Después de que Cristina lo sacudiera en cadena nacional desnudando su lobby rentado en favor de los intereses de Reposl en YPF, Bonelli cumple con lo prometido en TN, Radio Mitre y Clarín y las redes sociales: sigue haciendo lo que hizo siempre, o sea operar (respondiendo a otros sobres), que es lo que él llama periodismo; en fin, son opiniones.
Y en su nota de Clarín de hoy (a la que corresponde la captura de pantalla) agita el fantasma de la persecución del gobierno a los empresarios, como no podía ser de otro modo a cargo de "Polémico" Moreno y el judío marxista Kicillof (que según trabajan a dúo, pero para Pagni están enfrentados en un Mortal Kombat), hurgando en los archivos del pasado (que bien haría el gobierno en dejarlo como está, ¿no Bonelli?), en éste caso las responsabilidades de importantes grupos empresarios en la estatización de la deuda privada decidida por la dictadura, con Cavallo en el Banco Central.
"Polémica decisión" la denomina Bonelli piadosamente, cuando bien sabe que fue algo más que eso: fue la transferencia a la sociedad del gigantesco endeudamiento irresponsable de los dueños de la Argentina durante la fiesta de Martínez de Hoz, concomitante con el mayor baño de sangre de la historia argentina; tanto que éste se hizo, para posibilitar aquélla.
Hecho revelador, si los hay, de una matriz política y económica de remodelación de la Argentina post peronista; que demuestra además no sólo la complicidad civil con la dictadura, sino la finalidad última para la cual el poder económico apeló al brazo armado y su plan de exterminio: asegurar sus negocios; y si no que lo digan Blaquier y el apagón de Ledesma, o Mercedes Benz, Ford y tantas empresas que usaron a los centuriones de la muerte para deshacerse de las comisiones internas o los activistas sindicales molestos.
Negocios que ese mismo poder económico siguió asegurando ya en democracia, con las hiperinflaciones disciplinadoras, las políticas del neoliberalismo salvaje en clave menemista y las concesiones de Duhalde como administrador de un sistema político en agonía; como la pesificación de las deudas en dólares, o la ley de bienes culturales; otras "polémicas decisiones", por decirlo en palabras de Bonelli.
Menciona Bonelli el acto de respaldo a Blaquier de distintos empresarios y diplomáticos (¿estarán en actividad, percibiendo un sueldo de la Cancillería pagado con nuestros impuestos?, sería bueno saberlo, casi tan importante como saber si la Cámpora reparte El Eternauta en las escuelas, vean), por las acusaciones que sobre él pesan por delitos de lesa humanidad en la causa Ledesma, como vemos acá:
Con brutal e inadvertida sinceridad, Clarín (uno de los dueños de Papel Prensa, regalo interesado de la dictadura asesina) coloca la noticia en el suplemento económico, bajo el copete "Economía y negocios": señal clara de que son concientes de que de eso se trata todo (aun la complicidad con crímenes de lesa humanidad, por lo que se investiga a Blaquier): de negocios.
Cualquiera podría replicarle a Bonelli (con lógica irrefutable) que todo aquél empresario que no haya tenido nada que ver con la estatización de las deudas privadas en la dictadura, nada tiene que temer de las investigaciones de Kicillof, o de las amenazas de Moreno.
Como también señalarle que (en su afán de encontrar solidaridades por haber sido expuesto como un vulgar lobbista pago de Repsol) a Blaquier lo investiga la justicia y no el gobierno, y no por haber participado de la estatización de deudas sino por cosas aun más graves, como asesinatos, secuestros y torturas.
Como lo investigan a Magnetto y a Mitre por el caso Papel Prensa en estos mismos momentos: Bonelli habla por él y por sus patrones, pero tiene el buen tino de no mencionarlos, porque además también se vieron beneficiados -tal es su costumbre desde hace décadas- por la "polémica decisión" de estatizar las deudas privadas.
Y para ampliar la base de solidaridades dentro del mundo empresario (incluyendo aun a aquéllos que no tienen esqueletos en el placard) les lanza el fantasma del chavismo estatista y expropiador, que avanzará sobre sus negocios y su patrimonio: se da el lujo de tildarlos de ingenuos (boludos, bah), por haber creído que el segundo mandato de Cristina sería más benévolo para ellos.
El problema es que (aun sin la cadena nacional de Cristina en YPF) ya se le ven cada vez más claras las patas a la sota, y las costuras a los remiendos; y seguir hablando desde las vaporosas esencias de las libertades individuales supuestamente coartadas por una dictadura virtual (el kirchnerismo), se hace cada vez más difícil cuando van quedando expuesto al sol los trapos sucios que muchos tienen con la última dictadura real.
Por lo cual que un tipo como Bonelli (indignado porque lo descubrieron cuando agarraba los sobres de Repsol) escriba en el diario de los dueños de Papel Prensa, advirtiendo a los que estatizaron sus deudas en la dictadura que el gobierno los va a correr con eso, como hace (la justicia, no el gobierno) con Blaquier por su complicidad con crímenes contra los derechos humanos, dice bastante sobre la podredumbre moral de los que a diario se asumen como los defensores de la moral, las libertades públicas y las virtudes republicanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario