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Y acá estamos, sobreviviendo a un millón de anuncios de "fin de ciclo", de los que no se resignan a que Escribano la haya pifiado tan fiero.
Muchas cosas han cambiado desde aquel 25 de mayo del 2003, unas cuantas de ellas que muchos pensábamos que nunca podrían cambiar.
Otras es probable que estén igual, y han aparecido con certeza nuevas demandas sociales; porque así como es imposible resolver todo en 11 años, hay problemas que surgen cuando resolviste otros: eso es también un signo de transformación y crecimiento de una sociedad.
Cada uno puede hacer un repaso mental de lo logrado en todos estos años, y de las asignaturas pendientes, sin perder de vista un dato central: el contexto en el que llegaba entonces Néstor Kirchner a la presidencia, y el clima en el cual hubo que gobernar la Argentina en todos estos años.
Tampoco es necesario hacer acá el inventario de los conflictos y las disputas que hubo que encarar, deliberadamente o no: basta con ver las tapas de los diarios de todos los días, para darse cuenta.
Sí es oportuno pensar que otro proyecto político podría haber conducido los destinos del país en todos estos años y conseguir lo que ha conseguido el kirchnerismo, en el contexto en el que lo logró.
Para derrotar el lugar común del "viento de cola", que pretende ocultar lo que son triunfos de la convicción política, bajo el sofisma de que con estos precios de la soja, hasta De La Rúa gobernaba con éxito.
A 11 años vista de aquel día, hay cosas que el país ya no tiene que reclamar, porque las ha logrado: recuperar su sistema previsional público, garantizar la inversión en educación, tener una petrolera estatal.
Repase cada uno las demandas extendidas -e insatisafechas- por años, y resueltas desde el 2003; para tener una perspectiva del proceso.
Que comenzó con una afirmación tan contundente como sencilla: el que llega al gobierno no había prometido nada, simplemente dijo que no iba a dejar sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno.
Néstor primero y Cristina después, fueron fieles a esa promesa; le pese a quien le pese.
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