...
— La Corriente K (@lacorrientek) June 4, 2022
...me sale con Spinetta. No me agarran más para venir para estas cosas, y la próxima que quiera recomendar algo, será una serie de Netflix. Porque este boludo no tiene arreglo". Palabras más, palabras menos, así habrá sido la cosa. No tenemos pruebas pero tampoco tenemos dudas.
— La Corriente K (@lacorrientek) June 4, 2022
Te compras un auto porque gastas mucho en taxi, pero dejas el auto estacionado y te moves en bondi.
ResponderEliminarUn plan genial. La patente se paga sola aparentemente.