jueves, 10 de octubre de 2013

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El cuadro de apertura (hacer click encima para agrandar la imagen) refiere al informe del que da cuenta ésta nota de Página 12, sobre la evolución del poder de compra del salario mínimo en la Argentina en los últimos diez años; comparándolo con el de otros países de la región.

Y lo mide en términos de la posibilidad de poder adquirir (con el salario) bienes básicos de consumo de cualquier familia: aceite, pan, carne, leche.

Hace poco publicamos en éste blog dos estudios similares (verlos acá y acá) ; uno de los cuáles incluía además el análisis de la evolución del poder de compra de las jubilaciones.

En éste caso el estudio analiza además el impacto de establecer o no en una economía determinada retenciones; para desacoplar los precios internos de los productos básicos de la canasta familiar que a su vez se exportan, de los que rigen en el mercado internacional.

Cuando se señala a la inflación como un problema serio de nuestra economía (y ciertamente lo es, el principal, porque incide en la distribución del ingreso y los niveles de pobreza e indigencia), suele omitirse en el análisis las políticas de ingresos que el Estado despliega para compensar el alza de los precios, y otras herramientas que son particularmente necesarias cuando (como es el caso de la economía argentina y la de los países de la región utilizados en la comparación del estudio) existe una estructura productiva que gravita fuertemente sobre la exportación de bienes sensibles, de habitual consumo interno.

Este es el rol que juegan las retenciones, tan combatidas justamente por los que desearían poder vender todo lo que producen a los precios que rigen en el mercado internacional (lógica no desdeñable desde la pura óptica del capitalismo desde luego, pero de allí la necesidad de que el Estado intervenga y regule), poniendo como ejemplo lo que sucede en países vecinos en otros términos: si aumenta o no la producción o las exportaciones, por ejemplo.

Pero omitiendo señalar que esos países (que no aplican retenciones, o lo hacen en grado mínimo) no parecen poder garantizar que eso alimentos sean accesibles para el grueso de la población a precios razonables, o mejor aun: compatibles con el poder de compra de sus salarios.

Vista las cosas desde ésta óptica, la Argentina de la década ganada resulta bien parada en la comparación con cualquiera de ellos (frecuentemente puestos como modelo); y seguramente esta decisión política de los gobiernos de Néstor y Cristina de apostar a sostener el consumo, recomponiendo la capacidad adquisitiva de los sectores populares, redundó en que los indicadores de crecimiento del país hayan estado en toda la década por encima de los demás países de la región

2 comentarios:

  1. Compañeros, a ver si consiguen los argumentos utilizados por Reutemann, los radicales y el FAP para no aprobar el presupuesto 2014, el que durante el próximo año ellos habrán de malgastar en la provincia, porque si de algo hay que estar seguros es que se le giran diariamente remesas que "en un país normal" no se giran.
    Mucho gataflorismo... o sea no hay poronga que les venga bien.

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  2. Justamente por eso no tiene demasiado sentido buscar los argumentos. Es más, si te ponemos el discurso de Giustiniani y el de Reutemann ayer en el Senado, sin decirte cual es de cada uno, no podrías reconocer las diferencias o identificarlos.

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