Esta noticia de la que da cuenta Infobae de ayer tiene que ver con los controles que ha implementado el gobierno para evitar la fuga de divisas, y garantizar el superávit comercial y de la balanza de pagos de este año; y van en la línea con las restricciones a las petroleras y mineras para liquidar divisas de exportaaciones en el exterior (dispuesta hace unos meses por este decreto de Cristina), y las exigencias a los bancos de mayores inmovilizaciones de capital para respaldar depósitos y ampliar la cartera de préstamos disponibles, que también es un límite a la posibilidad de remitir dividendos o utilidades al exterior, para los bancos extranjeros.
En su momento señalamos acá como era ése mecanismo -la remisión de utilidades de las empresas extranjeras radicadas en el país a sus casas matrices, en los países golpeados por la crisis financiera internacional- uno de los más problemáticos para lograr el objetivo (crucial) de sostener el superávit comercial y el de la balanza de pagos; por las nefastas normas sobre inversiones extranjeras heredadas del menemismo.
Por eso esta medida de imponer controles adicionales a la remisión de utilidades al exterior (el del BCRA y luego el de Guillermo Moreno) es otro paso más en el buen camino, y si produce el resultado esperado será la muestra de que hay que encarar el tema a fondo, modificando esa legislación de la que hablamos y que es una de las causas de las restricciones externas que puede sufrir el modelo económico en marcha.
Los controles articulados entre el BCRA y Comercio apuntarían a la famosa "sintonía fina", es decir, determinar en que contexto las empresas obtuvieron utilidades, que compromisos de reinversión en el país de esas utilidades asumieron, si los cumplieron o si están dispuestas a asumirlas en el futuro, como condición para poder seguir remitiendo ganancias en el futuro.
El caso de Respsol-YPF que tanto está sonando por estos días está vinculado al mismo problema: el grupo Eskenazy (que controla el 25 % de las acciones de YPF S.A.) aceleró en los dos últimos años la remisión de dividendos a la casa matriz, para saldar la deuda que contrajo con Repsol que le financió la compra de acciones de la ex petrolera estatal; y para eso postergó inversiones, lo que redundó en una caída de la producción petrolera, y un aumento de las importaciones que afectó el saldo comercial del año pasado.
La necesidad de articular estos controles al movimiento de capitales -no sólo de las divisas- surge clara de la misma nota: hecha la ley (se controlaban los giros de divisas al exterior por más de 500.000 dólares), los muchachos hicieron la trampa: hacían varias compras apenas por debajo del tope para ir sacando los dólares del país por "goteo", y eso obligó al gobierno a reforzar el cepo.
El caso permite ver como funcionan esas empresas y esos empresarios que se la pasan pidiendo "reglas de juego claras para invertir", y sanateadas por el estilo: buscando siempre las hendijas que dejan las normas para hacer la suya, explorando las contradicciones o precariedades del aparato estatal para obtener beneficios.
Ilustra también sobre lo complejo que es administrar (más en temas económicos) en tiempos modernos, y lo disparatado de algunos planteos teóricos cuando se discuten cosas en el Congreso, por caso la prórroga de la Ley de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario 25.561, o el otorgamiento o no de las facultades delegadas al Poder Ejecutivo.
Y por supuestos, es un ejemplo más de por que a Moreno lo tildan de "polémico".
Estas medidas de control de la remisión de utilidades al extranjero (dólares que se van del país) no se hubieran podido adoptar si -por ejemplo- la Ley 25.561 no se prorrogaba; o si el Banco Central -al que muchos sueñan autónomo, como si fuera de otro Estado- no se alineara claramente detrás de los parámetros de la política económica fijada por el gobierno votado por el pueblo, en este caso el de Cristina.
Se podrá objetar que las medidas son tomadas siguiendo el método kirchnerista: con pragmatismo de corto plazo, sin planificación estratégica, con prueba y error, actuando sobre los hechos, pero lo cierto es que se toman, van en el sentido correcto y los resultados están a la vista.
Lo otro quedará para algún debate académico u otra instancia similar.
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