domingo, 20 de octubre de 2013

LA BASE ESTÁ


No tiene mucho sentido discutir cuantas personas se juntaron en la plaza el 17 de octubre, respondiendo a la convocatoria orquestada desde las redes sociales, a la que se fueron sumando luego organizaciones del kirchnerismo; pero queda más o menos claro que fueron unas cuantas.

Como tampoco tiene sentido discutir si la movilización fue espontánea u organizada (algo que se discute aun hoy, del propio 17 de octubre original, también sin sentido), o contraponerla con el modo en el que celebraron el Día de la Lealtad los "otros" peronismos.

En todo caso éste último aspecto sirve para ilustrar que el kirchnerismo sigue siendo -hoy por hoy- la única fuerza política capaz de convocar en el espacio público, y que apuesta a hacerlo; un aspecto que se pasa por alto cuando se analiza con lupa la evolución de su capacidad de movilización; o con brocha gorda los resultados electorales.

Fuerza política dijimos: si alguno contrapone la convocatoria del 17 con las masivas movilizaciones de los primeros cacerolazos (luego notoriamente menguantes), no puede obviar que lo convocaba allí era justamente lo contrario, es decir el desencanto con las políticas y las representaciones políticas disponibles. 

Después de mas de diez años en el poder, con un fin de ciclo varias veces anunciado como inminente y con los resultados de las PASO a la vista, sirva la plaza del jueves como expresión  visual de que el kirchnerismo sigue concentrando en torno suyo un núcleo duro de adhesiones políticas y sociales, que en otras fuerzas sería visto como un piso serio para acceder al poder. De hecho, muchos se prueban el traje de alternativa de gobierno con bastante menos que eso.

Decíamos en esta entrada (a propósito de la ausencia de Cristina) que no existe -hoy por hoy- en el escenario político nacional ningún dirigente capaz de concitar (ni siquiera en parte) la adhesión y el apoyo espontáneo que genera en torno suyo la presidenta, y la plaza del jueves tuvo mucho que ver con eso.

Pero no sólo con eso, sino con la adhesión a un rumbo político, a una idea y modelo de país al menos en sus trazos gruesos, en sus núcleos fundamentales; con el que comulgan no menos del 30 % de los argentinos.

Una adhesión no exenta de críticas ni disidencias interiores respecto a los matices, los hombres o los instrumentos, y una adhesión que se construye (contra el lugar común instalado) sin pensar que todos hacia adentro del núcleo son iguales, o piensan exactamente igual en todo.

Si algunos quieren pensamiento único o alineamiento acrítico, busquen por otro lado; porque la mayor riqueza del kirchnerismo está en la diversidad que supo nuclear, pero siempre en torno a objetivos comunes; que no pueden ser sino los del conjunto.

Quizás estas últimas percepciones hayan comenzado a abrirse paso con más fuerza a partir de la ausencia inesperada de Cristina, y de los resultados de las PASO; que marcaron hasta que punto las amenazas que se ciernen sobre la continuidad del proceso iniciado en el 2003, son reales y concretas, y no un simple recurso de campaña electoral.

A partir de la certeza de que esa "base" (de apoyos sociales, de logros concretos que los forjaron) está, en la etapa que se abrirá luego de las elecciones del 27 deberán aparecer la inteligencia para interpretar la complejidad del proceso, y la generosidad para buscar los métodos y las formas organizativas para canalizar las discusiones y procesar las diferencias, con un sentido sumatorio y positivo de cara al 2015. 

Con todas las autocríticas que hagan falta, sin intocables ni autoexentos, habilitando y promoviendo todas las instancias para estar mejor organizados y en condiciones de dar pelea, y sin permitir que nadie intente excluir a esa base, a ese núcleo duro de adhesiones al proyecto político que iniciara Néstor Kirchner aquél 25 de mayo del 2003, de la discusión que se abre por el rumbo futuro del país; cuando ya Cristina no esté en el gobierno. 

Y en el mientras tanto, es esa misma base la que debe ponerle el hombro a la cosa, para ganar cada voto que se pueda de acá al 27; y para sostener al gobierno hasta el último día de su mandato, con la convicción de que el rumbo que se sigue es el correcto.

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