martes, 4 de agosto de 2015

LO DIJO HACE RATO UNO QUE SABÍA BASTANTE MÁS QUE NOSOTROS


"Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentesdecía don Albert, y vaya si el concepto aplica a la truchísima operación montada por el grupo Clarín contra Aníbal Fernández, a días de las PASO nacionales y en la provincia de Buenos Aires. 

Una más de las montadas por el multimedios en estos años (acá Gerardo hace una enumeración que seguro se queda corta en el repaso de memoria de cualquiera), que no será seguramente la última en las semanas que restan de ahora, a las elecciones generales del 25 de octubre.

Aunque la cuestión no esté medida o comprobada con certeza irrefutable, si existe la clara percepción que se trata de otro caso de lo que se ha dado en llamar en comunicación repicar sobre las "audiencias redundantes": este tipo de movidas parecen destinadas a "convencer a los convencidos", "pescar en la pecera" o "cazar en el zoológico"; por usar las metáforas y expresiones más corrientes al respecto.

Es decir son lanzadas de antemano en un contexto que condiciona seriamente su capacidad de incidir en las preferencias del electorado, sea en la captación del voto "indeciso" (por estas horas, más correcto sería hablar de quienes no quieren decir por quien van a votar), o en horadar preferencias ya instaladas, y hacerlas cambiar a último momento.

Las razones del voto -si bien múltiples y variables en cada individuo o grupo social- son si no pura, preferentemente de racionalidad instrumental estricta, y vinculadas a las condiciones materiales de existencia, reales o percibidas: si el votante cree que está bien y no le conviene cambiar, votará al oficialismo. 

Si cree o percibe que está mal, o que necesita mejorar (en su empleo, salario, consumos, perspectivas de estabilidad o progreso y demás condiciones materiales anexas), votará a alguna de las alternativas opositoras; en la medida por supuesto que logren convencerlo de que poseen la aptitud requerida para resolver sus problemas, o despejar sus interrogantes.

En ésta perspectiva folletinesca que montan los medios opositores, urdida siempre en torno a tramas complejas, personajes misteriosos o cuestionables y recursos propios de novelas policiales de dudoso mérito literario, hasta se corre el riesgo que queden secundarizados lógicos planteos o reclamos que la ciudadanía puede tener hacia el gobierno, por políticas concretas que lo afectan, o juzga equivocadas.

Es en éste punto donde estás operaciones hechas con una motosierra mellada hasta pueden terminar resultando funcionales al oficialismo; que puede transitar los días finales de campaña dentro de lo que al Escriba le gusta denominar su "zona de comodidad". Para decirlo en otras palabras y con un ejemplo práctico, no parece inteligente discutir si Aníbal fue o no el autor intelectual del triple crimen, en lugar de discutir quiénes deben pagar o no Ganancias. 

En términos de construcción política, los medios (que se empeñan en demostrar a diario con contundencia que son la verdadera oposición al kirchnerismo) y la dirigencia opositora formal parecen condenados a girar en círculos indefinidamente, en una calesita donde se genera la denuncia, ésta tiene rebote inmediato en el dispositivo mediático ampliado (donde es cada vez más evidente la coordinación de agenda entre los que son en teoría competidores por la audiencia o las ventas), de allí pasa a algún dirigente opositor que la reviste del formato de denuncia judicial, hasta llegar a la justicia buscando recalar en algún juez con pocos remilgos en prestarse a la operación.

El circuito descripto puede variar y hasta ser exactamente inverso, pero no cambia la conclusión: el asunto sigue girando en un microclima enrarecido que lejos está de representar el humor social promedio; y más lejos aun de incidir en los resultados electorales. Al menos así lo demuestra la experiencia de los años kirchneristas.

Una constatación que no lograrán hacer ceder aunque los autores de las operaciones se dediquen a replicarlas hasta el infinito (y más allá, como no) con una insistencia goebbeliana; algo que paradojalmente nos adjudican a nosotros, en la construcción del famoso "relato", para "adoctrinar". 

Con tosudez rayana en la insanía -tal como la definía Einstein- vuelven a incurrir -una y otra vez- en la insalvable contradicción de visibilizar en un primerísimo plano a actores no electorales (periodistas "de investigación", jueces, fiscales, dirigentes empresariales), mientras por contraste invisibilizan a los que sí compiten en las elecciones; a menos de una semana de que éstas se hagan.

Una contradicción tan patente como la que puede existir entre el "kirchnerismo tardío" de Macri (forzado a reconocer que sostendría en el gobierno políticas actuales que combatió con dureza), y el furioso lanatismo explícito de Carrió (¿o carriotismo de Lanata?); que desaloja al kirchnerismo de los terrenos de la disputa política, catalogándolo como una asociación ilícita conformada por una banda de mafiosos, agrupados al solo efecto de cometer un número indeterminado de delitos.

Siempre hablando de contradicciones, hay algo que no termina de cerrar en un discurso mediático opositor que nos muestra a diario un país cayéndose a pedazos en todos sus aspectos (y que si no se termina de derrumbar, es simplemente porque lo sostienen con alfileres), y la necesidad compulsiva de tirar un muerto a los pies del gobierno, a días de las elecciones, y a ese fin poco importa si es actual -como Nisman- o de hace 7 años: si lo primero fuera estrictamente cierto, lo segundo sería superfluo, si no innecesario, para tratar de incidir en el humor social de cara al voto del domingo.

En este marco entendemos nosotros que no tiene demasiado sentido devanarse los sesos tratando de desentrañar el sentido último de la operación (que reiteramos, no será seguramente la última, como lejos estuvo de ser la primera); si trata de incidir en la interna bonaerense (donde es previsible un efecto búmerang, potenciando las chances de Aníbal), de afectar las chances de Scioli en la elección, o amedrentarlo a futuro mostrándole el poder de fuego de los fierros mediáticos; o si el candidato presidencial debió estar al tanto y prevenirla o la dejó correr, si los rivales de Aníbal en la interna (de penoso desempeño en el episodio) son simplemente beneficiarios del brulote, o contribuyeron a generarlo, sin perjuicio de que todas esas cuestiones deban ser dilucidadas. 

Porque el éxito de éste tipo de operaciones depende más de la permeabilidad a ellas del sistema político (que quizás sea en definitivas el verdadero destinatario), que la del electorado.

De modo que hay que evitar pisar el palito de hacerles el juego, y poner el esfuerzo de la praxis política en trabajar con inteligencia sobre el sistema real de construcción de decisiones electorales de los votantes (descripto más arriba), para convencerlos de que la nuestra sigue siendo la mejor alternativa para gobernar la Argentina.

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