Tuvo bastante repercusión ésta nota de Natanson en Página 12 del jueves en la que ensaya una posible
explicación de las razones del respaldo electoral al gobierno; incluso dentro
del propio diario: acá Martín Granovsky le contesta lo de la “nueva derecha
democrática” que ya viene siendo un empecinamiento del autor, contra múltiples
evidencias en contrario que su colega señala, y compartimos.
Comencemos por decir que
compartimos la preocupación central de Natanson, en torno a tratar de entender
(hasta donde nos sea posible) las razones del voto a los candidatos de
“Cambiemos”, como un insumo indispensable -desde nuestra posición militante-
para una praxis política más eficaz; y acordamos también con algo que señala,
aunque parezca obvio: no se trata ver como percibimos nosotros al proyecto
político que gobierna el país desde diciembre del 2015, sino de cómo lo
perciben los que lo votan.
Sin embargo, en el análisis de la
nota Natanson deja demasiados cabos sueltos que frustran el propósito inicial,
porque además da por ciertos hechos que no son tales (es decir, los señala como
constataciones propias, que influirían en la percepción de los votantes de “Cambiemos”), y omite otros que en nuestra opinión son decisivos para el
análisis; e incluso en algunos casos contradicen sus propias constataciones.
Así por ejemplo cuando señala
como un acierto (y coincidimos) el apego estricto del gobierno y sus candidatos
a una “disciplina estratégica” para seguir el libreto trazado, omite señalar
que éste no podría desplegarse eficazmente sin el impresionante blindaje
mediático del que gozan; que funciona en dos sentidos: por un lado ocultando o
minimizando los patinazos de gestión del gobierno y discursivos de los
candidatos (en los que Esteban Bullrich abundó, pero no fue el único), y por el
otro, como piezas complementarias de un mismo y único dispositivo.
En efecto, los medios no solo
“comparten” agenda con el gobierno o se la imponen, sino que van mucho más
allá: operan en conjunto, y con movimientos perfectamente aceitados, que
suponen además generosas contraprestaciones del aparato estatal para los
intereses que esos medios representan, desde la pauta publicitaria hasta la
televisación del fútbol o los negocios el 4G y la telefonía celular. Es decir, en
otras palabras, si vamos a describir el aceitado dispositivo político y comunicacional en
el que se sustenta la eficacia electoral del gobierno, hagámoslo de un modo
completo, con todas sus piezas y con el rol que cada uno cumple; sin lo cual
los resultados no serían los que señala Natanson.
Otro tanto puede señalarse de la
reivindicación que hace Natanson del “timbreo” como estrategia política y
comunicacional, cuando señala con agudeza: “El
efecto es individualizante. Lejos de las asambleas, las movilizaciones o cualquier
otra forma de apelación colectiva, el timbreo es la operación ideal de la
política macrista porque sintoniza con su concepción de la sociedad como una
agregación de individualidades. Al limitarse a un contacto bilateral
funcionario-vecino, el timbreo apunta a la particularidad de cada persona: la
singularidad de su problema concreto prevalece sobre su condición de clase o
filiación política, que es lo que al fin y al cabo lo que hermana a los
individuos en una identidad común y lo que, en última instancia, los construye
como iguales ”.
Lo apuntado es muy cierto, tanto
como que no debemos perder de vista que se trata en esencia de una
escenificación cuidadosamente preparada para que se proyecte por las redes
sociales, y no de una verdadera práctica política horizontalizante, en
condiciones abiertas al riesgo del intercambio ida y vuelta con los votantes:
volvemos al blindaje mediático, que oculta precisamente la condición
escenográfica de la metodología; sin la cual la eficacia de ésta se resentiría.
En otro orden de cosas, lo que
apunta Natanson como un acierto del gobierno en cuanto a poner en los primeros
lugares de la agenda la lucha contra el narcotráfico (más allá de los
resultados concretos que obtenga, como él mismo señala) no explica por qué en
los sectores sociales donde ese flagelo más golpea, es donde peor le fue a
“Cambiemos” en términos electorales. Del mismo modo cuando apunta que el macrismo no apeló a políticas de shock, omite todos los casos de "prueba y error" que ensayó para luego retroceder, ante las protestas: si no avanzó más fue porque no lo dejaron, y porque -a diferencia del menemismo- no llegó al poder montado sobre una crisis; a punto tal que tuvo que "dibujarla" para intentar legitimar ciertas decisiones.
También es muy cierto esto otro:
“El macrismo ha logrado
expresar también ciertas marcas de la época. Sus apelaciones a los valores
pos-materiales, aquellos que van más allá de las necesidades cotidianas de
supervivencia, resultan seductoras para las clases medias acomodadas en un
contexto de hipersegmentación social, en donde los sectores más privilegiados
llevan una vida más parecida a la de sus pares sociales de Nueva York o París que
a los sufridos compatriotas que viven en el Conurbano, a un colectivo de
distancia. Esto se verifica...en una revalorización de la cotidianeidad frente
al sacrificio totalizante que exigía la militancia kirchnerista (Macri insiste
con que sus funcionarios deben volver a casa antes de que anochezca a cenar en
familia).”
Pero no lo es menos que al mismo
tiempo, muchas veces y con todas las letras fue el propio Macri el que dejó
afuera de esos consejos a los trabajadores; a los que les pidió trabajar los
sábados y domingos si hace falta, aceptar “ser flexibles” y resignar algunos
derechos, como gozar de licencias por enfermedades o accidentes de trabajo.
Allí los “valores pos-materiales” dan paso a preocupaciones más prosaicas de
todo CEO, que son obligaciones mayores para cualquier trabajador.
Donde la nota empieza a pifiarla
y feo, es cuando Natanson dice que “Cambiemos, ya lo hemos señalado, expresa una nueva derecha:
democrática, dispuesta a marcar diferencias económicas con la derecha
noventista, y socialmente no inclusiva pero sí compasiva.”. La
aseveración (dicha como opinión propia y no como constatación de la
que supone prevalente en los votantes del oficialismo) no resiste el menor
análisis ante un gobierno que recortó beneficios como la AUH (casi hasta
compensar la incorporación de los monotributistas), el Progresar, pensiones a
la viudez y la discapacidad, los remedios a los jubilados; aumentó las tarifas de los servicios públicos
esenciales a niveles insostenibles para muchos hogares, o dilata la solución
del impacto del tarifazo para los electrodependientes.
Por la misma línea de pifias,
tomando como base los dos mandatos de Macri como Jefe de Gobierno, señala que “...Macri no rompió el consenso en torno a
la universalidad de los servicios públicos (no privatizó las escuelas ni los
hospitales y no les prohibió a los bonaerenses, ni siquiera a los paraguayos,
atenderse en ellos)..., (y) Esto no implica, aclaremos nuevamente, una
evaluación positiva de su performance al frente del gobierno de ciudad, sino
apenas reconocer que si se hubiera comportado de otro modo probablemente no
hubiera ganado todas las elecciones porteñas desde 2007 y quizás tampoco la
Presidencia.”
Usar el caso porteño para
traspolarlo en esas cuestiones al despliegue nacional del PRO, es como mínimo discutible:
se trata de un distrito en el que cuestiones tales como el acceso a la
educación y la salud públicas no tienen el mismo peso e importancia que en
otros para gruesas porciones del electorado; amén que una “privatización” total
en esas áreas no existe como tal en ningún lado, e incluso es inviable en
términos económicos, porque el “mercado” no podría absorber todo lo que el
Estado abandone. Por contraste y gestionando el Estado nacional, en 20 meses Macri se cargó el Plan Remediar, el Conectar Igualdad y la ley de financiamiento educativo; eso sí: sin pagar plenamente costos políticos por eso, lo que amerita al menos revisar ésta hipótesis..
Luego de constatar la sustancial
identidad del programa económico de Macri con el del menemismo, Natanson señala
que “...la decisión de no
recortar el gasto público ni recurrir al despido masivo de empleados estatales,
junto a la promesa de no reprivatizar las empresas públicas (ni siquiera
aquellas que, como Aerolíneas, generan pérdidas), marca un contraste con los
90. El de Macri es un neoliberalismo desregulador, aperturista,
anti-industrialista y, por supuesto, socialmente regresivo, pero no
privatizador ni anti-estatista.”
Otra vez, la realidad lo
desmiente: sí recortaron el gasto licuándolo vía inflación (como en el caso de
la AUH o las jubilaciones), techo a las paritarias estatales (como a las
privadas) y negativa a convocar a la paritaria nacional docente para no
transferir fondos compensatorios a las provincias, sí recurrieron al despido
masivo al comienzo de la gestión, y si no privatizaron es porque no les da el
contexto pero crearon las condiciones: así está pasando con YPF y Aerolíneas
(estableciendo reglas de juego para favorecer a sus competidores), ahora con
los trenes, con ARSAT deteniendo el desarrollo del plan satelital y encarando
negocios oscuros al margen de la ley; y derogaron el “cepo” legal que le
impedía a la ANSES desprenderse de sus participaciones en empresas privadas.
Y el neoliberalismo de Macri va
más allá de “desregular”: es -por el contrario- un Estado que regula, pero a
favor del capital y de los intereses y negocios privados, como pasa con las low
cost, la eliminación de todos los controles al movimiento de capitales, la
flexibilización de las normas del mercado de capitales; todo eso sin hablar de
la presencia constante y permanente de conflictos de intereses (como el caso
del Correo), sistemáticamente laudados en contra de los intereses públicos.
No vale acá la excusa de que él supone que eso es lo que "ven" los votantes de "Cambiemos", porque sobre hechos falsos, no puede extraerse ninguna premisa verdadera: sería más certero decir que ven lo que efectivamente hizo, y no le dan importancia y aun así lo votan; o precisamente por eso -entre otras razones- lo hacen. De lo contrario llegaríamos al absurdo de una derecha competitiva electoralmente, apoyada en un electorado que rechaza ciertas ideas base de la derecha en cualquier lugar del mundo (menor presencia del Estado, apertura a la iniciativa privada, etc).
No vale acá la excusa de que él supone que eso es lo que "ven" los votantes de "Cambiemos", porque sobre hechos falsos, no puede extraerse ninguna premisa verdadera: sería más certero decir que ven lo que efectivamente hizo, y no le dan importancia y aun así lo votan; o precisamente por eso -entre otras razones- lo hacen. De lo contrario llegaríamos al absurdo de una derecha competitiva electoralmente, apoyada en un electorado que rechaza ciertas ideas base de la derecha en cualquier lugar del mundo (menor presencia del Estado, apertura a la iniciativa privada, etc).
Dejamos para el final aquello en
lo que coincidimos más ampliamente con Natanson: “Sucede que el neoliberalismo macrista incluye también una
propuesta de justicia, sintetizada en la perspectiva de igualdad de
oportunidades, la única referencia más o menos abstracta que el presidente se
atreve a incluir en sus discursos. A menudo acompañada por exhortaciones a
recuperar la “cultura del trabajo” y evitar “los atajos y las avivadas”, la
igualdad de oportunidades es la respuesta que filósofos liberales notables,
como John Rawls y Amartya Sen, han encontrado a las dificultades para congeniar
igualdad y libertad en las sociedades contemporáneas. Aterrizada en la
Argentina de hoy, la perspectiva encarna en el trabajador meritocrático, el
verdadero sujeto social de esta nueva batalla cultural, y sintoniza con la
tradición inmigrante que es parte constitutiva de nuestra cultura política: la
idea de progreso en base al esfuerzo individual (a lo sumo familiar) que le
permite al que llegó con una mano atrás y otra adelante progresar hasta
ascender al mundo alfombrado de la clase media: el mito de “mi hijo el dotor”.”.
Ahí si va al hueso y señala el
que es -para nosotros- el dato central de la percepción política de los
votantes de “Cambiemos” (previo y por encima incluso de las percepciones que
instalan los medios), y que quizás le hubiera ahorrado unas cuantas partes del
artículo, que poco aportan al objetivo planteado: en ese párrafo apunta a un
rasgo cultural arraigado que condensa una suma de prejuicios tan hondamente
instalados en mucha gente que le hace perder de vista que la exhortación
proviene (como previene el propio Natanson) de un grupo de herederos
afortunados, que poco “esfuerzo meritocrático” han hecho para llegar adonde
llegaron.
A riesgo de repetir lo dicho más
arriba, volvemos a lo de la “...derecha
democrática y renovada”, porque es
el propio Natanson el que señala su importancia para su análisis cuando dice “Esa es la gran novedad, la noticia que la oposición debería
registrar si de verdad desea ganarle en octubre”: a lo dicho por Granovsky en
réplica en el mismo diario (historiando prolijamente los numerosos, graves y constantes
retrocesos del gobierno en materia de compromiso democrático), sumemos que no
parece ser ésta cuestión (la de si esta “nueva derecha” es verdaderamente
democrática) algo que mayoritariamente desvele a sus votantes (es un error suponer que ciertos consensos democráticos alcanzan a toda la sociedad, de modo que haya que disimular cuando se los viola, o sea peligroso en términos electorales avanzar sobre ellos); que tienen
razones mucho mas profundas para apoyarla, y de las que la propia nota da
cuenta como vimos en los dos párrafos inmediatos anteriores.
Hace un tiempo que se le viene viendo la gorra al muchacho, yo ya ni me molesto.
ResponderEliminarSaludos cordiales...
juan
El estilo de Natanson peca de pretencioso, se sobre esfuerza para que sus elucubraciones parezcan sesudas y muy investigadas. Ya desde el titulo le falta el respeto al lector diciendo que el macrismo no es un golpe de suerte...chocolate por la noticia. Nadie se dio cuenta que hace años que el establishment junto con EEUU vienen construyendo esto.
ResponderEliminarUna vez más, resulta excesivo el esfuerzo, aunque legítimo, de separar el trigo de la paja de análisis tan sesgados y de mala leche como los de natanson, que aún en su florida prosa académica, esconden un propósito: dar por cerrado un proyecto, y glorificar al que supuestamente viene a reemplazarlo, desde un supuesto no lugar: la derecha democrática. Celebro vuestra voluntad de análiss y respuesta.
ResponderEliminarBravísimo!!!5
EliminarYa desde de donde proviene el financiamiento del pro grama de Zlotowiazda donde es columnista Natanson (y por ende cobra), no hay mucho más por decir.
ResponderEliminarNatanson la iba de comentarista internacional muy solicitado antes de 2016 hasta que los atentados ultimis de Francia lo revelaron no sólo limitado sino fundamentalmente acomodaticio (se le hacían preguntas sobre la vinculación de Arabia Saudita como financista de Isis y Natanson quedaba balbuceando por la evidente contrariedad de tener que esquivar un pronunciamiento tan inconveniente como evidente). Desde su asanción en el Diplo este se fue barranca abajo.
El tipo es una máquina de alumbrar categorías desprolijas con pretensión a axioma universal al igual que Semana y la fauna de Revista Panama. Lo mejor que podría hacerse es no replicar sus instalaciones. Leerlas, si, pero no replicarlas. Porque es un fulano funcional en tanto corre a dotar, a la irracionalidad que nos gobierna, de atributos racionales. Saludos.
Cuento una anécdota referida al hijo de 16 años de un matrimonio amigo que en las elecciones últimas hizo su debut como fiscal de mesa y que me parece cargada de significación sobre la idea de "democracia" que acompaña a la presencia de Cambiemos en las estructuras del Estado. Cuenta este muchachito que en cierto momento del comicio se le acercó un gendarme y le pidió los datos (este requerimiento de los gendarmes fue generalizado en el mismo y otros distritos hasta donde pude constatar). La reflexión del joven, expresada en pregunta a sus padres, fue la siguiente: "Ya estoy fichado, ¿no?". Parece mentira que un pendejo tenga tan claro el papel que cumplen los aparatos de inteligencia en las políticas de represión y persecución ideológica (por ahora) selectivas del gobierno Cambiemos hacia la ciudadanía y que un profesional como Natanson no haya creído siquiera que valiera la pena reflexionar acerca del asunto. Con sólo mencionar la distancia que existe entre la afirmación natansoniana acerca de una supuesta falta de despidos en el estado y la realidad de los miles de despidos producidos en los primeros días del gobierno, la mayor parte de ellos destinados a desmantelar proyectos claves de la red asistencial y solidaria construida por el kirchnerismo, para colmo con evidente apoyo en la información obtenida de las redes sociales en cuanto a las preferencias ideológicas de los despedidos, alcanza para considerar por lo menos un tanto candorosa la calificación de "democrática" que Natanson realiza sobre la nueva derecha argentina. Bien se dice que hay dos tipos de mentira: "La mentira a secas y las estadísticas". Aquí, el señor Natanson incurre en el segundo tipo de falsedad (no uso el término mentira porque evidentemente no hay intencionalidad), ya que el reemplazo de los simpatizantes del anterior gobierno, despedidos de a miles por otros identificados con Cambiemos, difícilmente pueda tener como única conclusión que la nueva derecha se propone no reducir los planteles de trabajadores del estado. Trae a la mamoria aquello de que si una persona se come nueve pollos y entre las otras nueve se comen un pollo, podemos concluir que el consumo de pollo es de uno por cabeza... Un profesional de las ciencias sociales debería tener herramientas para hilar más fino.
ResponderEliminarUfff con este coso Natanson....
ResponderEliminarCreo que el tipo ademàs, deja fuera dos cuestiones centrales del relato exitoso, que no son dignos de resaltar y menos aùn para cualquier ¿"macrista culposo"? con aspiraciones en el liderazgo de la objetividad:
1- Los tilingos mienten, inclusive èste y otros intelectuales orgànicos en su avidez competitiva por ser los primeros en marcar, encontrar nuevas tendencias y empaquetarlas como productos del tipo "fast food", contribuyen con màs mentira cuando, por ej., llaman a la mentira como posverdad
2- Cada frase del discurso tilingo va al centro e interpela a todos y cada uno de los tics del "enano fascista" y de la superestuctura "doña rosista" que todos tenemos dentro. Ambos son de vieja data con lo cual lo de nuevo, como mucho, es la "forma" de interpelar
Esta cuestiòn nos pone en un aprieto muy complicado por que nos obliga a un tipo de relato que lo refute pero sin mentiras. Hacer una lìnea Pepsi, como se pudo comprobar, nos hace descartables
Como apropiadamente señalas, no sòlo el 99,9% de los medios resignifican las "posverdades" convenientemente sino que ademàs no dejan lugar para otros puntos de vista. Y cuando lo conceden, los atacan con la inmediatez del "sentido comùn" de a lo sumo 5 palabras -muy efectivo por cierto- que impide el màs minimo ejercicio reflexivo. Con lo cual, a pesar de la visita de los "nuestros" a los programas "de ellos" en la màs de las veces no creo que convenzan a nadie de ese lado de la grieta.
En definitiva, el "sentido comùn" los favorece
Saludos
"Antes ajustaban y la gente caía del primer piso al subsuelo, nosotros dejamos a los sectores populares en el quinto piso, se vino el ajuste y cayeron al segundo. Al algunos les faltan unos cuantos peldaños para darse cuenta que la cosa es grave.
ResponderEliminar¡Es parte de la herencia!.
Los que tienen el agua al cuello ya reaccionaron, los que tienen el nivel en la cintura todavía pueden tener alguna fe en el futuro." http://elmagma.blogspot.com.ar/2017/08/mateo-1315.html
Era tan grande el colchón heredado de algunos sectores cuentapropistas pequeños y medianos empresarios medios y algo más que pudieron cometer los desmanes más truculentos y seguir contando con el apoyo de los que creían que de verdad habían cambiado de categoría y se podían codear con la oligarquía que siempre los despreció
EliminarFinal de la carta que envié a Página 12 (dirigida al Sr. Natanson) el día de ayer "... Finalmente, lamento que tanto desde los programas en que te veo participar, como en lo que sostenes en esta nota demuestres que, como comunicador, has decidido transitar la “ancha avenida del medio”, dejando para unos pocos la tarea de decir las verdades que vos preferís desconocer….una pena."
ResponderEliminarJ.Lanatanson parece fluctuar entre la exagerada fascinación por el éxito electoral del macrismo, el cual aún debe refrendarse en octubre, y el casting para acceder como opinólogo a los grandes medios.
ResponderEliminarNo puede negarse que escribe muy bien, y que en su libelo tal como la disecciona con notable precisión el Sr. Nestornauta, hay un par de aciertos sociológico-políticos.
Al menos Lanatanson ofrece material para un debate más profundo.
No puede decirse lo mismo de ciertos blogs "randazzistas"-urtubeysistas, en los que, se advierte la ira y la confusión por el escuálido 5% de votos obtenidos, lo cual se traduce en un insólito rencor hacia la señora que ganó las Paso, y que la derecha "democrática", todavía no se lo reconoció.
Un punto central que olvida Natanson es que su "nueva derecha democràtica" no es viable económicamente. Tarde o temprano van a tener que ajustar en serio y si esto sigue siendo una democracia las mayorías perjudicadas le van a votar en contra. En ese momento todas estas supuestas virtudes y aciertos que le encuentra a su nueva derecha no van a valer una escupida.
ResponderEliminarLa nota de Natanson contiene elementos interesantes para entender el dispositivo de poder de la derecha neoliberal. El enfoque es incompleto y quizás sesgado pero puede funcionar como disparador de análisis más profundos.
ResponderEliminarSobre el final de su nota Natanson dice que el macrismo "es una derecha democrática y renovada", revulsiva expresión que tanto puede ser el pensamiento del autor como una provocación al debate; descifrada el artículo debe someterse a una segunda lectura.