lunes, 1 de julio de 2013

EXPERTOS EN LA MATERIA


Leemos en la corneta: "Estamos convencidos de que debemos seguir trabajando con gran empeño para asegurar la plena vigencia de la división de poderes republicanos en el seno de la democracia”, se señala en el mensaje final de la Semana Social, el tradicional encuentro que organiza anualmente la comisión de Pastoral Social del Episcopado, que se realizó este fin de semana en Mar del Plata.

En el mensaje se enfatiza la importancia de la calidad institucional, en general, no sólo referida al Poder Judicial. E incluso se la menciona como remedio para los problemas sociales. “Creemos también que la calidad institucional es el camino seguro para lograr la inclusión social”, se subraya. Y se advierte que “(…) esta democracia que tanto nos ha conseguido conquistar y que hemos de cuidar día a día aún necesita seguir madurando y fortaleciéndose”. Y en un claro mensaje a toda la dirigencia, se destaca que a lo largo de los tres días del encuentro “se privilegió el diálogo en pos de la construcción del bien común”. Por si queda alguna duda, se afirma que “la promoción de las políticas públicas es una nueva forma de opción por nuestros hermanos más pobres y excluidos”. Y que “ello nos insta a ser parte, a comprometernos cada vez más en la consolidación de la democracia, promoviendo nuevos estilos de liderazgo”.". (las negritas son nuestras)

Si bien la jerarquía católica nunca renunció explícitamente a su voluntad de tener ingerencia en la política nacional (ni es racional esperar que lo haga), era previsible que la elección de un Papa argentino les diera una nueva plataforma desde la que sentirse relegitimados para hacerlo.

Relegitimación que es una consecuencia -también previsible- del hecho de que todo el espectro político nacional (oficialismo y oposición) decidiera "apropiarse" políticamente de la elección de Bergoglio; una consecuencia de la cual fue la concurrencia al seminario de Mar del Plata, de figuras de todo el arco político.

Sin embargo, un recorrido por las ediciones digitales de los principales diarios que reflejan la noticia de la reunión de la Pastoral Social en Mar del Plata, permite constatar una clara tendencia: ni aun con las simpatías que despierta el nuevo Papa, la iglesia argentina ha logrado levantar su consideración social; y una gran mayoría entiende que la jerarquía católica no debe inmiscuirse en las cuestiones políticas, porque antes tiene que lidiar con sus propios problemas.

Lo que no deja de ser sorprendente, porque cuando se conoció quien era el nuevo Papa, no fueron pocos los que le auguraban (y pedían que asumiera) un rol protagónico en la escena política nacional; y no han dejado de magnificar desde entonces hasta el más mínimo de sus gestos, como si estuviera produciendo una transformación estructural profunda en la propia iglesia católica.   

En todo caso, sugiere que muchos suponen que la impronta que supuestamente Bergoglio le quiere dar a su papado, debe comenzar por poner el orden en la propia casa; y mientras eso no ocurra, la jerarquía católica local debería bajar el perfil de sus intervenciones públicas.  

Pero con todo, es una buena noticia: justamente hablando de cuidar y consolidar la democracia, es signo de vitalidad democrática de una sociedad que piense que debe resolver por sí sus propios problemas; sin aceptar patronazgos de instituciones que -como la iglesia católica-  no pueden exhibir justamente blasones en materia de cultura y organización democráticas.

Yendo más allá de la tradicional crítica al rol de esa misma iglesia durante la última dictadura, no se puede leer sin sonreír, que la jerarquía ecleciástica considere que tuvo un rol protagónico en la recuperación de la democracia; cuando es un hecho histórico que sostuvo al régimen de facto hasta que su descomposición era ya irreversible, con las notorias salvedades personales del caso; como sucedió en otras instituciones, en el sindicalismo y en los propios partidos políticos.

Es curioso que la iglesia abogue por la calidad institucional y el respeto por la independencia de los poderes del Estado, cuando su influencia en la política argentina (afortunadamente disminuida en los últimos años) se ejerció siempre por vías extrainstitucionales, en especial en todo lo relacionado con la justicia, desde las maniobras para designar jueces afines, hasta la presión sobre las causas más sensibles a sus intereses.

No hablemos ya sobre el propio Poder Legislativo, cada vez que se discutía algún proyecto que tocaba nervios sensibles del ideario católico: recordemos la postura del propio Bergoglio (entonces arzobispo de Buenos Aires y presidente del Episcopado argentino) cuando se trató el matrimonio igualitario; aunque ahora nos dicen que en rigor asumió entonces la estrategia aprobada por el conjunto de los obispos, y sugerida por el arzobispo de La Plata, el dinosaurio Aguer.

Sorprende también la apelación de la curia local a la institucionalidad, cuando hace poco rodeó de una inusual pompa a la colecta anual de Cáritas, convirtiéndola en una convocatoria a la eliminación total de la pobreza, en franca competencia con las políticas públicas que el Estado despliega a esos fines y que han logrado disminuirla sensiblemente en los últimos años; como la AUH, o la creación de empleo.  

Objetivo explícito (el de llegar a la pobreza cero) que nadie en su sano juicio puede cuestionar, como tampoco nadie podría (sin deshonestidad intelectual, al menos) considerar que se puede lograr con la colecta anual de Cáritas: acá Horacio Verbitsky -con su habitual rigurosidad- ponía hace poco en cifras muy clara la desmesura del planteo.

Y si bien en el lenguaje tradicional de los obispos hay una estudiada ambigüedad (de modo que cada quien pueda sentirse representado en la opinión de la iglesia, y esta a su vez legitimada en su influencia) la mención en el documento a la promoción de "nuevos estilos de liderazgo" no parece inocente; en el medio de una campaña electoral que la oposición plantea como objetivo impedir la reforma constitucional que habilite otro mandato de Cristina, y el tema es recogido también por quienes pretenden encarnar el post kirchnerismo, como Massa.

9 comentarios:

  1. Y... eso lo sabemos todos, entonces no tendría que haber ido Cristina a la asunción de Francisco, pero por algo fue.

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  2. Che ustedes mas que peronistas me parece que son unos lindos zurditos

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  3. Claro, porque la única que se sacó una foto con el Papa fue Cristina, y Perón con los curas se llevaba bárbaro.

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  4. Anónimo 1: Protocolo de jefe de Estado. Algo tan elemental que ni a los pibes hay que explicárselo.

    Anónimo 2: El peronismo ortodoxo siempre taaan ocupado con las "desviaciones" hacia (como ellos la llaman) progresía, siempre taaan cómodo con el liberalismo.

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  5. A mì me parece que está bien que la Iglesia plantee la división de poderes. Seguramente se referìan a que el poder terrenal le corresponde a los políticos y el poder espiritual a la Iglesia y sólo sobre sus miembros.

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  6. Je ,je, je, no creemos que se refirieran a eso justamente Barullo

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  7. Cuando escucho hablar de "valores de la democracia", valores Republicanos", "dialogo que incluya", etc, no se porque pero mi mente vuela unos cuantos años atrás y recuerda los planteos pregolpes de estado. Nada solo eso.
    Ah y que reformen la constitución así no hay que bancarles más la fiesta a estos viejos autonominados "representantes de Dios en la tierra".
    Gracias
    Memo

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  8. Hay cosas con las que cristina no se mete, sino hay que preguntarle a Verbitsky como le fue con las notas de Bergoglio en la dictadura.

    Y lo del protocolo de jefes de estado es relativo, porque hubo otros que no fueron, Mugica y Evo por ejemplo.

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  9. En mi modesta opinión, Ano, lo de Mujica es mas pior, si Ud. me lo permite.
    Ahora, estoy totalmente de acuerdo con la división de poderes que preconiza la Iglesia, por eso y aclarando, que el Poder Judicial DEJE DE LEGISLAR y respete tiempos,
    Futuro, se legisla a futuro, excepto en casos de de monopolios, PODER LEGISLATIVO
    Presente, se ejecuta los planes y presupuestos aprobados con anterioridad por el poder que legisla, PODER EJECUTIVO
    Pasado, se juzga si los legislado o ejecutado cumple con las normas constitucionales y legales, si los legisladores deciden algo que no entra en contradicción con la letra y el espíritu liberal de la Constitución, que no admite poderes corporativos, no debe legislar porque no tiene representación popular y debe esperar que haya apartamiento de esas normas para poder hacerlo, poder judicial
    Nosotros somos Ella, abrazos

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