viernes, 8 de marzo de 2019

"PARE DE SUFRIR"


Hemos dicho varias veces acá que esta campaña electoral representaba un desafío inédito para el PRO (el verdadero centro de “Cambiemos”): int6entar captar el voto en condiciones desfavorables, con una gestión espantosa y sin indicadores positivos para ofrecer, que sean además perceptibles para el común de la gente en su vida cotidiana.

Antes de llegar al gobierno nacional, en la CABA pudieron hacer campaña como opositores poniendo el foco en los desaciertos de gestión del “progresismo” en la ciudad, y una vez al mando de la ciudad, exhibiendo los logros propios de la escala municipal del distrito (que no deja de ser eso: una municipalidad grande), que es a su vez el más rico del país; y con un montón de problemas de infraestructura resueltos décadas antes, por el Estado nacional: agua potable, cloacas, transporte público, asfalto, energía.

Lanzados a la carrera presidencial en el 2015, supieron capitalizar con astucia las demandas “de segunda y tercera generación” de ciertos sectores sociales insatisfechos con el kirchnerismo o sus políticas; en un país que tenía serios problemas, pero que visto hoy, con la perspectiva de 39 meses de macrismo, parece nórdico.

Mucho se habló sobre el hábil manejo que hicieron de la dualidad insatisfacción/expectativas de cambio por un lado, y la certeza de que no iban a avanzar sobre ciertas cuestiones, por el otro: es tan cierto que el voto a Macri en el 2015 no puede explicarse únicamente por el “engaño” a ciertos sectores (acá sostenemos que el grueso de los que lo votaron sabían perfectamente lo que se traía entre manos), como que en esa campaña tuvieron que apelar a ese ardida, para conseguir el plus de votos que necesitaba una propuesta de derecha, para imponerse en comicios libres.

Y en su primer desafío electoral siendo ya gobierno en el país, hemos dicho también que apelaron a dosis cuidadosamente administradas de populismo, apelando a recursos que hoy no están disponibles: expansión del crédito, morigeración de los aumentos de tarifas, liberación de los “topes” a la discusión en paritarias, aumentos a jubilados y pensionados conforme a la fórmula heredada del kirchnerismo.

De cara a las elecciones de éste año, el panorama es muy otro: el ajuste es impiadoso, los indicadores económicos son catastróficos, sus consecuencias sociales (en términos de deterioro del poder adquisitivo de los salarios, y perspectivas de pérdidas de empleos) aun peores, y para empeorar las cosas, el delicado equilibrio financiero alcanzado a fuerza de destrozar toda actividad productiva parece a punto de romperse nuevamente; con otra corrida cambiaria de alcances y magnitud imprevisible.

En ese marco, no extraña que el gobierno haga de la necesidad virtud, y apele a la conservación del núcleo duro de los votos propios tratando de insuflarle a la campaña un tono épico, que la haga girar más en torno a sentimientos y estados de ánimo, que a datos concretos de la realidad, que no puede mostrar.

Y como lo indicaba la arenga presidencial en el Congreso, y lo están mostrando las piezas de imaginería surgidas de la maquinaria comunicacional oficialista, se apelaría al “voto sufrimiento”: una especie de llamado a la abnegación ciudadana, a la comprensión de la necesidad de hacer ciertos sacrificios hoy, para poder asegurarse mañana un futuro venturoso. Ni más ni menos que el viejo cuento del neoliberalismo, de la zanahoria de un mañana mejor, atada al extremo del palo del ajuste cruel, en el presente.

No hace falta ser un experto en márketing político para darse cuenta que ese recursos tiene alcances limitados, y que agota su eficacia esencialmente en el tercio antiperonista de la sociedad; quizás el núcleo duro de voto profundamente ideológico más arraigado en la sociedad argentina (más incluso que el propio voto peronista), junto con el de la izquierda. Si alguno encuentra en este caso un total coincidencia entre la ideología traficada y los intereses concretos defendidos, no es casualidad.

Sobre el particular y dado que todo indica que en ésta campaña las expectativas, los deseos y los sentimientos del electorado pesarán tanto como sus intereses objetivos (y el gobierno tratará de que pesen más, incluso), nos parece altamente recomendable esta nota del amigo Mendieta en Artepolítica; en respuesta a la apelación al sacrificio que baja desde el poder.

Por nuestra parte, diremos que la oposición no puede quedarse simplemente en la crítica o la exposición descarnada de los indicadores del desastre macrista, sino que debe apelar a despertar una esperanza en millones de argentinos, agobiados por el gobierno espantoso que padecemos, y que muchos de ellos mismos votaron.

Y sin dejar de lado la responsabilidad de formular una propuesta concreta que de fundamentos a esa esperanza, ser capaces de transmitir la idea/sensación/sentimiento de que, pese a lo que digan Macri, sus funcionarios y sus estrategas de campañas, estos cuatro años los argentinos hemos sufrido demasiado, y no nos merecemos seguir sufriendo más; ni que nos hagan sentir culpables por querer vivir un poco mejor, que al fin y al cabo era lo que ellos mismos nos prometían hace un siglo, cuando querían que los votáramos para llegar al gobierno. Tuits relacionados:

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