Tres semanas atrás nos preguntábamos en esta entrada si la ausencia de Horacio Verbitsky de su habitual columna de los domingos en Página 12 era consecuencia de las apretadas del gobierno contra Víctor Santamaría, el dirigente del SUTERH, propietario a su vez del diario y de otros medios de línea crítica contra el gobierno de Macri como la AM 750; donde aun conserva aire Víctor Hugo Morales.
Decíamos entonces que sospechábamos que el disparador de la ausencia de Verbitsky -que hoy llega a seis semanas, y ahora sabemos que será indefinida, ver imagen de apertura- obedecía a las mismas razones que la salida de Roberto Navarro de C5N: haber denunciado el blanqueo de bienes no declarados por más de 622 millones de pesos del hermano de Macri; presumiblemente de propiedad real del presidente, porque lo blanqueado quintuplica su patrimonio declarado.
Y en nuestra modesta opinión, muy errados no estábamos: en la edición de hoy de Página 12 Verbitsky cuenta que ha decidido tomarse un "año sabático", y Santa María ratifica la línea editorial del diario.
Con todo respeto, permítasenos dudar de ambos: no es la línea editorial del diario lo que molesta al gobierno en el fondo (aunque la use como excusa para asfixiarlo económicamente negándole pauta oficial), o en todo caso sí, pero no ha sido esa la razón del "año sabático" del Perro, sino haber revelado los negocios de la famiglia presidencial.
Que son tan burdos y obvios, que solo en el estado actual de descomposición institucional que vive el país se puede comprender que lo denunciado no haya motivado una investigación judicial por lavado de dinero, cosa que la propia ley del blanqueo dejó afuera de su "amnistía" para los blanqueadores en el artículo 81.
El ejemplo de la suerte que corrió Alejandra Gils Carbó ha aleccionado debidamente a los fiscales sobres cuáles son los riesgos, y otro tanto cabe para los jueces, con los precedentes de Freiler y Rafecas. De la UIF poco se puede esperar, desde que está en manos de los expertos en lavar dinero, que saben asesorar debidamente a los que desean hacerlo.
Pero volvamos a Verbitsky: concomitante a la discontinuidad de sus columnas semanales en Página, han cesado las apretadas públicas a Santa María (quien a su vez preside el PJ porteño) desde los medios adictos al gobierno, y los propios funcionarios o la UIF: para el que sabe sumar, dos más dos siguen siendo cuatro.
Así están las cosas hoy en la Argentina, en materia de acceso a la información y libre ejercicio de la profesión periodística: fue el propio Verbitsky el que había ofrecido públicamente su salida a cambio del cese de la presión contra el medio, o la continuidad de la estrategia de asfixia financiera del gobierno; que ponía en riesgo su subsistencia y muchos puestos de trabajo, en un sector que lleva perdidos más de 3500 desde que asumió Mauricio Macri.
Todo indica que le han aceptado el ofrecimiento, que no hace más que agrandar su figura: aun condenado a medios digitales alternativos o la publicación de sus libros seguirá siendo -en nuestra opinión, al menos- el mejor periodista argentino, por lejos.
El problema es otro, que trasciende con creces la figura de Verbitsky; y tiene que ver con la naturaleza ominosa del dispositivo de poder político, mediático y empresarial que se está consolidando en el país, vista desde una perspectiva democrática.
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