LOS CANDIDATOS QUE NO VAMOS A VOTAR

La verdad que nosotros nunca nos hubiéramos imaginado tener tanta importancia política, o al menos que lo que decidimos como agrupación política, fuera de un interés tan relevante, como se desprendería de los comentarios de algunos moscardones que andan por acá.

Tan importantes como si Cristina dudara antes de agarrar la lapicera y escribir la lista del FPV en Santa Fe, y nos preguntara antes a quien poner; a nosotros, que desde que ella decidió que Agustín Rossi no fuera en la lista (sobre lo cual algo dijimos acá) todos los demás nos parecen más o menos lo mismo, con dos condiciones: que los ponga ella, y que la banquen a ella y su gobierno, pero de verdad.

Claro que no es fácil aceptar eso para gente que -al parecer- tiene todo resuelto, porque la convocan a cabildo abierto a cada rato para elegir candidatos, y da la casualidad que en el profundo debate interno que seguramente habrá en otros lados (no en el kirchnerismo, donde impera como sabemos el unicato), siempre se impone el candidato o los candidatos más potables, más progresistas, más de avanzada.

Más pulentas digamos; eso tipos que vos los ves y te dan ganas de salir corriendo a votarlos, como por ejemplo los que figuran en la imagen que encabeza el post.

Lo nuestro no es tan fácil, y por eso nos tenemos que conformar con lo que hay, como que tampoco es fácil ser kirchnerista en Santa Fe; provincia -como sabemos- tomada desde hace años por los sóviets de obreros y campesinos, donde la reforma agraria se ha llevado puestos ya los alambrados de los campos, y la colectivización de los medios de producción se decidiría en las próximas horas.

De allí que para nosotros, simples seguidores del fetichismo populista, la cosa no sea tan sencilla como para los que optan por cualquiera de las fuerzas revolucionarias que asentaron sus reales en ésta invencible provincia.

Por eso terminamos votando casi por descarte digamos, o por lo menos teniendo muy en claro a quienes no vamos a votar.

Por ejemplo no vamos a votar a a candidatos ni a partidos que hayan votado en contra de las retenciones móviles de la resolución 125, que hayan apoyado la asonada golpista de la Mesa de Enlace o que les hayan prestado a los agrogarcas el balcón de la Casa de Gobierno para lanzar otro lock out con cortes de ruta y desabastecimiento.

Tampoco vamos a votar a candidatos ni a partidos que -año tras año- gastan millones de pesos en los stands de Expoagro para engordarles los bolsillos a Clarín y La Nación, pero no quieren aumentarle el inmobiliario rural al campo para que no tengan que pagar más de Bienes Personales.

O que piden que les rebajen o eliminen las retenciones a los sojeros, mientras aprovechan el Fondo Federal Solidario para hacer la escasa obra pública que empiezan, pero nunca terminan.

Tampoco vamos a votar ni a candidatos ni a partidos que hayan votado en contra de la ley de medios, o que si la votaron en general a favor, hayan votado en contra el artículo 161 porque querían darle a Clarín más años para desprenderse de las licencias que le sobran.

Candidatos o partidos que "inventaron" la boleta única con la excusa de que se terminaba la ley de lemas (que ya estaba derogada) y  sus efectos de fragmentación de la política, pero en realidad lo que no quieren es la militancia repartiendo los votos casa por casa, y de paso cañazo, hicieron imprimir las boletas en AGL sin licitación pública; para ganar espacio gratis en Clarín y El Litoral.

Menos que menos vamos a votar candidatos o partidos que piensan que la AUH se va por la canaleta del juego o de la droga, o que desde que existe, aumentaron los embarazos adolescentes porque las pibas tienen hijos sólo para cobrarla.

O que si son gobierno, invierten cada vez menos plata en políticas para los más pobres, y de esa poca plata, cada vez menos les llega en forma directa; mientras nos dicen que son progresistas.

No vamos a votar candidatos ni partidos que planteen que, para que la EPE y Aguas Santafesinas funcionen menor, habría que privatizarlas; o que, si son gobierno, las manejen como si fueran empresas privadas, privilegiando que les cierren los números (aumentando para eso las tarifas a cada rato) más que mejorar los servicios, o hacerlos accesibles a los que no los tienen.

Tampoco vamos a votar candidatos ni partidos que creen que los problemas de inseguridad se resuelven dejando que la policía se maneje sola y sea atendida por sus propios dueños; aun al precio de poner como su máximo responsable a alguien sospechado de vínculos con los narcos; o que lo sostenga aun preso y procesado, con el argumento de que se trata de un preso político.

No vamos a votar candidatos y partidos que parece que se pelean entre ellos porque son muy distintos, pero después en el Congreso terminan votando todos igual: contra Cristina y su gobierno siempre; mientras arman una lista común de candidatos por si prosperaba la elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura.

O que se sacan fotos con Macri con la excusa de que están amenazada la república y las instituciones; y se ponen de acuerdo para mariconear en la justicia presentando cautelares para tumbar leyes cuando pierden una votación en el Congreso.

Tampoco vamos a votar candidatos ni partidos que se llenan la boca hablando de defender la independencia de la justicia y mean agua bendita republicana; mientras rosquean en el Consejo de la Magistratura nacional, manejan a su antojo el de la provincia, meten por camiones funcionarios, amigos y parientes en la justicia y hasta se dan tiempo para arreglar con el reutemanismo judicial, para que mire para el costado y no diga nada.

Por supuesto no vamos a votar candidatos ni partidos que -si hubieran estado en Venezuela- hubieran votado por Capriles, o que viajaron allá a hacerle la campaña.

Pero por sobre todas las cosas no vamos a votar candidatos ni partidos que se opongan a Cristina, y que -con la excusa de impedir la reforma constitucional- lo que quieren es aprovechar el guiño de la Corte en el fallo por la reforma judicial, para ver si le pueden torcer el brazo antes del 2015, y juntar una mayoría (inviable, inverosímil, pero constantemente acicateada para conformarse) para pretender gobernar desde el Congreso.