Nos acostumbramos tanto a decir que Macri goza de un impresionante blindaje mediático de su gobierno, que muchas veces no tomamos cabal conciencia de como funciona, cuan grueso es y cuan lejos se siente autorizado el gobierno a llegar; sabiendo que cuenta con eso.
Valga el ejemplo de las coimas pagadas por Odebrecht -entre otros- al jefe de los espías Gustavo Arribas: pensemos por un momento la repercusión que hubiera tenido el caso si eso mismo ocurría durante el gobierno de Cristina.
Apenas se conoció por los medios internacionales que un "arrepentido" de Odebrecht reconoció que su empresa pagó coimas en diferentes países y entre ellos la Argentina, los medios se anticiparon a apuntar los cañones contra Cristina, De Vido y los funcionarios kirchneristas.
Pero tal como pasó con la búsqueda de cuentas ocultas en el exterior (ocultas, eh, no detectadas en una declaración jurada) y los "Panamá paper´s", fueron por la "K" y encontraron la "M": nada menos que el jefe de los espías (sin antecedentes en el rubro y con el turbio pasado de empresario y representante del fútbol) recibió coimas de la empresa, en una cuenta "pantalla" en un paraíso fiscal. Y la UIF fue advertida del hecho y no hizo nada al respecto.
Y para redondear la novela, Arribas vive actualmente en un departamento propiedad del presidente, por el cual le paga alquileres: ¿hace faltas recordar las 100 tapas con las que nos contaban en tono escandaloso que un amigo de Vanderbroele la pagaba el cable y las expensas a Boudou, o los ríos de tinta que corrieron porque Lázaro Báez alquilaba habitaciones en un hotel de Cristina?
En este caso el blindaje funciona en varios sentidos: tapando el tema cuanto se pueda (con los autos de Milagro Sala, ponéle), despegando a Macri de él (aunque las coimas sean concomitantes a la adjudicación de la obra del Sarmiento a Odebrecht en sociedad con su primo Calcaterra) y si la cosa creciera fuera de control, soltándole la mano a Arribas, diciendo que fue por la suya.
Y mientras el tema se pretendía asordinar por los grandes medios ayer mismo Macri -el que dijo cuantas veces pudo que las obras públicas tenían que ser sinónimo de alegría y no de corrupción- anduvo por Córdoba inaugurando junto a Schiaretti una obra...de Odebrecht; rodeados de los ¿obreros? (¿no nos enteraremos después que todo fue un montaje, no?) de la empresa.
Ni siquiera vale decir que inauguró esa porque no tenía otra, porque entonces cabría preguntarse si -hoy por hoy- solo Odebrecht está ejecutando obras, como la del Sarmiento (a la que podrían estar vinculadas las coimas a Arribas), que el mismo Macri aceptó continuar cambiando las condiciones de la licitación, en un contrato de 45.000 millones de pesos que la empresa brasileña ejecutará en sociedad con su primo-testaferro Malcaterra.
Lo hizo porque le chupa un huevo todo, porque sabe que tiene espaldas mediáticas para soportar eso, y mucho más.
En ese contexto, que alguien diga que votó a Macri (con su historia familiar y personal de una fortuna amasada desangrando al Estado por décadas) para que se terminara la corrupción mueve a risa, si no dieran ganas de pegarle una patada en el culo.
Yo voté a Macri para terminar con la corrupción K que es la única que me interesa.
ResponderEliminarLa corrupción M está bien, porque Mauri nació en una cuna de oro y por eso no va a meter la mano en la lata. Para eso lo tiene al primo y al escribano Arribas.
Macri acaba de autorizar por decreto al ministerio de finanzas a enduerdarse en 20 mil millones de dolares. Estan desangrando al pais y lo colocan a merced de la usura externa.
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