PRODUCTORES, CEREALERAS Y DIVISAS

Por A.C.

Según las estimaciones del propio sector cerealero, los productores cuentan con 10 millones de toneladas de soja almacenadas desde la campaña anterior, lo que a valores actuales del oro verde , rondarìa los 5.000 millones de dòlares.

Por el lado del Gobierno Nacional, se efectúa una estimación superior de la cantidad de oleaginosa almacenada, y el acopio de soja serìa equivalente a US$ 6.370 millones.

Conocido por todos el porcentaje de cereal no declarado habitualmente, las cifras reconocidas por las cerealeras y las estimadas por el Gobierno, son plenamente coincidentes. Tenemos alrededor de 12 millones de toneladas de soja, esperando supuestamente una decisión de venta.

Este reconocimiento del mercado cerealero sobre una importantísima existencia de toneladas de soja proveniente de la cosecha anterior, elimina  el infantil argumento tanta veces publicado, en relación a supuestos ajustados márgenes del productor de soja ,y a su necesidad inmediata de venta para cubrir el endeudamiento de los costos de la siembra y obtener fondos para financiar la próxima.

Pese al quejido por las retenciones, la rentabilidad de la soja es tan grande, que posibilita con solo un porcentaje, afrontar la siembra posterior, mientras una buena parte de la producción de la siembra anterior no se vende porque no hay necesidad, y va a acopiarse en el mágico plástico del silo bolsa, en la patriótica espera de la suba del precio internacional de la tonelada.

Esta misma extraordinaria ganancia, permite que en la zona núcleo del paìs, el porcentaje de arrendamientos de campos sea mayoritario en relaciòn a los campos explotados por los propios dueños. La mayorìa de los propietarios, no quieren complicarse con tener que trabajar. ¿Para què? Si arrendando el campo a un pool sojero, resignan una parte de la ganancia, pero no tienen que hacer ningún esfuerzo màs que pasar a cobrar el arrendamiento. La vida de rentista. Que es cómoda, sin horarios, sin obligaciones, sin las tensiones de una lluvia que a veces no llega, sin tener que llevar al hospital (porque no contratan ART) por un accidente laboral a alguno de los dos o tres peones que tienen, sin tener que invertir en maquinaria agrícola o gastar en alquilarla para sembrar o cosechar.

Son los mismos rentistas que hacìan sonar sus cacerolas, aunque el deporte hoy estè en decadencia porque ya no suman a nadie. Los mismos que insultan al Gobierno Nacional y que hoy seguramente, gritaràn una vez màs contra el Gobierno por aplicar un 35% al dòlar que  gasten en el exterior. Es que en la exigente vida de rentista, los viajes por el mundo son esenciales para llenar tantas horas vacías.

Mientras tanto, al no venderse soja de la cosecha anterior, no ingresan al fisco las divisas provenientes de las liquidaciones de venta. Y acà, sobre todo en los rentistas, la especulación es econòmica pero tambièn ideològica: se sienten héroes “privando” al Gobierno Nacional de las divisas provenientes de las ventas. 

Pero no son héroes, son vulgares especuladores, y generalmente, mal informados.

Pero la especulación tiene un riesgo para el productor y para el rentista, porque no siempre da buenos resultados.

Hace unos meses en ésta nota,  se destacaba que el Presidente de la  Sociedad Rural,  persistiendo en el discurso de las entidades ruralistas, desde principio de año proclamaba la política de no vender la producción, invocando motivos inflacionarios, lo que traducido sencillamente, resultaba un pedido de devaluación.

Asì, fuerte devaluación del peso mediante, pretendían generar una enorme transferencia de ingresos al sector sojero, en perjuicio de la gran mayoría de la población, que mediante esa fuerte devaluación, vería dismInuido enormemente su poder adquisitivo, mientras el sector exportador con ingresos en dólares, los multiplicaba. Pero la importante devaluaciòn esperada por los sectores exportadores no llegó.

Y como se señalaba, durante el primer trimestre de 2013, el precio de la soja  se mantuvo muy por encima de 500 dólares la tonelada, llegando a 556 dólares, mientras los dirigentes ruralistas indicaban no vender.  En abril de éste año, por razones del mercado internacional, el precio de la soja cayó más de 50 dólares por tonelada.

Y se ejemplificaba con un  pequeño productor de 200 hectàreas (no un Etchevehere o un Biolcatti, que como grandes terratenientes tienen otra dimensión del negocio). En 200 hectáreas, con un rendimiento de 30 quintales, es decir tres mil kilos o 3 toneladas, el rendimiento de las 200 hectáreas totaliza 600 toneladas. Multiplicadas las 600 toneladas por los 50 dólares de diferencia (600 x 50), hay una pérdida de  30.000 dólares, suma que perdieron los productores que siguieron los consejos de los dirigentes ruralistas.

Claro que la especulación fue, es y será diferente para las cerealeras, que tienen sobradamente cubiertas las espaldas a travès de cupos ya asegurados si el precio de la soja sube, o los recursos suficientes para comprar lo que necesiten -y màs- si la oleaginosa empieza a bajar.  

Por eso, y màs allá de lo ideológico, tanto los productores como los rentistas, deberìan analizar el mercado sojero internacional,  y ver si conviene o no conviene vender ahora. En una de esas, el precio de la tonelada de hoy es demasiado bueno para lo que vendrá, observando la tendencia que muestra el mercado.

Y si quieren cerrar los ojos frente al mercado internacional, porque lo que esperan es una devaluación importante del peso para entonces vender la soja, daría la impresión que están esperando algo que no va a suceder, mas allá de las repetidas declaraciones de los dirigentes ruralistas.

Dirigentes que hace años se equivocan sistemáticamente en sus análisis polìticos y económicos, y que por eso hoy tienen una representatividad casi nula. Pero siguen causando un perjuicio econòmico grande al productor que los escucha y toma decisiones en base a esos discursos descabellados, sin ningún sustento en la realidad del mercado.