Sobrecogía el corazón ver anoche la entereza de Sergio Maldonado en medio del dolor, cargando sobre sus hombros con el peso de 80 días de desolación y abandono, y confesando que permaneció horas a la vera de un río en un lejano paraje del sur; contemplado un cuerpo que podía ser el de su hermano Santiago, custodiándolo porque no confía en nadie: no se puede pedir imagen más cruda del tremendo desamparo de un ciudadano frente a un Estado represor, desaparecedor, negador y casi con seguridad, asesino.
Como si fuera poco todo lo que padecieron los Maldonado, tuvieron que soportar las barbaridades que dijo Elisa Carrió, esa víbora ponzoñosa que viene envenenando la política nacional desde hace más de 20 años; y que seguramente el domingo será ungida nuevamente con el voto de mas de la mitad de los porteños, para no ir nunca al Congreso.
Como si fuera poco todo lo que padecieron los Maldonado, tuvieron que soportar las barbaridades que dijo Elisa Carrió, esa víbora ponzoñosa que viene envenenando la política nacional desde hace más de 20 años; y que seguramente el domingo será ungida nuevamente con el voto de mas de la mitad de los porteños, para no ir nunca al Congreso.
Eso son, porque eso van a votar, háganse cargo de una buena vez; ante tamaña descomposición moral no hay posibilidad alguna de alegar engaño a la buena fe del elector. Van a votar a alguien que acaba de mofarse en televisión del dolor de una familia, comparando el caso de Santiago con Walt Disney.
Santiago no pasó por una peluquería de San Luis a cortarse las rastas, ni vagaba perdido y confuso por la ruta 40 hacia el sur, ni pasó por Ceibas rumbo a un barrio de Gualeguaychú, ni fue herido mortalmente por un puestero.
Tampoco estaba en un monasterio mendocino, ni en ninguno de los otros lugares donde el aparato de servicios de inteligencia, periodismo servilleta y trolls pagos por el gobierno para operar en las redes sociales lo ubicó en estos casi 80 días desde su desaparición, para sembrar pistas falsas y encubrir el hecho principal: lo desaparecieron fuerzas del Estado, en el medio de un operativo represivo ilegal, ingresando a un predio donde no tenían que estar, simulando una flagrancia que no existió.
El cuerpo que podría ser el de Santiago Maldonado fue encontrado en el río Chubut, en el lugar donde antes lo había buscado el impresentable juez Otranto con un impresionante despliegue policial, esposando a los testigos y no dejando entrar a los familiares ni a los representantes de las querellas. ¿O acaso había ido allí a plantar ese cuerpo, para cargarles su muerte a los mapuches?
El cuerpo estaba en el lugar de la represión, donde negaron de entrada que siquiera hubiera estado Santiago, tanto como llegaron a negar hasta su misma existencia, consultando el padrón electoral; prorrogando así en los hechos durante casi tres meses, la existencia de la desaparición forzada que negaban.
Varias horas antes de que se conociera el hallazgo de un cuerpo en el río Chubut (el cuerpo de un desaparecido hallado en un río, cruel metáfora si las hay) una periodista (Liliana Franco, de Ambito Financiero e "Intratables") anunció enigmática que ese día habría "importantes novedades en el caso"; y varias horas antes de que siquiera hubieran sacado el cuerpo de las aguas para trasladarlo a la morgue de Esquel, radio Mitre (la cloaca radial del Grupo Clarín) confirmaba que se trataba de Santiago, cosa que hasta hoy sigue estando así en su página web.
Dos botones de muestra para entender como el periodismo de guerra (contra la verdad, la decencia y la ética en el ejercicio de la profesión) es una pieza fundamental del régimen de oprobio que gobierna el país, tanto que ya ni se molestan en disimular o borrar las huellas de su complicidad. Solo se podía acceder a esa información, en esos momentos, formando parte de la maniobra que hizo aparecer el cuerpo.
Un régimen que en la misma noche del hallazgo (sabiendo perfectamente lo que había pasado, y las posibles reacciones) reforzaba el dispositivo de seguridad de la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, acuartelaba a las fuerzas de seguridad federales, suspendía los francos a sus efectivos y convocaba a los que estaban de licencia; acaso soñando con que alguna reacción en las calles contra la noticia les diera la oportunidad de descargar toda su furia represiva, y llegar a las elecciones en medio de un clima de miedo, sombrío y opresivo, quizás hasta con el estado de sitio declarado violando la Constitución. Sin por eso dejar de hacer encuestas telefónicas sondeando la repercusión electoral del caso.
Como si con eso no bastara, esos mismos medios convocaron a una marcha en Plaza de Mayo que los organismos de derechos humanos se apuraron a desactivar, que se llenó de "capuchitas" de los servicios que fueron a pintar con aerosol el Cabildo, más algunos grupúsculos de las izquierda funcional y tarada, que a esta altura cabe preguntarse si no son también de los servicios: otra explicación no aparece a la mano para tanta idiotez.
Como si con eso no bastara, esos mismos medios convocaron a una marcha en Plaza de Mayo que los organismos de derechos humanos se apuraron a desactivar, que se llenó de "capuchitas" de los servicios que fueron a pintar con aerosol el Cabildo, más algunos grupúsculos de las izquierda funcional y tarada, que a esta altura cabe preguntarse si no son también de los servicios: otra explicación no aparece a la mano para tanta idiotez.
Más allá de lo que terminen diciendo las pericias, vendrán ahora seguramente mil y una operaciones de prensa y judiciales para revolear el muerto para otro lado que no sea el del gobierno, intentando encubriendo lo esencial: a Santiago Maldonado se lo llevaron fuerzas del Estado porque protestaba, se negaron a dar señales sobre su paradero a sus familiares y siquiera a reconocer su responsabilidad; aunque se acumularan las evidencias de que exactamente eso era lo que había sucedido, mientras se dedicaban concienzudamente a borrar todas las pruebas posibles, con la complicidad del juez Otranto.
Y casi con toda seguridad, plantaron ese cuerpo sin vida en el río Chubut, pretendiendo que de ese modo eluden sus culpas, para desplazarlas sobre los mapuches, la RAM, el kirchnerismo o los extraterrestres: hasta eso y mucho más, son capaces de hacer. Y si no repasemos lo que vinieron diciendo y haciendo estos casi 80 días transcurridos desde el 1º de agosto, solamente sobre este caso en particular.
En este clima los argentinos deberemos ir a votar el domingo, y con ninguna garantía de que este gobierno respete la voluntad popular, si le fuera adversa. O peor aun: teniendo que comprobar que esta política de degradación constante de la democracia argentina que vienen llevando en forma sistemática e ininterrumpida desde hace 22 meses tiene consenso social, al menos de una buena parte de la sociedad.
Sirva el contraste entre la enorme dignidad en medio del dolor de Sergio Maldonado y su familia, y la feroz crapulencia de un gobierno sub democrático y su periodismo servil para poner de relieve -una vez más- la verdadera grieta que hay en la Argentina: la que separa a las personas de bien, de los hijos de puta. Y ojalá que nunca se cierre.
Sirva el contraste entre la enorme dignidad en medio del dolor de Sergio Maldonado y su familia, y la feroz crapulencia de un gobierno sub democrático y su periodismo servil para poner de relieve -una vez más- la verdadera grieta que hay en la Argentina: la que separa a las personas de bien, de los hijos de puta. Y ojalá que nunca se cierre.
Increíble.... gente inteligente, pretendiendo que creamos tamañas mentiras...
ResponderEliminarNos creen bebés de pecho...
Estaría bueno que te quites la venda de los ojos o que busques ingresos monetarios de fuentes honestas, antes de seguir queriendo llenarles la cabeza a los que no tienen el privilegio de pensar por sí mismos.
Muy buena editorial; y el último párrafo me retrata como un espejo. La verdadera grieta está entre los que no tienen sensibilidad, dignidad, moral, es decir los hijos de puta que habitan este país y que lamentablemente son muchos -por un lado- y el resto de nosotros que intenta sobrevivir conservando valores como los mencionados, en este país tan cascoteado, denigrado y bastardeado por los grupos de poder y sus acólitos.
ResponderEliminarTomá, se te cayó una inferencia de la canasta
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