martes, 10 de abril de 2012

GRONDONA, LA DERECHA Y LA IDEOLOGÍA


Por Raúl Degrossi

Si bien desde hace un tiempo las columnas de Mariano Grondona en La Nación vienen siendo una radiografía de su senilidad, la de éste domingo en particular es un interesantísimo muestrario del pensamiento de la derecha argentina; repleta de guiños para los lectores del palo.

La primera parte es una recopilación de un lugar común del pensamiento reaccionario: el simplismo de identificar a sus propias ideas con la razón objetiva, el sentido común del hombre de la calle, la intuición simple que está al alcance de todos.

Ese es el corazón del pensamiento reaccionario: se asume como una simple verbalización de un presunto "orden natural de las cosas" que no es lícito ni racional contradecir, ni en el plano teórico ni -menos aun- en el de los hechos concretos; y si el intento de alterar ese orden se verbaliza en un cuerpo de ideas, se comete un delito gravísimo, imperdonable: se incurre en la ideología, una especie de sarampión infantil que distorsiona la percepción de la realidad.

Por supuesto que el razonamiento es tan simple que resulta torpe: ¿desde dónde se impugna la racionalidad de un sistema de ideas políticas, sociales o económicas, sino desde otro?

Y si no veamos lo que sucede con la crisis financiera que sacude al llamado primer mundo: ¿no hay acaso un ejercicio de talibanismo ideológico neoliberal en el hecho de aferrarse obstinadamente en repetir recetas económicas que han fracasado cada vez que se intentaron?

Se dirá con razón que esas políticas -si bien expresivas de un corpus de ideas- están más bien enderezadas a defender intereses concretos; pero he allí la otra clave del pensamiento de derecha: disolver la presencia de las fuerzas concretas que interactúan en el escenario político, tratando de naturalizar la defensa de intereses materiales concretos, que son identificados casi como la resultante de leyes naturales o matemáticas,contra las que es irracional intentar algo distinto.

La comparación que hace Grondona entre los presidentes "normales" (los que no se dejan nublar por la ideología para gobernar) y los que no lo son (Cristina y Chávez) radica esencialmente en el trato que dispensan al capital; esencialmente el extranjero: allí el famoso "sentido común" del hombre de la calle coincide sugestivamente con intereses para nada abstractos o cualunques.

En la segunda parte el profesor se quita los guantes, y en su particular estilo, va lo que le interesa (a él y a los lectores destinatarios de sus guiños): la política de derechos humanos del kirchnerismo.

Lamenta que en definitivas lo de los Kirchner en esa materia no haya sido una impostura, y se guiaran por sus convicciones como prometió Néstor al entrar a la Rosada (curioso elogio del travestismo político, o del pragmatismo feroz), "cortando la tendencia pacificadora que habían desarrollado Alfonsín y Menem"; dice textualmente Mariano.

Entendamos claro: "tendencia pacificadora" fueron, en orden, punto final, obediencia debida e indultos.

El los prefiere a los juicios por la verdad, la memoria y la justicia, impulsados por los Kirchner en tributo a su ideología: vemos como otra vez el presunto "sentido común" despojado de ideología coincide sugestivamente con el reclamo de impunidad para los genocidas.

Habiendo iniciado su columna con el elogio de otra de Abel Posse (un dinosaurio de la derecha ortodoxa del peronismo) no podía faltarle a Grondona la reivindicación del último Perón; el "que echó a los Montoneros de la plaza" (acá el guiño va dirigido al "Momo" Venegas y últimamente por que no, a Moyano).

Dejando de lado la recurrente simplificación de un episodio tan complejo como aquel 1º de mayo del 74' (que amerita analizar la lucha por el poder al interior del peronismo, los garrafales errores de la conducción de Montoneros, los que por su parte cometió Perón, la discusión que se abrió a partir de allí dentro de la propia juventud peronista), no olvidemos un punto: la reivindicación del dicterio de "imberbes y estúpidos" parte de quien -por entonces- apologizó a López Rega (uno de los que se quedó en la plaza ese día, más precisamente en el palco), en aquélla tristemente célebre "Meditación del elegido".

Era el hombre que, desde la Triple A, "hacía el trabajo que debía hacerse", como más tarde (según Grondona y la derecha Argentina) lo harían Videla y los centuriones de la muerte del terrorismo de Estado: otra vez la naturalización de decisiones políticas, sustentadas en una visión sí que ideológica pura y dura (recordemos la obsesión por preservar el modo de vida "occidental y cristiano" amenazado por la subversión marxista y apátrida).

Y si esas decisiones eran poco menos que la consecuencia inevitable del proceso político, no pueden ser llevadas a la justicia, menos por los que perdieron aquélla "guerra": los "Montoneros desarmados", los llama el profesor, que se excita con la imagen que expone: "militares presos sin sentencia" (léase presos políticos) y "sus vencidos en el poder" (los "Montoneros desarmados", La Cámpora); sin los fierros pero con la ideología, que es peor.

Si bien se mira, no es casual la apelación de Grondona, además de reveladora de su pensamiento profundo, despojado ya del barniz institucionalista del que se revistió en el segundo mandato de Menem después de haberlo apologizado (como a López Rega, como a Videla) en el primero; cuando consumó el núcleo duro de las reformas que desmantelaron la Argentina del peronismo, por la huella que dejaran las políticas de la dictadura.

Tanto no es casual que es coincidente con el hecho de que los juicios por la verdad comiencen a rozar a los socios civiles de la dictadura (con los que Grondona tiene vínculos más fluidos aun que con los protagonistas militares del genocidio); lo que deja a las claras -tal fue el sentido que atravesó la conmemoración del pasado 24 de marzo- que se bañó de sangre al país desde el propio aparato del Estado, para poner en marcha un proyecto económico, político y social con beneficiarios bien concretos.

Por eso Grondona arranca lamentando las trabas que el kirchnerismo le pone a los capitales extranjeros en el país, para terminar pidiendo impunidad para los genocidas: para la ideología de la derecha (de la que él, presunto impugnador de la ideología a secas, ha sido siempre un vocero calificado) ambas cosas siempre fueron indisolublemente unidas

4 comentarios:

  1. Está muy bien el análisis. El sentido común es de derecha.
    Alejandro Rozitchner dijo que "la derecha" es un invento de la izquierda para calificar a quienes piensan distinto. Es lo que dice Hobsbawm: las personas que no comparten la distinción entre izquierda y derecha suelen ser "de derecha".
    Se puede ver lo que está pasando en Grecia... hay recetas que son calcadas. Hay un artículo del Dipló de abril que compara las recetas de Grecia con la Argentina 2001.
    Saludos

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  2. Es verdad que Grondona nunca va a cambiar?
    Si claro, el tema es que tiene la suerte de seguir hablando. Ayer, a uno de su talla lo cagaron a huevazos en Grecia.
    Grondona, una vez más y siendo tantas veces que te lo dije; -Porque no te vas bien a la... si ahí mismo, desde donde nunca deberías haber salido.

    Ah; juicio y castigo a los responsables civiles de la dictadura. Este va a la cabeza, de abanderado.

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  3. Pero no está solo Daniel, esta editorial de hoy de LN es un virtual llamado al golpe para generar una nueva amnistía: http://www.lanacion.com.ar/1463600-memoria-completa-y-reconciliacion

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  4. ¡Se muere tanta gente buena!

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