OBJETIVOS CUMPLIDOS

Se ve que cuando decíamos el domingo acá que se venían novedades importantes sobre el puerto de Santa Fe, tan errados no estábamos.

Al respecto, leemos en el diario del Loco Lindo: "El titular del Ente Administrador del Puerto de Santa Fe, Marcelo Vorobiof, anticipó a El Litoral su “decisión indeclinable de presentar mi renuncia al gobernador, agradeciéndole el apoyo total brindado en estos tiempos que llevo con él, a lo que se suman dos años en la anterior gestión”.

Vorobiof consideró que los objetivos de su gestión se vieron “sobradamente cumplidos” y que cada acto -pese a las irregularidades de contratación que se le imputan- estuvo encuadrado en la normativa vigente y avalado por el directorio. Justificó su paso al costado en el efecto de la aparición de cuestionamientos “desde un sector político” de la Legislatura, en la necesidad de “dejar las manos libres al gobernador” para seguir manejando el proceso de reconversión del Puerto y en su propia voluntad de cumplir acabadamente con todos los requerimientos de la Justicia.

Sobre la posibilidad de que el episodio perjudique el proceso de reconversión del Puerto, sostuvo que “espero que no, pero me suena un infantilismo creer que todas estas cuestiones no estén siendo analizadas con algún grado de preocupación por los inversores. Uno de los temas que más hemos tenido que responder en todos estos años a los inversores era por qué debían presentarse y si no les iba a pasar lo mismo que a Repsol, que a Aerolíneas Argentinas o las Afjp. Y nuestra principal respuesta era que la provincia de Santa Fe era distinta, y que todo se había aprobado por unanimidad, sea cual fuere el gobierno de turno. Hoy se ve con preocupación que ciertos sectores políticos en la Legislatura estén interpretando lo que dice la ley y la normativa de manera diferente." (las negritas son nuestras)

El tenor de la renuncia trasunta el mismo caradurismo con el que Vorobiof ejerció su función: anticipó su decisión de renunciar (que debe concretar ante el gobernador que lo nombró) al diario El Litoral; como si tuviera claro de donde provienen realmente sus apoyos, o quien manda verdaderamente en Santa Fe.

Vorobiof no se va por un cuestionamiento de un sector político en la Legislatura; o al menos no se va sólo por eso: se va fundamentalmente porque está siendo investigado por la justicia, y su situación allí es muy complicada. De hecho, ese mismo sector político lo venía cuestionando hace mucho tiempo, pero mientras esquivaba rendir cuentas en la justicia, eso no parecía hacerle mella.

Sobre lo que afirma de su voluntad de cumplir acabadamente con lo que mande la justicia, no puede uno menos que reírse: justo esta semana sus abogados interpusieron el enésimo escrito para zafar; en éste caso para posponer la indagatoria. 

Vorobiof se va, pero no quiere irse sólo, y se va dándoles a todos el abrazo del oso: a los que compartieron con él el directorio del ente portuario (y por ende sus trapisondas), y a Binner primero y Bonfatti después, que lo designaron y mantuvieron en el cargo.

Dice con todas las letras que todo lo que hizo (todo, sin distingos) contó con su total respaldo y apoyo. El sabrá por qué lo dice; y nadie le ha pedido aclaraciones, desde el gobierno.

Si bien se mira, cuando dice que no se puede manejar el puerto como un organismo público, sino que es imprescindible hacerlo como si fuera una empresa privada, no miente: de hecho, él lo manejó como si fuera de su exclusiva propiedad. 

Lo que no le impidió por cierto, lograr que la Legislatura dictara una ley por la que el Estado provincial asumiera las deudas en dólares del ente, por los préstamos tomados para el proyecto de traslado del puerto: para Vorobiof, el Estado no lo puede manejar; pero sí pagar sus cuentas.

Y tampoco miente cuando dice que les dijo a los inversores del nuevo puerto (un sólo consorcio, misteriosamente aparecido de última, y con integrantes que en breve darán que hablar, y no para bien) que "Santa Fe es distinta"; y acá no tienen que temer sorpresas desagradables como las que sufrieron Repsol, los anteriores dueños de Aerolíneas Argentinas, o los bancos con las AFJP.

Bien sabemos -ya lo dijo Binner- que acá gobierna el progresismo que confía en la mano invisible del mercado.