Nos apuramos a subir el post para ganarle de mano con el título a los de Página 12, así que si mañana lo ponen en la edición, acuérdense que acá lo vieron antes.
Hablando en serio: a ver que van a decir ahora los salames que acá armaron un bardo bárbaro cuando Alicia Castro se tomó en serio lo de las conferencias de prensa con preguntas, y le preguntó al canciller inglés si alguna vez iban a negociar por las Malvinas, sobre la patinada del sobrino (o nieto, vaya uno a saber) bobo de Margaret Tatcher, el aprendiz de Macri éste de Cameron (sabélo gil: a Mauricio pasar por nabo le sale mejor).
Seguramente bajo el asesoramiento de los intelectuales de La Runciman de acá, el zapato éste se le acercó a Cristina en el medio de la reunión del G 20 (de paso: alta reunión al pedo Cristina, quedáte acá mejor que de ahí no va a salir nada serio en veinte años) para decirle que tomara en cuenta el referéndum que van a hacer los isleños para decidir su futuro, que viene a ser algo tan trascendente como las internas de la Coalición Cívica.
O sea: desde 1965 (hace 47 años, que antigüedad), cuando las Naciones Unidas todavía servían para algo y al menos algunos las respetaban, vienen diciendo que en Malvinas hay una situación colonial, y una disputa de soberanía entre dos Estados (Argentina, donde en teoría nacieron y viven los de La Runciman, y el Reino Unido, dónde les hubiera gustado nacer y vivir); por lo que no se aplica el principio de la autodeterminación de los pueblos.
Siempre y cuando los kelpers sean un pueblo, porque resulta que al nabo éste de Cameron (otro al que se le quema el rancho en Europa, y por eso sale a hacer payasadas por el exterior: busca un efecto terapéutico a la crisis, como si fuera un payamédico) ahora le recontra importa lo que opinan los 3000 tipos que viven en las Malvinas (como a Fernando Iglesias, Lanata y Sarlo, mirá que compañía); pero esos mismos tipos hasta hace pocos años eran súbditos (no ciudadanos) de cuarta de la corona.
Como quieren los de los cacerolazos que sean los que viven en el conurbano bonaerense, o los inmigrantes de países vecinos, sin ir más lejos.
Por eso Cristina no les da ni cinco de bola a ninguno de los dos: ni a los que cacerolean, ni al referéndum de los kelpers, como debe ser.
Pero esperen a ver la reacción indignada en el cipayaje vernáculo (que jauretcheano sonó eso), y seguramente en el próximo cacerolazo veremos banderas que digan "No somos kelpers, que lástima".
En fin, que nos fuimos por las ramas: el descuelgue de este muchacho Cameron fue tan grande que tuvo el tupé de cuestionar la expropiación de YPF, como si él o los ingleses tuvieran vela en el entierro.
¿O acaso lo hizo para defender a los españoles, que no están en el G 20 pero dicen que nos van a hacer echar a nosotros?
De ser así, podría probar antes devolviéndoles Gibraltar, que se lo chorearon hace más de 300 años.
Pensar que hay gente acá que cuando dice "tenemos que ser como los países serios" piensa en los ingleses, mamita.
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