miércoles, 7 de noviembre de 2012

DEPENDE COMO LO VEAS



Incluso podés manifestarte "sorprendido" porque va a distribuir dividendos, yendo supuestamente en contra de la política del gobierno de garantizar la reinversión de utilidades.

Lo cual demostraría que -por un lado- sos un incoherente cuando estás todo el tiempo reclamando inversiones, o un bruto que no sabe como funciona una sociedad anónima: va a distribuir en dividendos el porcentaje de ganancias que la última asamblea (ya controlada por el Estado como accionista mayoritario) destinó a ese fin, porque el 95 % se destinará a financiar inversiones para expandir la producción de petróleo, gas y combustibles, como dijo el gobierno cuando la expropió: acá la explicación en detalle

O podés poner el acento en otras cuestiones, como que desde que YPF volvió a estar en manos del Estado, aumentó su capacidad de utilización de sus propias instalaciones de refinación asegurando un suministro más fluido de combustibles (¿viste que de golpe ahora hay nafta en las estaciones, pensabas que llovía del cielo?), así como aumentó la inversión en equipos de perforación (duplicados) y de extracción de gas y petróleo, revirtiendo la curva declinante de la producción de la última década y más, cuando estaba en manos de Repsol.

Que eso sí, mantenía contentos a los "mercados" porque distribuía anualmente entre el 80 y el 90 % de sus utilidades, un camino seguro a largo plazo para el vaciamiento y la quiebra de la empresa, de YPF y de cualquier otra.


Por eso los números encierran algo, si se los sabe leer: detrás del 51 % menos de ganancias respecto al mismo trimestre del año pasado (en que la petrolera era controlada por Repsol, que sacaba desesperadamente divisas del país para sostener a la desfalleciente economía española), están el aumento del 14,3 % en un año de las inversiones en Bienes de Uso (maquinarias y equipos nuevos), del 18,7 % en la inversión global y del 25,7 % en el incremento de la capacidad de refinación; para asegurar un mejor suministro de combustible.

Se trata en definitivas de un diferente paradigma desde el cual manejar a la empresa más grande del país (ahora recuperada para los argentinos), y alinearla con los objetivos estratégicos del modelo de desarrollo elegido para el mismo; sin sacrificar el concepto de la eficiencia y profesionalidad en su manejo, y ayudando además a otro objetivo estratégico de importancia en estos tiempos: limitar la salida de divisas y las presiones sobre el tipo de cambio, algo que también se consigue si paulatinamente se aumenta la producción de hidrocarburos y combustibles y se disminuyen las importaciones para atender la demanda.

Que la acción de YPF haya venido entonces en baja en las últimas semanas no tiene tanto que ver con el comportamiento de la empresa; que pudo financiar con recursos propios el 80 % del aumento de sus inversiones, aumentar la producción y comercialización de sus productos y aun obtener ganancias, y tomar deuda en condiciones muy razonables en las emisiones que ha hecho.

Las fluctuaciones del valor del papel tienen más que ver con los movimientos especulativos del mercado de capitales (donde hay grupos que no se resignan a que la petrolera ha cambiado su matriz de funcionamiento), y con las presiones para que el gobierno afloje los controles al mercado de divisas, accionar de las famosas "calificadoras de riesgo" incluido.

Y por cierto, esto último es otro argumento más a favor de la aprobación del proyecto para regularlas, junto con las bolsas y mercados de valores, que envió hace poco Cristina al Congreso. 

Como sea, la expropiación de YPF lanzada por Cristina hace casi seis meses fue una decisión estratégica (que contó en aquel momento con un amplio apoyo opositor, cabrá recordarlo en estos tiempos de sillas vacías en Diputados por gente ofendida por algunos discursos), que encerraba un enorme desafío a la capacidad de gestión estatal.

Y hasta ahora no viene saliendo mal la cosa, para nada.  

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