miércoles, 27 de abril de 2011

OCHO AÑOS, SEIS MESES


Se cumplen hoy ocho años de aquel domingo 27 de abril del 2003, en que se realizaba la primera vuelta de las elecciones presidenciales, a través de la cual Néstor Kirchner -segundo detrás de Menem- lograba acceder al ballotage programado para unas semanas más tarde.

El burdo intento del riojano de deslegitimar lo que era un seguro triunfo del entonces gobernador de Santa Cruz, retirándose de la participación en la segunda vuelta, además de expresar su nula vocación democrática y apego por las instituciones, era una maniobra urdida para herir de muerte en su origen mismo, la legitimidad y la fortaleza del nuevo gobierno.

Amenazado por el pliego de condiciones transmitido por el establishment a través de la pluma de Escribano -el secretario de redacción de La Nación-, Néstor Kirchner asumiría el 25 de mayo de ese año la presidencia de la República, en condiciones tan difíciles que hoy muchos olvidan, y otros prefieren deliberadamente que así sea.

Sin embargo, el flaco que vino del sur dio muestras claras desde ese mismo día, de que lo que dijera luego en su discurso inaugural no quedaría solo en palabras: no había llegado a la Casa Rosada para dejar sus convicciones en la puerta de entrada.

Se cumplen también hoy seis meses de su desaparición física, y su nombre y su recuerdo se multiplican a lo largo y a lo ancho de la Argentina; y no nos referimos a los homenajes oficiales -muchas veces producto de actitudes acomodaticias u obsecuentes-, sino al recuerdo emocionado y agradecido del pueblo llano y sencillo, que reconoció a un tipo que les devolvió la confianza en la política, recuerdo que se multiplica en miles de jóvenes que -gracias a él- se animaron por primera vez a asomarse a ella, con ganas de participar e invlucrarse.

Siete años y medio pasaron entre aquélla elección y aquél dolor inmenso de la partida, poco en la vida de nu hombre, nada (o todo) en la de un país.

Que en esos escasos años -menos de una década- Néstor Kirchner haya remontado desde el desconocimiento, las presiones y las dificultades del 27 de abril del 2003, al reconocimiento del que hoy goza su figura en vastos sectores del pueblo argentino -y que se transmite a la adhesión a Cristina, potenciando sus innegables méritos propios-, es una circunstancia que habla por sí misma del lugar que tiene justamente ganado en la historia grande del país de los argentinos. 

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