viernes, 29 de julio de 2011

CURSO ACELERADO DE FORMACIÓN CIUDADANA


Por Cristina Ambrosio

En los últimos años se han venido dando lecciones cotidianas a los ciudadanos sobre procesos electorales; en los que se marcan y resaltan aspectos a ser tenidos en cuenta a la hora de definir o decidir la selección de aquél que ha de ser destinatario de nuestro voto.

Así todos los días en los últimos años, pagamos para que nos pudran el cerebro, y festejamos cada vez que lo logran.

Existe un formato televisivo que en realidad sirve para formatear a los electores de un modo vil y descarado. No son pocos los sociólogos y psicólogos que a lo largo de los últimos años lo han venido resaltando. Queda en claro una vez más lo incapaces que somos de comprender los procesos sociales, ya que no podemos utilizar sus afirmaciones como premisas necesarias a la hora de realizar un análisis del devenir político, y nos sorprendemos ante resultados que de hacerlo, resultarían evidentes, y hasta ineludibles.

Pero, ¿de qué hablamos cuando decimos que se ha venido formateando y estructurando el modo de análisis y el proceso selectivo del elector?

La respuesta es simple y sencilla, nos referimos a los realities tan de moda hoy día y con altos niveles de audiencia, a saber "Bailando por un sueño", "Patinando por un sueño", "Cantando por un sueño" o "Gran Hermano".

La continuidad de los participantes en los mismos depende del voto del público, que con sus llamadas la define, llena de dinero los bolsillos de las productoras, y cotiza el minuto de aire.

Entre los participantes encontramos a artistas que se vienen desempeñando en los respectivos rubros, así como personalidades mediáticas, deportistas o actores sociales que compiten sin tener la menor idea de lo que se trata, pero justifican o fundamentan su participación en la sensibilidad que despertó en ellos el sueño que representan.

En cada programa, los jurados expresan un marco teórico o ideológico, desde donde se evalúa, critica y analiza el desempeño de los concursantes. Cada uno de ellos tiene una trayectoria indiscutible, sea que se relacione o no con la materia en cuestión (canto, baile, etc.).

Son los malos de la película que descalifican y supuestamente agreden a los participantes, por el hecho de marcar sus dificultades, limitaciones y errores. Los participantes criticados o cuestionados esgrimen argumentos justificatorios, basándose en que están aprendiendo, que no son especialistas en las materias que los convocan y que los jurados tendrían que evaluar y tener en cuenta su esfuerzo, su espíritu de sacrificio y entrega al "sueño" en cuestión.

Los teléfonos SIEMPRE estallan para salvar a los ineptos, a los incapaces, a los “perseguidos”. Recordemos a modo de ejemplo que La Mole Molli ganó el Bailando.
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El programa "Gran Hermano" contribuye desde otro ángulo en el formateo de la conciencia cívica. Con su reglamento interno totalmente antiético, acostumbra a los televidentes a aceptar cualquier práctica basada en la mentira, el engaño, la traición, en pos a ganar el juego. Las roscas y alianzas, las traiciones, se ven justificadas en pos del resultado final. Gana el individualismo, el cinismo, la traición.

Como muestra vale un botón: Cristian U, ganador del último G.H., representaba todas éstas conductas descriptas al pie de la letra, y cuando era recriminado por los otros concursantes, un Peluffo impertérrito explicaba cómo los demás chicos no entendían las reglas del juego, y que el mejor jugador era Cristian.

Meta mensaje: El fin justifica los medios. Sea destruir por ejemplo psicológicamente al adversario (lo que recuerda al libro de Durán Barba), o bailar en el caño para poner pisos a un comedor en una villa.

En el ámbito político el problema se agudiza por dos razones: existen actores y dirigentes políticos advenedizos que, asesorados eficientemente, utilizan esos formateos y traen agua para su molino, consiguiendo así resultados óptimos en los procesos electorales en los que intervienen; y los militantes o políticos añeros que los enfrentan no saben hacerle frente a la realidad con la que deben lidiar, y terminan crucificándose en los medios en discusiones estériles y faltas de contenido ideológico.

Teniendo en cuenta esto, ¿de qué nos asombramos que en Santa Fe el 36% del electorado vote a un candidato que participa sin tener idea de la realidad de la provincia, sin un mínimo de conocimientos técnicos y teóricos necesarios para el desempeño de la función del cargo en el que se propone; que aduce estar dispuesto a aprender y hacer sus mayores esfuerzos movido por el sueño de los santafesinos, y que encima es criticado y puesto en evidencia como inconsistente por sus contrincantes políticos que hacen las veces de jurados, tal lo ocurrido en el debate del fin de semana anterior a las elecciones?

Asimismo no podemos sorprendernos que en sociedades menos mediatizadas, con mayores necesidades básicas insatisfechas y una realidad exhortante y lacerante en cada esquina y cada pueblo por ser resuelta (Misiones, Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca,etc.) los resultados sean diferentes.

Creemos que frente a estos nuevos desafíos, hay que sentarse a replantear estrategias: ganar las calles, los barrios, los espacios públicos. Militar ideas, convencer, confrontar, debatir, justificar, opinar. Es preferible perder sosteniendo las ideas, que sacrificar convicciones en pos de la victoria. Ese es el mayor legado que Néstor Kirchner nos dejó.

Ni un paso atrás y a salir a las calles sin olvidar que en el barro y donde hay abono se siembra mejor.

2 comentarios:

  1. Justo Giustiniani había contratado unos talleres de salsa, canto pop y telas (Vaso)

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  2. "Queda en claro una vez más lo incapaces que somos de comprender los procesos sociales, ya que no podemos utilizar sus afirmaciones como premisas necesarias a la hora de realizar un análisis del devenir político, y nos sorprendemos ante resultados que de hacerlo, resultarían evidentes, y hasta ineludibles."
    Exacto, compañera, exacto.
    El Colo.

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