En pocos días se cumplirá un año
desde que Cristina dejó el gobierno, y la política argentina parece seguir
girando en buena medida en torno a ella: por lo que habla o por lo que calla,
por lo que hace o deja de hacer, que si aparece o si se resguarda en su casa.
Habla de Cristina todo el tiempo
el gobierno, desde Marcos Peña y Frigerio hasta -sin nombrarla, acaso como un
conjuro- el propio Macri, y el gurú del PRO Durán Barba. Sopesan sus chances
electorales sin que siquiera haya anunciado que será candidata a algo, y
repiten una y otra que no les preocupa que lo sea, lo cual es la muestra más
evidente de que sí les preocupa, y bastante.
También está presente por
supuesto en cada referencia a la “pesada herencia recibida” que pretende
exculpar los fracasos de una gestión de gobierno que exhibe mes a mes los
números de su mediocridad; y con Cristina llenan páginas de diarios y horas de
televisión y radio los medios oficialistas, parte esencial del dispositivo
comunicacional del gobierno.
Cristina es la pieza de caza
favorita del partido judicial, que se lleva puesto todo en su intención de
meterla presa o complicarla en las causas que tiene abiertas, no solo para
satisfacer los deseos del gobierno, sino sobre todo para acumular facturas para
cobrarle, cuando lo crean oportuno. Ella, sus hijos, su nuera, su sobrina, hasta su madre: todos pueden ser blancos de la persecución.
Jueces y fiscales buscan su
minuto de fama o de súbito ascenso al estrellato del heroísmo civil impulsando
denuncias, allanamientos, embargos, inhibiciones y pintadas de dedos contra ella; así como algún
funcionario oscuro chupaculos de Macri de cuarta línea (como Regazzoni, el del
PAMI) busca entrar en el radar presidencial polemizando de tú a tú con ella en
las redes sociales o los medios, hablándole a la mano, por supuesto.
De paso: un comunicado de solidaridad de tres o cuatro líneas del Consejo Nacional del PJ contra lo que ya es una evidente campaña de persecución política para intentar proscribir a quien gobernara el país por dos mandatos por una enorme mayoría de votos populares en nombre del peronismo, no vendría mal, eh. Ni tampoco los mataría.
De paso: un comunicado de solidaridad de tres o cuatro líneas del Consejo Nacional del PJ contra lo que ya es una evidente campaña de persecución política para intentar proscribir a quien gobernara el país por dos mandatos por una enorme mayoría de votos populares en nombre del peronismo, no vendría mal, eh. Ni tampoco los mataría.
Buena parte de la oposición se
construye exclusivamente a partir de ella (como Stolbizer, la Manaos de
Carrió), o sale del sarcófago y vuelve a gozar de cierto espacio en los medios
solo si habla pestes de ella, como Duhalde o su mujer.
Los que aspiran a reemplazarla en
el peronismo (como Urtubey) se desviven por contarnos que su ciclo está
terminado, que cada vez representa a un sector más pequeño o por pedirle (como
Pichetto) que cierre la boca, porque los ex presidentes no deben hablar, ni
participar en la política activa. Y tal como pasó cuando ganó las legislativas
del 2013, o como lo anunció Macri desde Davos al principio de su gobierno, nos
dicen que la brújula del peronismo apunta ahora a Massa, la rueda de repuesto
por si se pinchan Macri y “Cambiemos”.
Lo curioso es que muchos de los
que piden autocríticas porque se cometieron errores que le allanaron a Macri el
camino a la presidencia (y con ese argumento se sacuden de encima años de
kirchnerismo), le hacen al mismo tiempo guiños a Massa, como si no tuviera
ninguna parte en la derrota electoral de la fórmula del FPV; o como si no
hubiera anudado desde entonces ningún acuerdo con el gobierno, para apoyar
todas y cada una de sus iniciativas más importantes en el Congreso.
A Cristina la dan por terminada,
liquidada, con mala imagen, cada vez menos incidencia y representación, pero no
pueden dejar de hablar de ella; y por carácter transitivo, del kirchnerismo; que como el Cid Campeador, gana batallas después de muerto: desaparecido en la Argentina, contaría con una influencia decisiva en la ONU, la OEA y la CIDH, para forzar los reclamos por la libertad de Milagro Sala.
Tampoco faltan los que plantean que
hay que articular “alianzas amplias” contra Macri y sus políticas (como la CGT
o el Movimiento Evita), pero la dejan puntillosamente de lado: en la amplitud
hay espacio para los “movimientos sociales”, Felipe Solá o Daer, pero no para
Cristina. Acaso preferirían que no existiese, o que se flagele en público
asumiendo en exclusividad la paternidad de la derrota electoral, como si el
resto no tuviera nada que ver.
Pero el hecho real es que está,
habla, opina y “ordena” a favor y en contra suyo, como cuando gobernaba. Dicen
que cada vez que lo hace la da una gran mano a Macri, que se aferra a la
polarización kirchnerismo-antikirchnerismo, pero ¿y si fuera a la inversa, que
es Macri con sus desaguisados de gestión y los estropicios que causan las
medidas de su gobierno el que le confiere actualidad política a Cristina,
angostando la “ancha avenida del medio” y las posibilidades de hacer una
“oposición constructiva”?
De lo contrario no se entendería
como los “opositores responsables” (Massa, Bossio) están empezando a
sobreactuar gestos de supuesto despegue de un gobierno al que le votaron todo,
pero del que ella no acompañó ninguna medida: fue opositora decidida desde el
principio; aun cuando Macri gozaba de su luna de miel con el electorado.
Solo con eso y sin salirse de la
huella, conserva un caudal político que muchos envidian (aunque no lo digan),
porque los “reconstructores” del peronismo post derrota hasta acá no
reconstruyeron nada, y se desperdigan cada día más para que Macri se los
fagocite más fácil.
Algo de todo esto empezaron a olfatear los intendentes bonaerenses, duchos en surfear con la ola: ya no hay “bolilla negra”, ni tampoco “alambarado” a la provincia, para que no sea candidata. También los gobernadores, que se le pararon de manos a Macri con la reforma electoral; y que empiezan a intuir que Roma no paga traidores, algo que puieden aprender en cuero ajeno, como el apoyo de Das Neves y el Movimiento Popular Neuquino a las principales medidas del gobierno correspondido por Macri con la eliminación de los reintegro a los exportaciones canalizadas por puertos patagónicos, o el desguace de YPF.
Algo de todo esto empezaron a olfatear los intendentes bonaerenses, duchos en surfear con la ola: ya no hay “bolilla negra”, ni tampoco “alambarado” a la provincia, para que no sea candidata. También los gobernadores, que se le pararon de manos a Macri con la reforma electoral; y que empiezan a intuir que Roma no paga traidores, algo que puieden aprender en cuero ajeno, como el apoyo de Das Neves y el Movimiento Popular Neuquino a las principales medidas del gobierno correspondido por Macri con la eliminación de los reintegro a los exportaciones canalizadas por puertos patagónicos, o el desguace de YPF.
También están por supuesto los
que viven y vivieron de ella, y de su liderazgo, magnetismo y poder de fuego
electoral: tendrán que ponerse a pensar alguna vez como hacen para aportarle
caudal político a Cristina, en lugar de vivir usufructuándolo.
Así como todavía no surgió en el
espectro opositor a Macri quien la reemplace (ni en lo individual ni en lo
colectivo), no hay nada en el medio entre ella y lo que expresa, y Macri y su
modelo. Algo de esto intuyen algunos sectores del sindicalismo que no fueron
parte del núcleo duro del kirchnerismo, como la Corriente Federal de los
Trabajadores de la CGT.
Cristina es en sí misma un hecho
político objetivo que va más allá de ella, de sus propios deseos personales o
de lo que vaya a hacer con su futuro. Y como todos los hechos políticos de
peso, no se los puede ignorar porque si no se estará interpretando erróneamente
la coyuntura, sobre datos falsos o prescindiendo de uno que es esencial; y por
ende se estará más cerca del error.
Menos construir una oposición a Macri que no la incluya, porque sería confundir las roscas y las intrigas palaciegas que vienen reflejándose en las votaciones del Congreso, con el pulso de vastos sectores de la sociedad. Una bifurcación tan difícil de explicar como la del presidente (Macri) que -dicen- conserva o aumenta su popularidad y la confianza en su gobierno, aunque ese gobierno sea percibido como absolutamente desastroso.
Los liderazgos o las referencias
políticas trascienden las estructuras, no se decretan ni tienen caducidad de
plazos, sino por la propia voluntad popular que los llevó a ese lugar; lo que
no implica que todos deban aceptarlos, ni -en el caso particular de Cristina-
que las cosas sigan siendo iguales a diciembre pasado, o puedan siquiera volver
a serlo en el futuro.
ResponderEliminarEl Nestor y Cristina formaron parte del MILAGRO ARGENTINO de como la argentina surgió de la gran crisis que comenzó en el estallido del 2001.
Y eso lo saben y sirvió de ejemplo en todo el mundo, así que son muchos los pensadores y economistas a nivel mundial que analizan estos fenómenos económicos a contramano de la actual muy mala economía mundial.
Todo el mundo esta igual así que esta vez volveremos y seremos billones.
El mundo lo pide, el liberalismo esta embalsamado y dentro de un sarcófago de oro.
Las emblemáticas economías neoliberales, al igual que la de Estados Unidos, están ricas y muertas.
Si aparentan vida es gracias al tubo de oxigeno, que les representa el saqueo.
"Stolbizer, la Manaos de Carrió". ¡Jajajajajajajajajajajaja! El arte de injuriar, que diría Borges. Malvado y divertido, me encantó.
ResponderEliminarya comunico el pj, comunico que esta listo para resolver los problemas de gestion del modelo neoliberal y esta muy preocupado tambien de que fracase y vuelva la anomalia k aunque todos sabemos que cuando vuelva van a ser los primeros que no se fueron nunca
ResponderEliminarAdemas comenzo la campaña d
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