La imagen de apertura corresponde al cuadro demostrativo de la evolución de la relación entre las cuotas de los préstamos hipotecarios con el sistema UVA que son el boom del momento y los ingresos del grupo familiar; correspondiente al informe de la Universidad Nacional de Avellaneda del cual se habla en este nota de Ambito Financiero; y que acá Artemio pone con mayor detalle.
El tema fue abordado también en esta nota de Emanuel Alvarez Agis en Perfil, y en ésta entrada lo habíamos analizado nosotros para el caso de los préstamos del Procrear.
Uno puede comprender la ansiedad de muchas familias por resolver el problema de la vivienda propia, y que el sistema luzca tentador porque la cuota inicial sea más baja que la de los créditos tradicionales, pero no por eso dejar de advertir los riesgos.
En un país con la historia de desastres económicos de la Argentina tomar créditos indexados por inflación no parece ser algo para tomárselo a la ligera; cosa que pareciera estar sucediendo: junto con el aumento de los créditos hipotecarios para vivienda (que no obstante no llega aun a los niveles del Procrear durante el kirchnerismo), crecen los destinados al consumo personal (por ejemplo para financiar los saldos de la tarjeta de crédito), y el endeudamiento de las familias ya pasa a ser un problema que se suma al del Estado.
En el caso de los préstamos UVA, el informe de la UNDAV pone el dedo en la llaga al analizar la evolución a futuro de los préstamos, en base a dos variables que quien toma el préstamo no controla: su nivel de ingresos, y la tasa de inflación. Mayor sea el diferencial entre ambas como muestra el cuadro, mayor será el peso de las cuotas en los ingresos del grupo familiar, poniendo en riesgo el pago de los créditos.
Tal como está pensado el sistema, parece un negocio para los bancos, que se aseguran el ajuste por las UVA (ajustables a su vez por la inflación) del capital remanente; en un contexto en el que además el propio gobierno (por boca nada menos que del "inventor del sistema", el presidente del BCRA) reconoce que le está costando dominar la inflación "núcleo" (o sea la que no depende de precios regulados ni factores estacionales), y tiene por delante un "sendero de precios" con aumentos de los servicios públicos y baja de los subsidios.
A lo que hay que sumar que viene presionando desde 2015 para acá para que las paritarias reajusten los salarios por la inflación prevista en las "metas" del Banco Central sin "cláusulas gatillo" ni discusiones sobre la inflación pasada y su efecto en el poder adquisitivo de los sueldos: justo el peor supuesto de los considerados en las simulación de la UNDAV.
En el país de la Circular 1050 (acaso muy lejana en el recuerdo para buena parte de la población) y los créditos hipotecarios en dólares de la convertibilidad (impagables tras la devaluación), tal parece que algunos sectores de la sociedad argentina están condenados a repetir los mismos errores, volviéndose a meter -una y otra vez- en los mismos problemas.
No sea cosa que de acá a unos años tengamos que volver a rescatarlos entre todos de su propia torpeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario