Por Raúl Degrossi
Hace poco éste blog se ocupaba de los exabruptos de Carrió en su salida del FAUNEN en clave de humor acá, pero por supuesto que el tema merece también un abordaje un poco más serio; como también es cierto que se pueden hacer muchas lecturas sobre los dichos de Carrió, incluyendo o no en el combo razonables cavilaciones sobre su salud mental.
Se puede pensar que su andanada fue la respuesta a la poco sutil metáfora del balde de bosta de Lanata, y su particular modo de reclamarle a los grupos mediáticos que la mantienen en escena mayores dosis de protagonismo, aun cuando más no fuere en recompensa de favores pasados; así como también que se puede suponer que Carrió pateó el tablero del pan-radicalismo respondiendo a la estrategia de esos mismos grupos, para forzar definiciones en la UCR respecto a la alianza con Macri.
En San Fernando los radicales fugaron hacia adelante barriendo bajo la alfombra sus contradicciones internas hasta que aclare, y eso exasperó a muchos que operaban desde afuera del cónclave para llevar agua para su molino (como el propio Macri o Massa); y el caso Carrió deja claro que no todos tuvieron la misma paciencia para tolerarlo, o perspicacia para disimular el enojo.
También se puede señalar que Carrió no sorprende porque se mantiene siempre fiel a sí misma. El problema lo tienen los que -como los radicales, socialistas y sus socios menores- la vuelven a buscar, una y otra vez, cada dos años, para enhebrar nuevas alianzas: lo que obtienen nunca es lo que fueron a buscar, pero es absurdo esperar resultados diferentes, del uso de los mismos métodos.
E incluso se puede apuntar también que los opositores que hoy cuestionan el estilo de Carrió se carrotizan todo el tiempo en los espacios institucionales en los que les toca actuar, por subordinación a la estrategia que marca la chaqueña, o por determinación propia: recordar -al sólo título de ejemplo- la bochornosa retirada de la discusión del Código Civil y Comercial en el Congreso; o el inverosímil compromiso público de no discutir ningún candidato a ocupar el lugar de Zaffaroni en la Corte Suprema.
E incluso se puede apuntar también que los opositores que hoy cuestionan el estilo de Carrió se carrotizan todo el tiempo en los espacios institucionales en los que les toca actuar, por subordinación a la estrategia que marca la chaqueña, o por determinación propia: recordar -al sólo título de ejemplo- la bochornosa retirada de la discusión del Código Civil y Comercial en el Congreso; o el inverosímil compromiso público de no discutir ningún candidato a ocupar el lugar de Zaffaroni en la Corte Suprema.
Pero sin restarle importancia a todas esas cuestiones, lo que en realidad interesa es analizar las cosas mirando el tablero donde se jugará la disputa en el 2015, y apuntar una primera constatación: no es casual que la salida transitoria de escena de Cristina (en éste caso por su enfermedad) haga más nítida y patente la orfandad y confusión de la construcción política opositora, en su conjunto.
Con los últimos resultados electorales a la mano, y tal como lo viene repitiendo como un mantra Artemio López, el elevado piso electoral del FPV/PJ en todo el país contrasta con la fragmentación y desorientación política de la oposición; que no ha hecho sino crecer desde las elecciones legislativas del año pasado: el único cambio habido desde entonces en el tablero fue la aparición del FAUNEN como intento de consolidación de un polo pan-radical "republicano" con aires de progresismo; hoy literalmente estallado por los aires en pedazos.
A eso hay que sumarle como juega ese panorama cuando se lo sobreimprime con las reglas constitucionales que rigen la elección presidencial (40 % + 1 de votos positivos, más 10 % de distancia con el segundo), para comprender ciertos niveles de desesperación opositora ante la perspectiva de continuidad del oficialismo más allá del 2015; desesperación que la propia Carrió verbalizó en medio de su furiosa andanada.
A eso hay que sumarle como juega ese panorama cuando se lo sobreimprime con las reglas constitucionales que rigen la elección presidencial (40 % + 1 de votos positivos, más 10 % de distancia con el segundo), para comprender ciertos niveles de desesperación opositora ante la perspectiva de continuidad del oficialismo más allá del 2015; desesperación que la propia Carrió verbalizó en medio de su furiosa andanada.
Se puede discutir que cosa origina la otra, o si son simbióticas: si el oficialismo se consolida en la medida que la oposición se confunde y se dispersa; o viceversa; lo cierto es que la persistencia de un núcleo duro de apoyos al gobierno es un dato de la realidad que atraviesa los sucesivos procesos electorales, autorizando a suponer entonces que trasciende la mera coyuntura.
Sería en todo caso la respuesta en las urnas a un modo de construcción política, y de resolución de la crisis del 2001, que el kirchnerismo encontró y en el cual persevera; del mismo modo que la oposición se empeña en seguir las viejas formas de hacer política previas al estallido, con los resultados conocidos.
Sería en todo caso la respuesta en las urnas a un modo de construcción política, y de resolución de la crisis del 2001, que el kirchnerismo encontró y en el cual persevera; del mismo modo que la oposición se empeña en seguir las viejas formas de hacer política previas al estallido, con los resultados conocidos.
En ese contexto podría apuntarse -sin elecciones a la vista para aseverarlo contundentemente, por supuesto- que no han existido corrimientos importantes del voto del 2013, al menos desde el "tercio K" hacia los "dos tercios" anti k; donde por otro lado aumentaron la fragmentación y los conflictos.
La contracara de la hoguera de vanidades opositora es la moderación -casi europea- con que se viene desarrollando la interna del FPV/PJ; como consecuencia de que hay en el oficialismo un liderazgo indisputado (al menos en público) como el de Cristina, hacia el cual todos se referencian, y del cual todos esperan la palabra decisiva sobre la definición de la oferta electoral oficialista.
Del contraste entre ambas imágenes surge una fuerte señal de gobernabilidad a futuro desde el dispositivo FPV/PJ, atributo no menor a ser valorado por el electorado en comicios presidenciales; y que la oposición -hoy por hoy al menos- no está en condiciones de igualar.
Por el contrario, si está instalada en el sentido común dominante la idea de que sólo el peronismo puede gobernar éste país, habrá que convenir que nadie -ni siquiera el oficialismo- ha hecho tanto por consolidarla, como la oposición.
Y a este panorama hay que sumarle que la ingerencia política protagónica de los grandes medios (tributando al discurso de la anti-política) contribuye a invisibilizar mas las alternativas opositoras; y fortalecer la adhesión identitaria de los potenciales votantes del oficialismo.
Del contraste entre ambas imágenes surge una fuerte señal de gobernabilidad a futuro desde el dispositivo FPV/PJ, atributo no menor a ser valorado por el electorado en comicios presidenciales; y que la oposición -hoy por hoy al menos- no está en condiciones de igualar.
Por el contrario, si está instalada en el sentido común dominante la idea de que sólo el peronismo puede gobernar éste país, habrá que convenir que nadie -ni siquiera el oficialismo- ha hecho tanto por consolidarla, como la oposición.
Y a este panorama hay que sumarle que la ingerencia política protagónica de los grandes medios (tributando al discurso de la anti-política) contribuye a invisibilizar mas las alternativas opositoras; y fortalecer la adhesión identitaria de los potenciales votantes del oficialismo.
Desde ésta óptica es posible entender la -aparente- contradicción entre una economía con problemas de actividad y amenazas al empleo, y una escena política con amplio dominio del kirchnerismo, y perspectivas de continuidad del oficialismo tras el mandato de Cristina.
La oposición -en todas y cada una de sus variantes- debe demostrar que lo podría hacer mejor que el gobierno y no sólo no lo está logrando, sino que todo parece indicar que le falta bastante para transmitir esa percepción.
Y eso supone para ellos un problema bastante más complejo que discutir que roscas y alquimias de dirigentes los dejarán mejor posicionados de cara a las elecciones; sumado al espinoso asunto -no menor ni menos arduo- de traducirlas en votos constantes y sonantes.
Y eso supone para ellos un problema bastante más complejo que discutir que roscas y alquimias de dirigentes los dejarán mejor posicionados de cara a las elecciones; sumado al espinoso asunto -no menor ni menos arduo- de traducirlas en votos constantes y sonantes.
clarisimo,la pregunta que se hace la gente es ¿si esta bolsa de gatos llega al gobierno que se puede esperar?
ResponderEliminarNo llegan ni a ganchos.Despreocupate.
ResponderEliminarLa única definición pendiente de acá al 2015, es si el presidente será Scioli u
otro candidato bien K, como Urribarri, Randazzo o algún K tapado que está esperando para salir.
Esta manga de muertos de la oposición van por conservar una banca en el Congreso.Nada más.Son cortos,pero no tanto para no darse cuenta que no les da.
El Colo.