lunes, 4 de marzo de 2019

ALGO HICIERON


A los que nunca compramos el buzón de la “nueva derecha moderna y democrática” no nos sorprenden los desbordes autoritarios de éste gobierno: son la misma y vieja derecha de siempre, que defiende los mismos intereses de siempre; y esos intereses -a la corta o a la larga- no se pueden defender sin cercenar libertades democráticas elementales, o reprimir abiertamente.

La legitimidad de origen de este gobierno (surgido del voto popular) fue degradada por ellos mismos en el ejercicio de su mandato, desde el primer día: los avances autocráticos sobre los demás poderes del Estado (esos que solo le molestan a cierta gente cuando los comete el “populismo”) fueron parejos con la violación sistemática de derechos y garantías constitucionales.

Ni falta haría aclarar que en la Argentina y desde el inicio mismo del gobierno de Macri hay presos políticos, se persigue a opositores políticos, sindicales y sociales, se disciplina a jueces y fiscales o se intenta hacerlo cuando no fallan como pretende el gobierno, se censura a medios y periodistas, o lisa y llanamente se los hace expulsar o se busca asfixiarlos económicamente. A esos mismos reflejos autocráticos respondió el impresionante dispositivo represivo montado el viernes en los alrededores del Congreso, militarizando lo que debería ser un acto celebratorio de la vigencia de los poderes democráticos.

Y en la tarea persecutoria de toda voz disidente se emplean todos los recursos del poder del Estado y sus agencias. La AFIP, la UIF, la OA, la AFI, las fuerzas de seguridad; sin que se escandalicen los que protestaban por la presunta red de espionaje de Milani, los que no querían sacar el pasaporte ni la tarjeta SUBE para evitar que el gobierno de Cristina los espiaba.

Ni hablar de los esbirros mediáticos que, como en la dictadura, están prestos a señalar de inmediato blancos para la persecución oficial (incluso entre sí, como pudieron comprobar los panelistas de "Animales Sueltos"); así sea alguien del común que subió a las redes sociales un insulto a Macri o una opinión crítica sobre su gobierno, o un extranjero al que meten preso “por las dudas” y según su país de origen integre o no “el eje del mal”, acusándolo de cualquier cosa.

En su afán persecutorio el gobierno pisa sobre seguro, no solo porque tiene el firme apoyo del tercio de la población que valida prácticas autoritarias y las reclama como la única solución a todos los problemas, sino que además trabajan sobre los recovecos que dejaron en la memoria colectiva de los argentinos el “algo habrán hecho” “en algo habrán andado”, “por algo será”.

Desde allí, mucha gente ignora los episodios sistemáticos de autoritarismo creciente o los minimiza, porque cree que no le van a tocar porque (como en aquel célebre poema) no es kirchnnerista, ni opositora, si no se mete en política o en el sindicalismo, ni corta calles o protesta reclamando por algo.

Hasta que un buen día le toca ser alcanzada por los efectos concretos de las políticas del macrismo y protesta (sea un agricultor familiar, un trabajador despedido, un usuario que no puede pagar los servicios), y padece en carne propia ese autoritarismo: como dice León Gieco, “por lo general la gente, si no le pasa, no entiende”.

Como Dante, el obrero gasista que se le paró de manos a Macri, corriendo el telón de los montajes escenográficos del gobierno, para ocupar el lugar del tipo común que le reclama al presidente (al que incluso puede haber votado) que haga algo, porque el país se está yendo a la mierda. Al que después fueron a "visitar amablemente para conversar" a su casa, y le hicieron grabar un audio "tranquilizador". 

O como los trabajadores de Femsa Coca Cola, despedidos al fracasar la intentona de la empresa de flexibilizar el convenio colectivo de trabajo vía el procedimiento preventivo de crisis. Dante, el obrero gasista, le pedía al presidente que "hagan algo", y le respondieron, del único modo que saben frente a los resultados que provocan sus políticas, y las protestas que provocan.

Lo dijimos antes, y aun resta el peor tramo de este gobierno: el de su descomposición final, ante la certeza cada vez más inexorable de la derrota, para lo cual ya están preparando un fraude electoral, al que no vacilarán en apelar para no perder el poder.

Habrá que estar alertas y, sin responder a las provocaciones (que están a la orden del día), defendernos; no nosotros mismos, sino la democracia en la Argentina, o lo que queda de ella. Y recuperar la plena vigencia del estado de derecho desde el primer día que estas lacras que nos gobiernan ya no estén más en la Casa Rosada. Tuits relacionados:

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