Otra vez un conflicto social es resuelto a balazos por policías de gatillo fácil y hay muertes absurdas en la Argentina, incluyendo la del policía que perdió la vida en los acontecimientos de Jujuy.
Los sucesos son un fresco lacerante de todas las deudas pendientes de la Argentina: el drama de la falta de viviendas, la explotación irracional de los recursos naturales, la absoluta falta de escrúpulos de grupos empresarios depredadores que no reconocen la autoridad del Estado, a menos que se ponga incondicionalmente a su servicio.
Y reafirmamos al respecto lo que dijimos en su momento con las muertes de los aborígenes Qom en Formosa: requieren un contundente y categórico rechazo del gobierno nacional -desde su más alto nivel- sin ningún tipo de especulación electoral, porque es lo que corresponde, y porque decirse kirchnerista no es simplemente colgarse de la boleta de Cristina: es, entre otras cosas, no reprimir la protesta social como lo hizo la policía jujeña.
La familia Blaquier -dueña del Ingenio Ledesma y de los terrenos desalojados- tiene una triste historia de explotación, atropellos y complicidad con crímenes, desde la llamada "Noche de los apagones" en la dictadura militar; y es uno de los ejemplos esplendentes de la morosidad de la justicia de la democracia en enjuiciar a los cómplices civiles del genocidio, que fueron además sus beneficiarios económicos.
Como Clarín y La Nación -que hoy ponen el tema en sus tapas- con Papel Prensa, y dan asco con su aprovechamiento de cualquier situación -cualquiera, incluso una tan dolorosa como ésta- para sacudir al gobierno nacional.
Tanto asco como causa una dirigencia opositora -con la destacable excepción en este caso de Ricardo Alfonsín- que hace exactamente lo mismo; incluyendo al inmoral de Duhalde, que relaciona el caso con los derechos humanos (claro que lo está), justo él que carga en sus espaldas con las muertes de Kostecky y Santillán, y aboga por un país que contenga a los que quieren a Videla; como los Blaquier.
O la diputada de Clarín, Silvana Giúdici -la del 2 % en las elecciones porteñas-, que lo asocia al caso Schoklender y las Madres de Plaza de Mayo.
En fin, aunque Fito Páez haya generado aprensiones con el uso de la palabra, los sucesos de Jujuy dan asco por donde se los mire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario