Una de las consecuencias más notorias de la crisis económica en la que está sumergido el país es la destrucción del valor de sus empresas, que es muy evidente en el caso de las que cotizan en la bolsa sus acciones: tal como da cuenta la imagen de apertura (sacada de ésta nota del Cronista de ayer), desde enero hasta ahora se descapitalizaron por un monto equivalente al 90 % de las actuales reservas del Banco Central: 51.410 millones de dólares, en medio año.
Lejos quedó (como tantas otras) aquella promesa oficial del "Merval de 50.000 puntos", y el combo de la recesión económica, las proyecciones negativas sobre el futuro de la economía argentina, la suba imparable del dólar, el "cuadernogate" y las turbulencias financieras internacionales (ahora en su capítulo turco) nos llevaron a éste punto, que como siempre sucede en estos casos, resulta una formidable oportunidad para grandes pescadores que hacen la diferencia en los ríos revueltos de las crisis.
Precisamente también ayer, y también en El Cronista, se daba cuenta en esta otra nota de lo oportuno que resultaba el momento para que grandes jugadores del exterior "entren" en el mercado comprando por monedas acciones de compañías argentinas o que operan en el país, depreciadas por la crisis; pero con un futuro promisorio porque sus ingresos corrientes son en dólares: el artículo pone el ejemplo de los grupos exportadores, o las generadoras energéticas que tienen dolarizados sus ingresos, por decisiones del gobierno de Macri.
Claro que una "barata" de acciones de empresas argentinas para inversores del exterior es una desgracia para el país, porque no haría sino aumentar aun más el ya insostenible grado de extranjerización de nuestro aparato productivo, de un modo tal que dificulta en grado sumo cualquier plan de desarrollo planificado que involucre el esfuerzo conjunto del Estado y el sector privado, porque las decisiones de inversión de éste último no se toman en el país, sino en el exterior; y de nuestro mercado lo único que esperarán los accionistas extranjeros es extraer beneficios y girarlos afuera, sumando así más presiones a la demanda de dólares.
Por supuesto, en ese caso no faltará el informe oficial o de los medios cómplices que contabilice el shopping de empresas locales como "inversión extranjera directa" y una muestra de confianza en el país; aunque no modifique en nada su estructura productiva, su capacidad exportadora o de generar divisas para superar la restricción externa, o de generar nuevos empleos.
Por supuesto, en ese caso no faltará el informe oficial o de los medios cómplices que contabilice el shopping de empresas locales como "inversión extranjera directa" y una muestra de confianza en el país; aunque no modifique en nada su estructura productiva, su capacidad exportadora o de generar divisas para superar la restricción externa, o de generar nuevos empleos.
Pero además si se repara en el panel de las empresas que cotizan en el Merval, y dentro de ellas en las recuadradas en verde en la imagen de apertura (el recuadro es nuestro), se verá que en la inmensa mayoría de ellas tiene participaciones accionarias la ANSES a través del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS): ver el listado completo acá, para cotejar. El conjunto de esas empresas representan el 83,57 % del panel del Merval.
Eso supone que la fenomenal destrucción de capital empresario producto de la crisis generada por las desastrosas políticas económicas del gobierno de Macri (incluyendo ahí el empujón de los shocks externos, contra los cuales ha desprotegido por completo al país, y a su economía) arrastra también el valor en dólares del Fondo de reserva del sistema de seguridad social para garantizar el pago de sus prestaciones; justo cuando el país se aproxima a un estallido de imprevisibles consecuencias. Fondo que además viene muy castigado por el derrumbe de los títulos públicos argentinos, que componen más del 60 % de sus activos.
Pero volvamos a las acciones, y a las oportunidades que provee la crisis: al derrumbarse su precio, también se les facilita a los accionistas mayoritarios de cada compañía recomprar las acciones que en su momento emitieron para capitalizar las deudas que contrajeron con las AFJP en los 90', y que pasaron al FGS tras la disolución del sistema en 2008.
Como hemos dicho tantas veces, de ese modo no solo aumentarían su control sobre las respectivas compañías, sino que se sacarían de encima a un socio molesto como el Estado, que en su condición de tal puede participar de las asambleas y reuniones de directorio, incidir eventualmente en las decisiones y husmear documentación como los balances, actas del directorio y demás que hacen al giro de las sociedades.
Las dos empresas que figuran recuadradas por nosotros en rojo merecen una explicación: en Petrobras Argentina (la filial local de la petrolera brasileña, jaqueada por el "Lava Jato") el Fondo de ANSE$ ya no tiene participación; porque de acuerdo con la autorización otorgada por la Ley 27.260 de blanqueo de capitales (votada, recordemos, con la colaboración del massismo y el "peronismo racional" de Bossio, Urtubey y Pichetto), fueron vendidas a Pampa Energía, el hólding de Marcelo Mindlin, uno de los empresarios más cercanos a Macri. Tanto que algunos lo sindican como uno de sus testaferros.
La operación está siendo investigada en la justicia por su carácter sospechoso, dado que Mindlin se financió para la compra de Petrobras Argentina con un préstamo de YPF, por cierto, otra de las empresas castigadas por la abrupta caída de valor del panel del Merval; aun con la política energética seguida por éste gobierno.
En el caso de la petrolera estatal, hay que mirar con atención lo que suceda con el juicio abierto en los Estados Unidos por un fondo buitre que compró la posible demanda del Grupo Petersen (Eskenazy) contra el Estado argentino, por no haberle ofrecido comprar sus acciones cuando en el 2012 se expropió el 51 % del paquete accionario, que estaba en manos de Repsol: no sea cosa que la bochornosa maniobra jurídica (ver más detalles acá) por la cual se instauró la demanda y sigue adelante en el mismo juzgado que era de Griesa, sea parte de una maniobra de pinzas para volverla a privatizar, facilitada por la tormenta creada por la política económica de Macri y su gobierno. Otra vez, la crisis de unos es la oportunidad de otros.
La otra recuadrada en rojo (Ternium) es una empresa del Grupo Techint, castigado en estos días por el "cuadernogate", en el caso emblemático que hace pensar a muchos que la maniobra orquestada a partir del chofer Centeno tiene origen fuera del país, y excede al gobierno. Ternium no tiene entre sus accionistas al FGS, que sí tiene participación del 26,03 % en la nave insignia de las operaciones de Techint en el país: Tenaris-Siderar; que seguramente se verá también afectada en su valor por el "Lava Jato" argentino, más temprano que tarde.
Desde la embajada y el gobierno de Macri destruyeron la economía generando el momento ideal para el desembarco de las empresas norteamericanas. Acero,aluminio, petróleo. Todo regalado.Todo por 1 dólar.
ResponderEliminarEl próximo paso del plan es la dolarización. No la convertibilidad. La dolarización, con la eliminación del peso.
¿Hay que quedarse sentado mientras te saquean?
El Colo.