SI DE SER BUCHES SE TRATA, EL SOCIALISMO SE ANOTA

Mirá si se la iban a perder: resulta que aparece una mamá que dice que el hijo le dijo que la maestra le dijo que iban a ir los de La Cámpora a la escuela; y que cuando fueran sólo escuchara y no hiciera ningún comentario en contra.

Y la mamá -en lugar de preguntar en la escuela si era cierto o no- se fue a los medios a denunciarlo; y los medios armaron bardo (como siempre), y le preguntaron a la ministra de Educación; que, en lugar de llamar a la escuela para averiguar que pasaba (como correspondía) ya se largó a disertar sobre la politización en las escuelas, la democracia y unas cuantas pelotudeces más.

Poco importó que la directora de la escuela desmintiera a la madre mediática, o si los de la Cámpora iban o no a ir a la escuela; porque lo que se quería hacer (que era el ruido mediático, replicando las operetas de Clarín y La Nación, haciendo lanatismo bobo en clave provinciana), ya estaba logrado.  

Pero la ministra en su raid mediático (hecho mientras en la escuela la siguen esperando, o esperando su llamada) fue dejando algunas cosas interesantes, como advertirles a los docentes que tengan cuidado con andar haciendo paros o reclamos por salarios o condiciones de trabajo en su lugar de trabajo (que es la escuela).

¿O acaso se refería a otro tipo de "planteos sectoriales dentro de la escuela" que no corresponden?

También hubo palos para los curas y las monjas, eh, con eso de no permitir que se tome a la escuela "como un púlpito"; ¿no cierto, Barricada?

¿O eso corre nada más que para las escuelas públicas y en las privadas no se meten, y se limitan nada más que a subsidiarles los sueldos?

Y lo más interesante de los dichos de Mengarelli: ojito con permitir que a las escuelas se acerque cualquiera a hablar con los pibes, sobre todo cuando pueda ser alguno que les hable de algo que puedan tener interés en escuchar. 

A la escuela se va a estudiar y nada más; nada de andar pensando en otras cosas peligrosas como formar centros de estudiantes y todas esas ideas subversivas, que después terminan siendo aprendices de piqueteros; como bien lo dijo en su momento Elida Rasino, la antecesora de Mingarelli.