viernes, 3 de junio de 2022

HASTA LA PUERTA DEL CEMENTERIO



Más si se repara en que se ha caracterizado al peronismo como un partido de poder, que debe lidiar con un gobierno hegemonizado por el "albertismo", que es no solo la práctica, sino la teorización del no poder: aun cuando desde el más puro pragmatismo -que se le adjudica al peronismo- se plantee que no hay que dar batallas que están perdidas de antemano, decirlo explícitamente (como ha hecho la vocera del gobierno, y el propio Alberto) como línea política es una confesión pública de impotencia que desgasta el poder que se tiene, fortalece el del adversario (sea éste político o corporativo), y tiene consecuencias al interior del entramado peronista: el peronismo se aleja de quien no tiene poder (o teniéndolo no quiere ejercerlo) como de la peste.

De allí que no extrañara que el acto de apoyo al presidente organizado por la UOCRA de Gerardo Martínez, contara con la escuálida concurrencia de un solo gobernador (Uñac), ningún intendente del conurbano bonaerense, y solo las huestes del Movimiento Evita de Pérsico y Navarro como decorado social. Después de eso, Zabaleta (ministro del gabinete nacional) inauguró la temporada de intendentes de ese mismo conurbano despegándose de la suerte del presidente, que se ha convertido para ellos y sus carreras políticas en un barrilete de cemento, que fuerza a muchos gobernadores a buscar desdoblar elecciones en sus distritos, aunque no estén obligados. 

Alberto se ha colocado solo y por sus propios errores en el peor lugar: el del pato rengo, pero con reelección constitucionalmente permitida. Si no la busca, si la busca y no la encuentra (como le pasó a Macri) y -peor aun- si en esa búsqueda lo detiene una derrota en la interna que él mismo fijó como regla para dirimir todas las candidaturas del FDT, afectará no ya su figura o su gestión, sino la gobernabilidad.

Se da así el extraño caso del presidente del PJ (y presidente del país, en nombre de una coalición hegemonizada por el PJ) al que no acompaña el peronismo, no al menos el que tiene votos. Un presidente que elude conformar cualquier instancia de institucionalización de la discusión política en el seno de la coalición oficialista, porque presiente que allí le pedirán que rueden cabezas en su gabinete, sobre todo de los que eligió por su incondicionalidad, o por haberse peleado en algún momento con Cristina o haberla cuestionado, como Kulfas o Vilma Ibarra; en lo que parece ser un requisito de admisibilidad.

De hecho hace poco desfilaron por Rosario en el último intento de lanzar el "albertismo" junto con los despechados de algún desencuentro con la vicepresidenta (a los que hay que sumar gente como Aníbal o D'Elía), movida a la que luego intentaron sumar a otros como Randazzo, pero sin éxito; ya que su función -como la de Urtubey o Schiaretti- es restarle votos al peronismo, para que gane el antiperonismo.

Y a propósito de Urtubey: reapareció en público después de años de ostracismo, para persistir en la búsqueda del unicornio azul que hace rato se les perdió: el peronismo 100 % puro de Perón sin mezcla, que no contenga kirchnerismo y que salte la grieta. El peronismo que les guste a los que no son peronistas, para decirlo más fácil.

Porque así como el peronismo es -en palabras de Cooke- "el hecho maldito del país burgués", Cristina y el kirchnerismo se han convertido en el hecho maldito del peronismo cortés; pese a que ganaron en nombre del peronismo tres de las últimas cuatro elecciones presidenciales habidas en el país (en las tres con Cristina integrando la fórmula), elecciones en las que los portadores del peronómetro tuvieron que ir al pie, hacer papelones como Duhalde, inventar culpables imaginarios de la derrota como vienen haciendo desde el 2015, o directamente jugar para los otros como hizo Pichetto integrando la fórmula con Macri en el 2019.

José Pablo Feinmann definió al peronismo como una obstinación argentina, para los peronistas y sobre todo, para los gorilas. El kirchnerismo va rumbo a convertirse en otra -si ya no lo es- para los antiperonistas, pero también para los portadores del peronómetro; que persisten hace década y media en construir "el post kirchnerismo" en el peronismo, tarea en la que una y otra vez fracasan por una sencilla razón: quieren representar a quienes ya están representados, o por el kirchnerismo, o por sus detractores, que son los mismos del peronismo desde su creación.

El fracaso del "Frente de Todos" como coalición de gobierno (y desde las legislativas pasadas, también como coalición electoral) es un proceso del que nadie sale indemne, ni siquiera Cristina; que consumió parte de su capital político como consecuencia del error de haber elegido a Alberto, bien que en las condiciones y el escenario creado por el "lawfare". Que por supuesto sigue vivito y coleando porque no se han desmontado (quizás ex profeso) sus herramientas médiáticas y judiciales.

Acaso de esto hablaba esta misma semana Jorge Ferraresi, cuando dijo que después de este gobierno, unos irían a la  cárcel y otros volverían a dar clases en la universidad. Tuits relacionados: 

3 comentarios:

  1. La velocidad mental de Zabaleta es impresionante. Un intuitivo. Ilumina el camino a tanto ciego.Un imprescindible.
    Y la maraca salteña tiene menos proyección política que Lopez Murphy.
    Dos boludos persistentes.
    Mirá si le van a mover un pelo. Que pongan un kiosco.
    El Colo.

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  2. Alberto ES Massa. Cortenla. Si algo está pasando es que Massa está saliendo a cancha con la casaca de pre-candidato presidencial.
    Alberto quien?

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