Como es sabido, el único entre los gremios
estatales importantes de la provincia que aceptó la propuesta salarial del
gobierno fue UPCN (Unión del Personal Civil de la Nación).
Incluso hizo
bastante más que eso: se tomó el trabajo de aclarar a los medios y por las
redes sociales que el miércoles pasado (cuando los demás gremios pararon y se
movilizaron) iba a ser un día absolutamente normal para la Administración
Pública provincial, así como que ellos no avalaban ningún tipo de medida de
fuerza, porque la paritaria estaba cerrada, y la nueva política salarial ya
fijada.
Hicieron circular
(dicen) planillas en las que se les explicaba a los empleados públicos no
cuanto iban a cobrar con el aumento, sino cuanto iban a perder con el descuento
de los días de paro que ordenó el gobierno de Lifschitz; y sus delegados
recorrieron reparticiones públicas el día previo al paro, pidiendo información
sobre quienes adherirían a la medida de fuerza: escenas de “momoveneguismo”
explícito, poniéndose en el lugar de alcahuetes de los patrones.
Antes de que el
gobernador anunciara que cerraba la discusión y fijaba el aumento por decreto,
sus dirigentes reclamaron que se lo hiciera, porque ellos habían aceptado la
oferta.
Y la recompensa no
tardó en llegar: en el decreto que muestra la imagen de apertura (dictado por
Lifschitz el día anterior al paro de ATE y los gremios docentes) se envía a la
Legislatura para su tratamiento en extraordinarias un proyecto de ley fijando
un nuevo marco jurídico para la Caja de Previsión de los Agentes Civiles del
Estado (Seguro Mutual), reemplazando al vigente aprobado por la Ley 9816 y sus
modificatorias.
El proyecto fue
originariamente enviado por Bonfatti el último día de su gestión de gobierno
(el 10 de diciembre del 2015), había perdido estado parlamentario porque
transcurrieron dos períodos ordinarios de sesiones de la Legislatura sin que
fuera tratado (artículo 61 de la Constitución provincial) y ahora Lifschitz
busca reactivarlo.
De prosperar, el
monto de los seguros que paga la Caja (que pasarían a llamarse “subsidios”) a
los empleados públicos y jubilados provinciales se vería modificado, en algunos
casos para peor: por ejemplo los subsidios (hoy seguros) por incapacidad y por
carecer el afiliado de familiares directos pasarían a ser del 50 % del monto
correspondiente a la categoría de aportes correspondientes, y el anticipo que
se paga en esos casos bajaría del 30 al 20 % del monto que corresponda; y en el
caso del seguro (subsidio ahora) por enfermedad terminal, sería del 10 % del importe
correspondiente a la categoría para la cual se aporta pero sin aclarar que es
con carácter de anticipo, lo que supone una poda del 90 % respecto al monto
vigente actualmente.
Los cambios no son
neutros: si la Caja debe pagar montos menores por ciertos beneficios, cada año
le irán quedando mayores excedentes financieros disponibles; que de acuerdo con
la ley vigente y con el proyecto (que en esto no cambia) podrán ser destinados
a préstamos para los afiliados, que son otorgados discrecionalmente por el Directorio.
Y allí aparecen lo
otros cambios, que son cruciales: actualmente el directorio está compuesto por
un representante del Poder Ejecutivo designado por el gobernador, y cuatro (4)
vocales, dos por los activos y dos por los pasivos, elegidos por los afiliados
a la Caja por voto secreto.
De prosperar los
cambios, el Directorio pasaría a tener nueve (9) miembros: el representante del
Poder Ejecutivo y ocho (8) representantes por los activos y pasivos, elegidos
entre “...las organizaciones gremiales con mayor representatividad en el
organismo...”, según reza el artículo 52 del proyecto; y la representatividad de
cada una de las organizaciones gremiales “se resolverá en el momento de
ejecutar la reglamentación correspondiente...”, según la misma norma.
Lo que supone que
será el gobernador al reglamentar la ley (y no el voto de los trabajadores y
jubilados provinciales) el que determine quien integra el directorio de la
Caja, que será ampliado en cuatro miembros.
Lo llamativo (o no) del asunto es que el Mensaje 4431 del Ejecutivo que acompaña la iniciativa (que tiene unos 70 artículos) no hace la más mínima mención a ninguna de éstas cuestiones, y se limita a decir en apenas una carilla que el propósito del proyecto es cambiar la denominación de los beneficios que otorga la Caja (pasando, como dijimos, de "seguros" a "subsidios"), por exigencias técnicas de la Superintendencia de Seguros de la nación.
Lo llamativo (o no) del asunto es que el Mensaje 4431 del Ejecutivo que acompaña la iniciativa (que tiene unos 70 artículos) no hace la más mínima mención a ninguna de éstas cuestiones, y se limita a decir en apenas una carilla que el propósito del proyecto es cambiar la denominación de los beneficios que otorga la Caja (pasando, como dijimos, de "seguros" a "subsidios"), por exigencias técnicas de la Superintendencia de Seguros de la nación.
El organismo ha
sido tradicionalmente una “cajita feliz” de UPCN, que lo maneja a gusto y
paladar prácticamente desde su creación, y de prosperar la reforma, todo indica
que ese predominio se verá fortalecido en desmedro de otros gremios
(seguramente los díscolos con la propuesta salarial oficial); no solo dando
posibles conchabos a más dirigentes del sindicato (los empleados son
prácticamente todos del palo), sino una caja interesante para manejar a través
de los préstamos, engordada a base del recorte de beneficios a los a afiliados.
No sea cosa que nos
enteremos que el año que viene y si sigue vigente el canje de favores con el
gobierno provincial, la terminen poniendo a disposición de la campaña de Jatón
para la intendencia. El que viva lo verá, como reza el dicho.
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