Otra vez nos dieron el juguete y lo rompimos. No sabemos hacerlo y mucho menos disfrutarlo. Somos lo que vimos. Violentos, ventajeros, miserables, especuladores, anárquicos y conspiradores. Nos encanta mirarnos el ombligo para adorarnos pero las culpas siempre son del otro.— Román Iucht (@romaniucht) 25 de noviembre de 2018
No podía fallar, son de manual: la final de la Libertadores terminó en un papelonazo, por culpa del operativo de seguridad que le correspondía organizar al gobierno, y de repente, las culpas son de todos.
Que es lo mismo que decir que no son de nadie, o para ser más precisos no son de los verdaderos culpables: Macri (que se encumbró en política gracias al fútbol y quería que se jugara con visitantes para poder capitalizarlo políticamente), Patricia Bullrich (que boconeó con que era fácil organizar los partidos, porque estaba organizando algo mucho más difícil como la Cumbre del G20), y Larreta, en cuya jurisdicción directa estaba la organización del operativo de seguridad; en ese orden.
Pero "pasaron cosas", y entonces empieza el desfile de los sociólogos berretas que proyectan del fútbol a la sociedad, para sacar conclusiones que ya tenían de antemano: los argentinos somos una mierda, incapaces de organizar ni hacer nada. No es que (algunos) votaron como el culo, y este es el resultado, no señor, ni Dios permita.
A menos, claro está, que Romancito estuviera hablando del balotaje del 2015. Y después tenemos a este otro:
Futbolísticamente vivimos en Springfield.— VarskySports (@VarskySports) 25 de noviembre de 2018
Este parece distinto del anterior (porque circunscribe el tema al fútbol), pero en realidad es solo una variante del discurso sofista de ocultamiento de las responsabilidades políticas del gobierno.
Porque si la actualidad del fútbol argentino es bizarra, el gobierno no es ajeno a eso, sino todo lo contrario: además de haber cimentado como dijimos su ascenso político con éxitos futbolísticos, Macri estuvo metido en el cuello de todo lo que tenga que ver con su organización y funcionamiento, estos tres años, desde la Superliga hasta la televisación, pasando por el intento de instalar las sociedades anónimas deportivas. Si nos apuran, acaso sea el tema que más tiempo y preocupaciones le absorbe, excepción hecha de los negocios familiares.
Y además porque el papelón de la final de la Libertadores evidenció un fracaso de la gestión en seguridad de un gobierno que -como todo gobierno de derecha- hace de la política de seguridad un punto fuerte. Gobierno que además no tiene demasiados puntos fuertes para exhibir, y por eso esperaba anotarse un poroto con el fútbol.
"La sociedad maravillosa que maduró y votó por un cambio" pasa a ser "una sociedad enferma de violencia" por obra y gracia de la impericia del gobierno para organizar un operativo de seguridad en un partido de fútbol, y proteger al micro del equipo visitante— La Corriente K (@lacorrientek) 25 de noviembre de 2018
Esperaban capitalizar políticamente la final con visitantes en las dos canchas, y ahora se quieren despegar del papelonazo de no haber protegido un micro. No crean que será tan sencillo, muchachos— La Corriente K (@lacorrientek) 25 de noviembre de 2018
Lo que vamos a vivir los argentinos en unas semanas es una final histórica. También una oportunidad de demostrar madurez y que estamos cambiando, que se puede jugar en paz. Le pedí a la Ministra de Seguridad que trabaje con la Ciudad para que el público visitante pueda ir.— Mauricio Macri (@mauriciomacri) 2 de noviembre de 2018
Si se llegase a jugar el partido...habremos evolucionado como sociedad o sera simplemente que mejoro el operativo de seguridad?
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