Leemos en Página 12: "Los 220 mil docentes que trabajan en escuelas, universidades y establecimientos educativos privados de todo el país han escrito, tras más de veinte años de reclamos gremiales, la “primera página” de su Convenio Colectivo de Trabajo, que consolida a la negociación colectiva como medio para expandir derechos y mejoras en las condiciones laborales del sector. El secretario general del Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop), Mario Almirón, adjudicó el logro a la “fundamental intervención del Estado” para instar a las patronales a sentarse a dialogar. “Tenemos paritarias gracias a este Ministerio de Trabajo y a este Ministerio de Educación, porque no sólo sacaron las leyes, sino que se ocuparon de aplicarlas”, explicó y adelantó que “hay un intercambio informal de borradores para cerrar un segundo acuerdo hacia mediados de octubre”.
El Sadop y las cámaras que nuclean a sus empleadores –la Confederación Argentina de Instituciones Educativas Privadas (Caiep), la Junta Coordinadora de Asociaciones de la Enseñanza Privada (Coordiep) y el Consejo Superior de Educación Católica (Consudec)– firmaron un acta acuerdo que, homologada por el Ministerio de Trabajo, dejó asentado el mecanismo de negociación paritaria que llevará a todos los maestros y empleadores del ámbito privado los efectos de los sucesivos acuerdos del Convenio Colectivo. Según la dirigencia del Sadop, este primer paso hacia el CCT “fue posible gracias a los cambios en el sistema educativo impulsados por el gobierno nacional”.
Durante los gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, los docentes privados sufrieron una fuerte precarización laboral. “Pasaban dos cosas; por un lado una negativa de la parte empleadora a acordar en las paritarias y, por otro lado, un Estado completamente funcional a los intereses de la patronal”, recordó Almirón. En un contexto donde se rechazaba la negociación colectiva como práctica y se hacían acuerdos macro que empujaban a los trabajadores a la discusión por empresa, el marco institucional legal dado por el Estatuto del Docente Privado (Ley 13.047) obligaba a las cámaras a discutir en el Consejo Gremial de Enseñanza Privada (CGEP). “Pero era un ámbito para concretar rebajas salariales y despidos sin causa de miles de docentes, donde el Estado daba mayoría a la patronal y después le homologaba las resoluciones”, contó el dirigente docente.
“Hasta que Néstor Kirchner y (el entonces ministro de Educación) Daniel Filmus impulsan la nueva ley de educación, nosotros no teníamos una norma que estableciera claramente el derecho de los docentes privados a negociar las condiciones de trabajo con sus empleadores”, agregó Almirón, quien destacó tres normas sancionadas por el kirchnerismo: la ley que fijó los 180 días de clases en 2004, la Ley de Financiamiento Educativo del 2005, y la Ley de Educación Nacional de 2006. “La legislación dice claramente que tanto los trabajadores de la educación pública como los de la privada tienen derecho a negociar colectivamente las condiciones de trabajo”, explicó, con lo que quedó zanjada una larga discusión jurídica."
En Nestornautas nos habíamos ocupado del tema acá; señalando el fuerte valor simbólico de esta conquista de los trabajadores de la educación privada, que accedieron a tan fundamental derecho como la negociación colectiva, en el mismo proceso político que incluyó a otros conjuntos de trabajadores hasta aquí segregados del piso mínimo común del que gozaba la mayoría, como fue el caso de los trabajadores rurales y el personal de casas de familia.
Se supo hace poco que, en el marco de las medidas anunciadas contra el empleo en negro, el gobierno insistirá con el proyecto de regulación del trabajo a domicilio; otro de los sectores que quedan hasta hoy desamparados de la protección de las normas troncales del derecho laboral.
Como vemos, en este caso son los propios trabajadores los que reconocen sin tapujos su logro (por el que pelearon décadas) fue posible gracias al contexto político que generó el kirchnerismo.
Lo que no es poco para un ciclo político que muchos proclaman agotado o desnaturalizado.
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